Tal como eras

Photo - {author}

Surgiste entre una noche de cristal
cual sirena marina en una playa.
No sé si fuiste fuego, luz o cielo,
mas me arrancaste un trozo de mi alma.
¿Eras pelirroja, eras morena?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus labios, exquisitos como fresas,
tus pechos… ¡ay, sabían a manzana!
Mas no sé si eras fruto, flor o carne,
aunque todavía me arda la cara.
¿Eras alta, eras esbelta?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus ojos como ocasos al cerrarse,
y al abrirse… ¡centella de mañana!
No sé si eran azules o morenos,
pero no olvido nunca esa mirada.
¿Eras despistada, atenta?
No lo sé… ¿quién lo recuerda?
Me pregunto: si acaso fuiste aire…
o arena que se escapa de la palma.
¡Nunca! Tenías forma de pecado,
y eso a cualquier varón le deja marca.
¿Fuiste musa, fuiste ángel?
¿Mujer? No, imposible…

Iraultza Askerria

Des-inspirado

The dawn of freedom - digital-art - {author}A veces experimentas en tu interior un nudo, un obstáculo, una carretera cortada o un camino embarrado por las sombras. Te sientes desorientado, confuso, perplejo. Sin ideas. Ignoras a dónde tus pasos te llevarán. El mundo parece frío y desolado y tu propia alma se te figura desconocida.

En esos momentos, la frustración y la impotencia se respiran junto al oxígeno. Los ojos pestañean queriendo despertar de una pesadilla, pero incapaces de hacerlo. Los sentimientos se evaporan ante la indiferencia y la desilusión, y ninguna alegría puede ensanchar tu espíritu.

Intentas evadirte leyendo un poemario de Rubén Darío…, pretendes reconfortarte con un poco de ejercicio físico…, incluso optas por encender la adictiva televisión, algo extraordinario para ti.

No obstante, nada, las ideas siguen lejos de tu imaginación, escabulléndose, riéndose, solazándose con tu íntima agonía. Las musas se han evaporado, la inspiración corre por caminos distintos a los tuyos. Nunca en la vida te has sentido tan solo.

Entonces recuerdas a Picasso, casi como si le hubieras conocido en vida: “Si existe la inspiración, que me encuentre trabajando”. Te imaginas al famoso pintor frente a un enorme lienzo blanco, inmaculado, sin más compañía que la oscura intimidad. Le ves dubitativo pero firme, destemplado pero constante, desmotivado pero decidido. Luego una pincelada al aire y el lienzo comienza a tomar color, forma y contenido.

Con dicho pensamiento, te sientas frente al ordenador, cierras los ojos y comienzas a escribir; para imitar al difunto Pablo Ruiz. Las palabras fluyen, se entrelazan y se componen en armoniosos párrafos.

Al terminar, te percatas de que tu musa no te había abandonado. Solo esperaba a que te pusieras a escribir.

Iraultza Askerria

Si intento componer la poesía

Words, words, words - {author}
Si intento componer la poesía
depués de estar semanas sin tocarla
no encuentro modo alguno de sacarla
de esta desesperada ánima mía.
Parece que marchó la melodía.
La musa… ya no hay quien pueda encontrarla.
Yo sigo pesaroso en esta charla
hasta que atisbo tu fotografía.
Entonces una voz suena a lo lejos,
cojines blancos, cálida sonrisa,
son los recuerdos vívidos y añejos
de aquella a la que amé y a la que quiero
besar, tocar, contar sin pausa o prisa
cuántos versos por ella yo genero.

Iraultza Askerria

Mi libro

Under the tree - {author}
Eres el verso alado que recorre
la prosa entera sin punto final,
un cúmulo de libros vertical
que se eleva cual una vasta torre.
Que en tu tez de papel mi boca borre
cualquier arruga o huella lagrimal,
que no quiero más que escribirte tal
poema, cuento o son que te socorre.
Porque tu eres mi libro y poesía,
mi cuerpo celulosa y tinta oscura,
mi musa, risa, verso y escritura.
Pues yo antes de saber de ti escribía
tan solo un triste llanto de locura,
y ahora sé escribir literatura.

Iraultza Askerria

A la perdición

Perdición - {author}

Con el rostro desbordado
por las lágrimas amargas,
escuché un suspiro amargo
de vosa alma desbordada.
Yo no supe de tu labio
encontrar sonrisa cara;
y hoy así lo pago caro
por faltarme tanta labia.
Pues no supe darte amparo
cuando tú necesitabas
el apoyo no entregado.
Mas la tarde está pasada
y me siento abandonado
por mi musa tan amada.

