Tus ojos

alina's eye - ^@^ina (Irina Patrascu)

Frente, sudario de perlas
sobre cristal oceánico.
Niña tus ojos son llave
de los candiles volcánicos.
Boca que sabe agua dulce
bajo un acuoso remanso.
Niña tus ojos son oda
de los torrentes más cálidos.
Pechos, soporte de estrellas
del cielo azul el ornato.
Niña tus ojos de mi alma
son el enérgico ánimo.
Vientre varado a la orilla
de los manjares más caros.
Niña tus ojos del mundo
son el edénico hálito.
¡Ay, mi niña! De tu cuerpo
con versos pinto su trazo.
Pero por mucho que afane
no sé pintar tus ojazos.

Iraultza Askerria

Labios

Lujuria / Lust: Sabores - {author}Tienes los labios más bonitos del mundo, con su leve aroma a jazmín y a rosa, su elegante forma de acueducto romano, húmedo en cada uno de sus arcos. En la comisura de los labios nace el augurio de un futuro mítico, celestial, merecedor de epopeyas y poemas épicos. Luego se despliegan hacia el centro, ensanchándose como el latido de un corazón, y es entonces cuando más hermosa se vuelve la boca, con el labio inferior y el labio superior pugnando por ver cuál es más bello.

Ninguno pierde: perfección dentro de la perfección.

El labio de arriba dominante, certero, sabio, con su traza barroca, monumental, producto de la arquitectura de un pintor de la corte, como Velázquez o Goya. El de abajo más inocente, puro, erótico, sensual, como un edén de perfumes almizclados o la carne de una doncella sin desvirgar. En conjunción, lo tienes todo: fuego y agua, tierra y cielo, caos y cosmos, retrato de una reina y retrato de una dama.

Tus labios son la pareja perfecta entre el amor y la sexualidad. Con ellos puedes consagrar la felicidad con una sonrisa y besar las bocas de aquellos mortales que tuvieron la suerte de probarte. Con ellos puedes gritar, resollar, reír. El oráculo de los deseos. El templo de Venus. El Partenón de la beldad femenina.

Y aquí estoy yo, rezando; sacrificando hecatombes líricas en tu recuerdo, suplicándole a tus labios que me tiñan el rostro con su eterna saliva. Quiero besarte, besarte, besarte, rozar tu boca con la mía, y con las yemas de los dedos recorrer la sinuosa vertiente que va de arriba abajo. Quiero entrar en tu boca con un anhelo vehemente, y mirarla durante horas, fotografiarla en la memoria, reír mientras ríe, besar mientras besa, gemir mientras gime. Quiero que devores mi alma y quiero morir entre tus labios de jazmín y rosa.

Iraultza Askerria

Mirándote

Photo - {author}Así que todo es tan plácido al mirarte que la marea se reprime y el oleaje decrece y las ondas suaves recorren la superficie marina en un sosiego pletórico, culminado por tu hálito, nana de bebé.

Al observarte, los labios se agitan por la caricia de una voz angelical, y el aire atmosférico se vuelve en rosa y oro. Es el resplandor vitalicio de tu proximidad ardiente, efusión química, física de los deseos; lanzas tu velo de fuego al oxígeno y al carbono y al nitrógeno que te rodea, quemándolo todo con tu belleza.

Te contemplo serena, sentada, charlando, con el largo cabello negro cayendo alborotadamente por tus mejillas de alabastro, y cubriéndote hombros, pechos y espalda con el roce suave de las hebras morenas, mientras los frecuentes movimientos de tu mano húmeda perseveran en apartar uno u otro mechón de pelo, como queriendo mostrar el rayo de luz que atesoran esas mejillas sonrosadas, esas que tanto añoro besar.

Te examino de esta forma, encerrada en un televisor, tan natural como la naturaleza misma, tan inmensa como el propio cosmos, y me siento tan enamorado de ti, tan obcecado por tu belleza, que el tiempo se para, inmutable, mientras mis ojos marrones te acechan en la distancia, buscando el momento más idóneo para desnudar tus carnes y hacer con ellas todo lo que está prohibido para la literatura.

