El caminante

Walkers!!! Ruuun!!! - Jonathan Emmanuel Flores Tarello

Por sendas de Castilla camina el caminante;
ninguna compañía, tan solo fe en el cielo.
Morral tiene a la espalda, la vista por delante,
y dentro va una biblia guardada con gran celo.
Camina el peregrino, ningún acompañante;
no hay nada por el mundo que cáusele canguelo
La fe que tiene en dios, su dios cual Zeus tonante,
seguro le mantiene sin nada de recelo.
Camina el caminante, camina en su creencia
cruzando los destinos. De dios humilde paje,
va aunando por el mundo su más divina esencia.
Y muchos años luego le alabarán los cantos
durante el lecho fúnebre, como un digno homenaje,
pues siempre se recuerda a quienes fueron santos.

Iraultza Askerria

Avellana

Photo - {author}
Quiero pelarte como a una avellana, quitarte el sobrante de tu cuerpo y dejarte desnuda y pura, ante mi ávida mirada. Recorrer tu afrutada piel con la lengua, prodigando entre sus lunares y recovecos el claro color de la saliva. Como a una avellana seca, quiero abrirte con los dedos, lentamente, ayudándome de la boca para infundirte aliento. En esa humedad que te transmito, me deslizaré por tu diámetro desvestido hasta encontrar la punta rosa y extendida ante mí. Besaré y embriagaré tu cáscara fibrosa, haciendo madurar la sensación, haciendo que acreciente la pasión, haciéndote enloquecer en el inmenso placer de quererte.

Iraultza Askerria

Fuegos artificiales

Fuegos final Expo Zaragoza - Antonio J. Perez

Fuegos artificiales en el cielo
nocturno que parecen iris arcos.
Traviesos infantiles en sus barcos
siguiendo el rayo leve del señuelo.
Como fieros astados, aun en celo,
penetran los cerrados y albos marcos
vistiendo de clamores tantos charcos
y de muchos colores el pañuelo.
Fuegos artificiales resonando
al claro fondo de esta ciudad mía;
las fiestas patronales celebrando
en verde, azul, blancal artesanía.
Mientras yo en mi vivienda retratando
un fuego artificial de poesía.

Iraultza Askerria

La lluvia

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Llueven palos bajo la tormentosa noche.
La autoridad se desquita de la justicia.
La luna, de púrpura inflamación,
aletarga los heladores gritos del viento.
Hace frío. Y truena.
Mas no ceden los golpes bajo el cielo.
Ni los espeluznantes silencios apagados.
Los uniformes se agitan violentos.
En las placas reverbera la luz roja.
Hace frío. Y truena.
Dos ante uno. Erguidos. Enterrado.
Empapados los hedores del miedo.
El contorsionista vital deja de moverse.
Hace frío.
Y ya no llueve.

Iraultza Askerria

El bolígrafo silencioso

Starting to write - DAVID MELCHOR DIAZTenía un bolígrafo en la mano y la mente ahíta de tinta seca, tiesa, tísica. Las palabras quedaban inmóviles ante la frigidez de los pensamientos y el bolígrafo escuchaba en silencio voces que no decían nada. Frente al artilugio prosaico, el papel blanco temblaba de frío, desnudo, desamparado, sin versos que pudiesen abrigar su enfermiza palidez.

Maldita inspiración la de aquel poeta incapaz de reencontrarse con su musa y componer así un soneto que pudiera salvar a la humanidad de una muerte segura. Pero el destino era caprichoso como el amor de una quinceañera, y al igual que el platonismo adolescente, aquel literato fue incapaz de imprimir una poesía con su bolígrafo silente en su papel desprotegido.

Al poco tiempo, el bolígrafo se quedó tan seco como la mente del autor y él más pálido aún que la hoja blanca.

Iraultza Askerria

La ciencia del amor

love? - reiven
Yo siempre deseé sabiduría.
Curiosa y muy tenaz era mi mente;
cualquier libro tomaba y absorbía
hasta entender su cátedra latente.
De ti me enamoré en oscuro día.
Aún hoy eres el más extraño ente.
Por las noches proclamo: “todavía
no supe leer tu libro inherente”.
¿En qué lenguaje fuiste cincelada?
¿En qué alfabeto? ¿En qué idioma extraviado?
¿Cómo entender tu sílaba estampada?
Si me amas, no lo sé; ni si me quieres.
De tu boca no sé el significado;
impenetrable, oscura, ¡ignota!… eres.

Iraultza Askerria

¡Contenido extra!

Originalmente este soneto fue publicado el 5 de diciembre de 2010, bajo el título de «Soneto II». Recupero hoy esta poesía bautizándola como «La ciencia del amor», nombre que aún así no me convence.
Si algún lector concibe un mejor título, estaré encantado de recibir la aportación en mi dirección de correo. Como siempre, ¡gracias!

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El corazón enterrado

New Moon Over Carbon Hill - Keith WilliamsAl poco de enterrar mi corazón en el fondo del río, me sentí más relajado y ligero. Me quité un peso de encima, doscientos ochenta gramos de inútil músculo y una responsabilidad un tanto tediosa.

El lecho del río abrigaba ahora mi corazón moribundo, y yo abrigaba un sentimiento de pura libertad.

Aún recordaba el momento del apuñalamiento. Tuve que introducir el cuchillo por el costado izquierdo del busto, con cuidado de no quebrar las costillas o herir el pulmón, y luego extraer el corazón con un sutil movimiento de ventosa. Fue doloroso, sin embargo, no difícil.

En virtud de la higiene he de admitir que brotó poca sangre. Tampoco me quedaba mucha. La mayoría de mis humores habían sido consumidos por una arpía llamada Patricia. Preciosa ella, pero mala como un tumor en el pecho. Por ello, resolví quitarme el corazón.

Ahora el cáncer rojo se ahogaba en la corriente de agua, mientras yo sobrevivía con una frescura intransigente.

No, no perdí la vida. Por mucho que se afanen los médicos en afirmar lo contrario, el corazón sólo trae dolor y sufrimiento. Más vale desprenderse de él.

Sólo hay un pequeño inconveniente. Tras arrancarme el corazón me convertí en un asesino, en un violador, en un corrupto y en un usurpador sin escrúpulos.

Aunque supongo que es el precio que tiene que pagar la sociedad cuando uno de sus miembros ha perdido lo más precioso en la vida: el amor.

Iraultza Askerria

Al contra lucha

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Tirotean en las calles los mendigos
sin más pan que las balas huecas
mientras los esposos esposan las alas
de aquellas a quienes juraron amar.
La ley tienen por égida
los criminales declarados a la hacienda
mientras en los soportales pancartas negras
hipotecan las lágrimas desahuciadas.
Y entre tanto verdes celulosas ajardinan
los trajes de oro de los reelegidos.
¿Por qué enrabietar con la inocencia
si con la misma violencia
podemos optar por terminar?

Iraultza Askerria