Iraultza Askerria

Actriz venidera

Photo - {author}En el paraíso estás sentada, con tu melena corta al viento y tus labios pintados de primavera nocturna, de carnosa celeridad, de apasionante consuelo. Tu rostro en el edén tan sereno… como un árbol vetusto, una estrella venusta, un ínclito verano. Sé que allí, en lo alto, en tu pedestal inherente, sobre los demás anfiteatros que cuelgan debajo de ti, la luz te enfoca coloreando tu pálido rostro, herencia de perla y nácar. Eres el espectáculo máximo de ese teatro, la esencia sublime de la interpretación, la musa que inspira a las artes nobles. Por eso quiero verte, quiero verte ya en escena. Si tan ilustre y magnífica eres entre el parco público, ¿cómo lo serás tras el telón?, ¿cómo no morir al contemplarte sobre un escenario?

Iraultza Askerria

A la musa

 - Paula Aparicio
Yo creo que mereces que te escriba
un soneto que alabe tu mirada,
tu sonrisa, tu cara inmaculada,
todo tu cuerpo, desde abajo arriba.
Pues me encanta también que seas viva,
como un cielo de azul o llamarada
que nunca está brumoso o apagada,
siempre abierta, melosa y efusiva.
Así que niña de la antigua Bética
aquí te cedo mi ronco cariño
para que feliz hagas a este niño,
y te conviertas en su vida y ética,
en su diosa presente aunque distante,
en Margarita, Lo o Bea de Dante.

Iraultza Askerria

Las musas ardientes

Foc de Sant Joan - . SantiMB .
Era todo tan sensual que muy pronto me dejé avasallar por la confianza que me ofrecía aquel placer.

En el techo, las luces caían heterogéneamente sin seguir un curso definido, iluminando aquella o esta esquina, pero nunca todas. El salón, aterciopelado en tapices y frondosas alfombras, recibía los luminosos besos entre sus hilos rojizos como bocas de seda que todo lo tragan.
Seguí desorientado en el gozo interior, con la voluntad extasiada. Me deslizaba bajo la luz del salón y sobre las alfombras rojas como un deportista de patinaje artístico. Medalla de oro.

A mi alrededor, ardientes bailarinas rodeaban mis ebrios paseos, ciñéndome con sus extremidades abiertas. Sentía su húmedo aliento pegado a mi rostro encantado, y labios femeninos fundirse en el aire de mis latidos aquí y allá. Ellas danzaban a mi alrededor como musas insaciables, buscando en mi alma los resquicios por donde excitar mi inspiración.

La temperatura aumentaba por momentos y los gemidos femeninos pronto se transformaron en cálido vapor. El vaho fundía mis sudorosas ropas con el descaro, y pronto, muy pronto, me vi desnudo ante aquellas musas ardientes.

Alrededor de mis sentidos embrujados, todo el salón era de un rojo volcán donde hembras de arena zarandeaban su tibia hermosura. No había más color que el del fuego en aquellos cuerpitos infernales que quemaban por dentro. Y cuánto me gustaba, ¡ay, cuánto me gustaba!

El olor almizclado de sus senos comenzaba a enloquecerme. Las magdalenas se abatían sobre mis labios como frutos tropicales. Era demasiada exquisitez para un mortal como yo. Pero invocar a Apolo tenía sus consecuencias, y es que las musas no cesarían hasta dejarme seco.

Me tumbaron sobre las alfombras rojas. Mientras una tañía el vello de mi cuerpo exhalando canciones, otra se acuclillaba muy cerca de mi labio para narrarme amores. A un lado, otra musa me comentaba la historia de cómo había perdido la virginidad. Una cuarta bronceaba mi piel mientras pronunciaba un salmo caritativo y otra lloraba sobre mi pecho por el placer de verme tan feliz. Mientras la sexta aún persistía en sus eróticos bailes sobre mi mirada, otra musa me hacía reír con sus sugerencias. La penúltima se había arrodillado detrás de mí y exhibía ante mis ojos la universalidad de los pendientes astrales. Y la última, la última de las musas me estaba demostrando que era la flautista más encomiable de las nueve.

La inspiración adquiría esbozos de agonía, con aquellas nueve musas disputándose el trofeo de mi virilidad. Los tapices y las alfombras parecían lava sólida. La luz había tomado los impulsos de una llamarada. La temperatura aumentaba y aumentaba, al igual que el sudor de diez cuerpos desnudos vibrando entre gemidos de placer.

Solo cuando llegué a la culminación, pude sentir el dolor. Mis nueve musas se deslizaron como ceniza entre mis manos, cayendo como cera sobre mi piel. Se habían calcinado a merced de la inspiración ardiente, al igual que la seda roja del salón, ahora transformada en una ingente llamarada, aniquiladora de las eróticas musas de mi imaginación.