Iraultza Askerria

Tal como eras

Photo - {author}

Surgiste entre una noche de cristal
cual sirena marina en una playa.
No sé si fuiste fuego, luz o cielo,
mas me arrancaste un trozo de mi alma.
¿Eras pelirroja, eras morena?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus labios, exquisitos como fresas,
tus pechos… ¡ay, sabían a manzana!
Mas no sé si eras fruto, flor o carne,
aunque todavía me arda la cara.
¿Eras alta, eras esbelta?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus ojos como ocasos al cerrarse,
y al abrirse… ¡centella de mañana!
No sé si eran azules o morenos,
pero no olvido nunca esa mirada.
¿Eras despistada, atenta?
No lo sé… ¿quién lo recuerda?
Me pregunto: si acaso fuiste aire…
o arena que se escapa de la palma.
¡Nunca! Tenías forma de pecado,
y eso a cualquier varón le deja marca.
¿Fuiste musa, fuiste ángel?
¿Mujer? No, imposible…

Iraultza Askerria

Monumento

3189-Monumento a Daoiz y Velarde en Segovia (Castilla y Leon) - {author}Dulce y altiva como un monumento antediluviano que perdura en la memoria de hombres, retratos de artistas y diccionarios. Te alzas así sobre el mundo, momificada como un cielo cuya belleza solo se puede contemplar. Tocarte, o aun peor, saborearte, queda reservado a los dioses.

Catedral de huesos de mármol, templo de agua sagrada, alcázar de trémulas carnes que se defienden de la soledad. En tu seno la poesía vive y suspira, en tu boca florece la inspiración y se acongojan los miedos, y en tus pupilas crepitan soles, lunas, astros y galaxias enteras.

¿Existe mayor patrimonio para la humanidad? ¿Joya de más valor? ¿Mujer, flor, palacio o universo que acapare más belleza que la tuya? No, claro que no.

Yo inmortalizaré tu casco antiguo, convertiré tus esbeltas columnas en un nuevo orden arquitectónico, propondré las arquivoltas de tu cabello como patrón para ornamentar portadas, y la silueta de tu pecho formará un novedoso arco apasionado, sólido y precioso.

Las nuevas construcciones replicarán el perfil de tu cuerpo, y en el futuro todas las ciudades del mundo se parecerán a ti. No habrá lugar en el mundo donde no se escuche tu nombre.

Iraultza Askerria

Mi universo

Photo - {author}
Has sido esculpida con trocitos del universo: polvo de estrellas, soles ardientes, enanas blancas y nebulosas de gas. La canción del cosmos a la puerta de tus labios y tus pensamientos surcando a la velocidad de la luz. Alrededor tuyo orbito como un planeta condenado a no alcanzarte, deseoso de que te unas a mí en una explosión agónica.

Iraultza Askerria

Cenicienta

Cristal. - Marcos de MadariagaCenicienta. Zapatitos de cristal. La corona que relumbra en tu frente. Los ojos… abiertos, pétalos, tesoros, estrellas, mansos ríos y agitadores vientos. Carmín derretido en la curva de tu sonrisa. Las mejillas frágiles…, pedazos de pan, caliente y húmedo de mi saliva, de mi ansia. Cuerpito de dócil fuego, ardiente arena, morena luz… ¡todo eso eres tú! Cenicienta por una noche, que al amanecer desapareces tras un sueño de cenizas y dolorosas nostalgias.

Iraultza Askerria

El bar

La mayoría de aquellos compartimentos ubicados a la izquierda estaban vacíos, puesto que sólo eran utilizados para buscar privacidad, ya fuese para enredarse con la falda de una camarera o para discrepar sobre temas trascendentales y arriesgados. La luz resultaba mortecina en aquella zona, bien alejada de las restantes mesas de la barra del bar.

Ésta estaba construida en la pared lateral de la estancia, a la derecha. Detrás, se ubicaban diversas estanterías repletas de botellas de vodka, ron, whisky y mil licores de todos los rincones del mundo. Los camareros asían y desasían los recipientes situados tanto sobre los anaqueles como bajo la barra, mientras los clientes consumían sus bebidas, algunos con ánimo juerguista y la mayoría con sobriedad tónica.

El escenario, que abarcaba el centro de la pared trasera, estaba flanqueada por un telón rojo. Tras él, se escondía el pasillo que conducía a diversas piezas y camerinos. En el centro del escenario, un empleado estaba arrodillado frente a los restos de una extensa mácula, fregando el lugar.

Además, la sala estaba provista de confortables lugares donde descansar: anaranjados divanes, tresillos y sillones de respaldo reclinable. Pero los emplazamientos más abundantes correspondían a mesas cuadradas y esbeltas rodeadas de cómodas sillas.

Ni una décima parte de los asientos del local estaban ocupados, incluyendo en tal cálculo los taburetes instalados frente a la barra. El recinto era enorme, y ni aunque todos los socios de Jesús se congregasen durante una noche, se conseguiría atestar el local.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria