El poder de tu figura

 - {author}
Si tu rostro está encendido,
color fuego en tu sonrisa,
y si sientes que la prisa
te ha insegura convertido,
suelta el aire, afianza el paso
y del miedo no hagas caso.
Si tu ser desprotegido
se halla al fin de una cornisa
y en el fondo se divisa
un futuro confundido,
medio lleno mira el vaso
que tu luz vence al ocaso.
Si tu mundo se revela
solitario o sin apoyo
como si el más firme escoyo
quisiese apagar tu vela,
en agua tu alma convierte
que no habrá nada más fuerte.
Si has perdido al centinela
que libraba todo embrollo
y cayendo tras un hoyo
sientes tu inestable estela,
ignora a quien detenerte
intenta trabar tu suerte.
Haya incertidumbre o miedo
o incluso vías de fuego,
nada habrá que a tu dulzura
pueda hacerle figura.

Iraultza Askerria

Por un beso…

Un beso y un adiós - {author}

La brisa viste hermosa y dulce boca,
hermosa como canto de la prímula,
un canto dulce, limpio, que me estímula;
estímulo que incluso al alma toca.
Rocío de tu labio, nacarado
en sus profundidades, dame un beso,
un beso, y yo te cambio todo eso
por vida entera libre de pecado.
No dejes que me muera sin probarlo
¿permites por ventura a mí anhelarlo?
Muy poco tiempo tengo… ¡escucha esto!
El alma te daré, ser fiel contigo.
¿Me rechazas…? Entonces, me desdigo:
tan solo dame un beso… me iré presto…

Iraultza Askerria

A imitación de los poetas clásicos

Il poeta - {author}

Yo quiero que tengamos un momento
para leer a clásicos poetas
que escribieron sonetos y saetas
alentados por tierno sentimiento,
y después imitar en nuestro aliento
los mismos versos, rimas y cuartetas
abrazando las mismas silüetas
que guardan el amor que por ti siento.
Luego realizaremos distinción
entre el amor de antaño y el de ahora,
entre el verso de ayer y nuestro caso.
Y entenderemos bien y con razón
que nuestro amor y verso hasta mejora
a Bécquer, Espronceda y Garcilaso.

A la perdición

Perdición - {author}

Con el rostro desbordado
por las lágrimas amargas,
escuché un suspiro amargo
de vosa alma desbordada.
Yo no supe de tu labio
encontrar sonrisa cara;
y hoy así lo pago caro
por faltarme tanta labia.
Pues no supe darte amparo
cuando tú necesitabas
el apoyo no entregado.
Mas la tarde está pasada
y me siento abandonado
por mi musa tan amada.

Iraultza Askerria

Mi fe divina

Photo - {author}

Permíteme tañer las cuerdas suaves
de tu alma reventada por la ausencia
de no tener tan cerca mi querencia
y no poder gustar tus bienmesabes
con mis labios capaces de hacer aves
en tu boca extendida cual la esencia
de una tormenta azul en cuya herencia
suenan gemidos mientras no te acabes
en el indescriptible y tenaz gozo
que carcome tu piel acelerada
mientras mi lengua se hunde en rojo pozo
donde brilla una perla cristalina
diminuta, escondida y remojada
a la que demostrar mi fe divina.

Iraultza Askerria

Soneto en métrica descendente

Photo - {author}

Abrigo hecho de estrellas, arrópame en tus manos;
en tus manos, mi príncipe, de nuevo hazme dichosa,
dichosa como el sol, como una mariposa,
mariposa que vuela por los montes decanos.
Profésame el calor de los veranos;
veranos de lujuria indecorosa,
indecorosa pero dulce rosa,
rosa, el ídolo fiel de los paganos.
Hazme tuya, vida mía,
entra en mí como la luna
penetra noche sombría.
Un alma, una;
cual noche y día,
cual niño y cuna.

Iraultza Askerria

Diana

Arco - Fernando Cordova

Sé que tuyo es el nombre de Dïana,
para mí, sin embargo, eres tristeza;
como lágrima de una estrella cana.
como piel impregnada de aspereza..
Para mí no eres virgen, cual la diosa,
eres la dionisíaca amante;
como nívea luna caprichosa
ligada al sol por ser más fulgurante.
Y pensar que te amé… ¡qué te amé yo!
¿Cómo fui tan cïego y tan inválido,
y aún peor… escribirte tanto verso?.
Pero ya se acabó… ¡ya se acabó!
Marcha lejos cuerpito dulce y cálido…
¡fuera sal de mi lírico universo!.

Iraultza Askerria

Envejeciendo

Envejeciendo Juntos. - francisco javier vega santana

Tomaré de tus manos la fría primavera
convertida en un vasto terreno desflorado,
y la culpa daremos al hado despiadado
por volver horroroso lo que precioso fuera.
Tomaré luego triste lugar a tu ribera,
recordando lo hermosa que fuiste en el pasado
cuando aún pocos años habíamos andado
por la tierra y el sol, ¡quién ora los tuviera!
Al presente cambiamos, razón de la vejez,
que en arrugas convierte la más venusta tez
acercando implacable el final a la razón.
Mas yo siempre diré, habiendo lucidez,
un pedazo de vida, una poca  avidez,
que jamás dejaré de darte mi pasión.
Pues sigues siendo hermosa para mí
incluso en la mudanza mortecina,
ya que no importa el fin
mientras fielmente afina
la costumbre de amarte
sin más condicionante.