Ahora, me tocaba a mí rendir homenaje a la condena.

Pronto las llamas me consumieron.

Iraultza Askerria

6 lugares para reencontrarse con la inspiración

Mi inspiración lleva tu nombre... - Camila S.Subiabre¿A quién no le ha ocurrido? Esa desgana, ese bloqueo emocional, esa musa desconocida que desaparece de la vida durante días, semanas, incluso meses. El escritor se pone a trabajar y la inspiración no llega; las palabras parecen sucias pegatinas sin un párrafo al que adherirse. ¿Qué hacer en esos momentos? ¿Qué hacer cuando no hay inspiración?

Lo mejor es ir a buscarla: levántate de la silla, coge un cuaderno y acompáñame. Te mostraré varios lugares durante las musas abundan.

Un paseo por la playa o por la montaña.

Sea cual sea la situación geográfica y los gustos de cada uno, reencontrarse con la naturaleza es reencontrarse con el interior de uno mismo, con el alma más primigenia del ser humano. La naturaleza nos permite observar tanto interna como externamente de qué esta compuesto el mundo y nosotros mismos. El entorno natural nos permite citarnos con la divinidad, con el todo y la nada, con lo grande y lo pequeño, con la musa verde y dorada, con la lágrima y la sal.

En los parajes naturales las ideas fluyen como el agua y no es difícil encontrar nuevas promesas literarias.

Las estaciones, andenes y apeaderos

En un andén de la estación, en la cristalera de la parada de un autobús, en las cafeterías del aeropuerto donde la familia toma su último café. Lugares de encuentro entre amigos y comerciales, familiares y amantes; lugares donde abundan los abrazos y las lágrimas. Las historias en los aeropuertos, andenes y estaciones abundan tanto como las personas que los recorren. Cada uno es un tesoro que llama a las puertas de nuestra imaginación despertando a las musas dormidas.

No hay que dejar escapar el momento benigno para contar una historia mientras esperamos al transporte de turno.

Visita un bar desconocido

Un refresco o un café. Lo que desees. Pero vete solo a ese bar, taberna, pub, establecimiento, cafetería, etc. Sin más compañía que un cuaderno y un bolígrafo. Observa a los camareros, los clientes, los proveedores, la máquina expendedora de tabaco, la barra, los muebles, la música, la televisión, el brillo de los licores, el aroma de los zumos. Cada sensación te contará una historia sin que te percates de ello.

Adéntrate en un museo

Pinturas, esculturas, colecciones arqueológicas, un paseo por la etnología de un pueblo. Hay miles de museos, cada uno con sus secretos, con sus joyas expuestas en vitrinas o paredes. En estas entidades culturales, el arte abunda y, consecuentemente, la inspiración se recrea invariable y constante. Pocos momentos habrá, tan culminantes en el arte, como intentar desentrañar lo que otros artistas han querido decir. Igualmente, pocas sensaciones tan plenas habrá como lograr entender la historia, el relieve, la tecnología o la cultura de una comunidad.

Visita una biblioteca

Rodéate de libros, letras, palabras, cultura. Proponte un juego: abre un diccionario o una enciclopedia o novela aleatoria y busca una palabra cualquiera. Luego recorre la biblioteca por todos sus pisos y cuartos; tendrás que encontrar esa misma palabra en el título de alguna publicación. ¿Lo encontrarás? Y si lo haces, ¿qué encontrarás? La biblioteca es el lugar con la mayor concentración de inspiración y literatura; perderse en la misma obliga a perderse entre obras y musas. Que alguna de ellas nos hable, sólo es cuestión de tiempo.

De concierto en concierto

La música amansa a las fieras y excita la inspiración. Las musas de Apolo fueron artistas de las canciones, la armonía, la poesía, etc. No olvides rodearte de jazz, rock, rap, country, reggae, rumba, flamenco, pop, salsa… Cada ritmo guarda un pequeño microrrelato. Rodéate de instrumentistas y de fans y siente la vehemencia de la música latiendo en tu corazón al mismo ritmo que la percusión.

Las melodías del mundo son palabras en forma de aire y espíritu. Escúchalas y transcribe sus voces.

Escribe todos los días y haz algo nuevo cada vez

Estos son los últimos dos consejos y, posiblemente, los mejores, que resumen invariablemente lo que pienso sobre la inspiración. Hay que escribir todos los días, sean 100 o 1000 palabras, sea prosa o poesía, pero escribir algo todos los días. Además de visitar playas, montañas, estaciones, bares, museos, bibliotecas y salas de música, también hay que adentrarse en otros lugares, conociendo gente nueva y sumergiéndose en nuevos mundos.

