Cantiga

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¿Dónde estará él? ¿Dónde él estará?
¡Madre mía, dime!, ¿cuándo él volverá?

Ya las setas duermen bajo la hojarasca,
ya las secas nueces abundan en casa,
ya vuelan pendones, gloria castellana,
y vuelve mi mano de mano vaciada.
¿Cuándo vendrá él? ¿Cuándo él vendrá?
¡Dime, madre mía! ¿dónde él estará?
Ya me voy diciendo que la guerra es cara,
que no siempre vuelve todo el que cabalga.
Una guerra crea otra guerra santa
cuando más allá deja rota un alma.
¿Cómo vendrá él? ¿Cómo él volverá?
¡Dime, mía madre! Si él muerto ya está.

Iraultza Askerria

Cuando habla el corazón

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A veces las palabras vuelan lejos
sin poder ser leídas o escuchadas,
las mismas no aparecen reflejadas
ni en sonidos, escritos o librejos.
Pero aunque no te lleguen los reflejos
directos de mi voz ni en las llamadas
ni en escritos o lúgubres baladas
sabe que entre estos cálidos reflejos
subyace una razón más que imperante
una palabra siempre resonante:
son los latidos, que aunque lejos hablan.
Y si cierras los ojos para oír
el tímido compás de mi latir
escucharás los versos que se entablan.

Iraultza Askerria

Aprender

Photo - {author}Insulsos fueron los besos que di a otras mujeres cuando los tuyos aguardaban a la vuelta del destino. Cuánto tiempo malgastado intentando conquistar a falsas damas cuya belleza apenas te alcanzaba el tobillo. No hablemos del carácter o la inteligencia.

Ahora que tú existes el amor antiguo se convierte en un ronco recuerdo desapasionado, indiferente, de aire evaporado, de caricias yermas. ¿Por qué arrugué mis labios en bocas hinchadas de gasolina? ¿Por qué recogí entre mis brazos cofres que carecían de tesoros? ¿Por qué pinté versos en pieles oxidadas y teñidas de fracaso?

Tú estabas ahí, expectante, silenciosa, ineludible e inagotable. Pronto acudiría mi corazón a tu pecho, y solo entonces comprendería lo que era una boca, un tesoro, un verso. Tú me enseñaste a amar y, aún más, a ser amado. Con las demás no aprendí nada. Contigo todo el conocimiento del universo quedó a mis pies.

Iraultza Askerria

Lira a una dama dormida

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Lira, lira del bardo,
sentimiento tañido en el ocaso,
bajo el tierno letargo
de un amante de paso,
de un susurro prendido al fon de un vaso.
Lira, lira del cielo
abrazada a un café, cuerpo de fuego.
Una rimas de anhelo,
canto mudo, que luego
suenan días radiantes de apego.

Iraultza Askerria

Luz y sonido

Fotos Representación Carillon La vida se ha vuelto un baile constante de luz y sonido. Brillos consonantes en la espesura de la dicha, resplandores caprichosos que tornan a cubrirlo todo una y otra vez. Entre el espectáculo policromado, aparece un franco susurro, largo y tendido, que se expande en la atmósfera con una musicalidad inusitada. Se oyen las sílabas, las consonantes arden, se derriten las vocales y, en la fogosa melodía, llueven cristalinos agradecimientos y palabras. Saben a intelecto, huelen a mundo. Son la revelación.

La vida está colmada de esa luz y ese sonido. Esa luz que esparcen tus ojos y ese sonido que genera tu boca. En la visión y la oración, me someto como un parroquiano de tus virtudes, como un soldado de tu corazón, como un poeta de tu tinta.

Así sigo, día tras día, noche tras noche, persiguiendo tu luz, anhelando tu sonido, buscándote en los recuerdos y en los sueños y en los diarios que intercambiamos. Algún día sé que te encontraré, y entonces, ya nunca me alejaré de tu luz y sonido.

Iraultza Askerria

Sobre el amor, el desamor y algo más

Pasión incontinente,
señor que al cuerpo débil da calor.
Locura de la mente,
un rostro sonrïente de color.
¡Todo eso es el amor!
Pesar, cuchillo hiriente,
veneno cual resaca de licor.
Castigo tan ardiente
que el alma sufre y grita de dolor.
¡Todo eso el desamor!
El beso que se siente,
suspiro que la llama consumió.
Sonrisa que no miente,
amor que con los años se apagó.
¿Qué somos tú y yo?

Iraultza Askerria

Un rato entre las sombras

in the shadow - Gioia De AntoniisEstate un rato entre las sombras, escondida de mi amor. Viaja al otro lado del mundo, sin mirar quien te persigue. Vuelve tu mirada a la profundidad del cosmos y no escapes de su amparo hasta que veas el amanecer.

Estate un rato en los secretos de las tinieblas. No salgas de la protección que te ofrecen. Mantente serena y silenciosa, cual materia inanimada, y no permitas que mi instinto descubra tu escondite.

No fuerces la situación, no juegues con mi astucia. Mujer, te advierto que soy un hombre salvaje y amoral. Escóndete de mí mientras la oscuridad persista y muéstrate solo cuando el sol exhiba su poder, cegándome el alma y el corazón y dejándome indefenso ante tus deseos.

Si no lo haces, te encontraré, y entonces seré yo quien queme tu espíritu y arranque los gemidos de tu pecho y descorche tus dos intuiciones y te mate penetrando en tu mirada. En la clandestinidad de la noche, no respondo de mis instintos, soy un monstruo sin razón.

Por eso, vida mía, te lo ruego: estate un rato entre las sombras. Espera pues a que amanezca.

Iraultza Askerria

Soneto de despedida

Say good-bye room (AT) - zeitfaenger.atAmor de juventud que rompe al año
de ver la plenitud de tal enfado;
pensé inocente yo que yo era amado
por ti pequeña flor de triste engaño.
Te vas de mi custodia al aledaño
de aquel infïel que honras por su estado:
riquezas, mas bien sabes que a su lado
no está el amor que diérate este extraño.
Adiós melosa cruz de mi ilusión,
me marcho do la luz no pueda verme
tan lejos como atómicas valencias.
La muerte se abre a golpe en mi razón,
apenas siento el tuyo amor quererme
y menos apreciar las condolencias.

Iraultza Askerria

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La pareja misteriosa

Photo - {author}Era la vigésima vez que la pareja se personaba en aquel hotel costero, y siempre bajo los mismos procedimientos. Llegaban por la tarde, prácticamente sin equipaje, y notificaban la reserva de una habitación por una sola noche. Al día siguiente, abandonaban el hospedaje a las cinco de la mañana en un taxi con destino al aeropuerto, sin haber salido del hotel, ni siquiera para disfrutar de la playa o el sol. Así durante los últimos dos años.

La idiosincrasia de la pareja había despertado gran interés en el alojamiento hotelero. Se trataba de una mujer de rasgos soviéticos y un hombre de origen africano. Ambos rondarían la treintena, si bien él parecía algo más mayor.
Algunos mayordomos sugerían que conformaban un matrimonio, con algún trabajo importante que les obligaba a trasladarse a España frecuentemente. Las asistentas opinaban, sin embargo, que podían estar viviendo una aventura, y que se desplazaban a la península ibérica para perpetuar su romance alejados de sus respectivos cónyuges. El director, por su parte, prefería no deliberar nada, consciente de la trascendencia de no entrometerse en la vida de sus clientes.

Aun así, todos los empleados del hotel querían saber la verdad. Y todos se equivocaban en sus conclusiones. Ninguno pudo nunca intuir que la pareja la integraban dos hermanos que viajaban a España bimensualmente para visitar a sus padres adoptivos, y que tras descansar en el hotel regresaban a sus países natales, en Rusia y en Sudáfrica, con el avión de primera hora.

Iraultza Askerria