El escritor vive de su escritura y de la experiencia. La novedad incita la inspiración. La monotonía mata la inspiración. Corre, vuela y háblale al mundo.

El mundo te contará sus historias.

Iraultza Askerria

Los escritores y sus fuentes de inspiración (IV) – La experiencia personal

“La literatura es mentira; pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios”.
Juan Rulfo

Memories. - Silvia Viñuales

Anteriormente, trataba de esclarecer por qué leer a los demás y observar imágenes ajenas son motivo de inspiración para los escritores. En este artículo, hablaré de las musas que nacen de las experiencias personales, de las confesiones y de los episodios que forman parte de nuestra vida.

El ser humano, por ser una especie social y creativa, tiene la necesidad desbordante de contar lo que le pasa, lo que le ocurre, lo que piensa. La literatura es la forma más sencilla de relatar estas sensaciones y pericias. Por esta razón, muchas obras literarias están basadas, en mayor o menor medida, en la vida del propio autor.

Ejemplos que me vienen a la cabeza son La dama de las camelias, de Alejandro Dumas, o La sonrisa etrusca, de José Luis Sampedro. Analicé la primera obra en este mismo blog, comentando su género autobiográfico. El segundo libro, sin ser una autobiografía, está inspirada tras el nacimiento del nieto del autor, momento en el que concibió esta ejemplar novela de ficción.

En mi caso particular, la vida personal me ha inspirado pequeños relatos, cuentos y poemas. Algunas creaciones son vivencias completamente auténticas, otras impresiones que surgen en determinados momentos, como visiones de mi alrededor enfocadas desde la imaginación más productiva.

El género autobiográfico

La escritura primitiva surge de la necesidad de expresar los sentimientos personales. Consecuentemente, son muchos los casos en los que la primera obra del autor se inspira en sus confesiones o en la propia vida. En otras ocasiones, los protagonistas de la novela inicial tienden a parecerse muchísimo al escritor.

Este género primerizo que ronda la autobiografía atiende a la sencilla razón de que muchos autores escriben para uno mismo y, posteriormente, para los demás. Esta actitud es común y totalmente aceptable; pocos escritores habrá que no hayan comenzado a escribir por el apremio de relatarse a sí mismos.

Por ello, la autobiografía, más o menos verídica, es una de esas fuentes de inspiración que surge en los albores de la escritura y que siempre está presente de una u otra forma.

Las vivencias personales

La madurez y las vicisitudes de la vida que surgen a lo largo de los años, son una fuente inagotable de creatividad y sabiduría. A la hora de revisar el pasado, un escritor puede inspirarse con anécdotas de su niñez, su juventud, su trabajo, su familia… y concebir gracias a ello una historia de ficción.

En lo personal, me considero un escritor muy asiduo a contar mis experiencias. En la obra Rayo de luna, las tres cuartas partes de sus textos se encuentran influenciadas por algún episodio de mi vida, algunos escritos con total sinceridad y otros en un contexto más ficticio.

En este mismo blog, hay decenas de microrrelatos inspirados por la cotidianidad de mi vida y tantos otros poemas, ejemplos que recuerdo sin meditarlo en exceso son: Cuando a una joven ves bailar, El cinturón de Orión, Karina, Una mañana de agosto o Velocidades. Cada cual tiene un punto de verdad y un punto de ficción.

Nuestro entorno

Por último, hay que hacer hincapié en el descomunal influjo que el entorno tiene sobre nosotros. De hecho, tantos microrrelatos he escrito inspirados en mi propia vida como en la vida de los demás: a quienes veo, a quienes escucho, a quienes hablo…

A veces basta atender a las palabras de un desconocido para que esto encienda una idea en nuestro corazón. A veces es suficiente con descubrir un rostro insólito en cualquier centro comercial para descubrir el personaje de una novela de ficción. A veces nuestro alrededor, más o menos ajeno, oculta sagas y poemarios, relatos y cuentos. Descubrir el mundo y cuanto nos rodea es una de las fuentes más completas para la musa de un literato.

En definitiva, os animo a todos vosotros a mirar dentro de vuestros a corazones, a escuchar a familiares y a amigos y a observar la inmensidad del mundo para escribir vuestras obras de arte. Místicamente hablando, la vida de un escritor está íntimamente ligada al espíritu de todas las cosas y entes; porque en cualquier objeto y ser vivo aguarda una musa ansiosa de que un artista la encuentre.

Iraultza Askerria

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Los escritores y sus fuentes de inspiración (II) – Los clásicos
Los escritores y sus fuentes de inspiración (III) – Las imágenes