La huella solitaria

Cuando el día se acaba - José Luis Mieza

En la blanca arena encontré una huella solitaria. Estaba en el centro de la playa, resguardada entre dos piedras que la habían protegido del impetuoso oleaje. Pura como una luna desamparada del firmamento, ausente como un latido de amor no correspondido.

Me sentí tentado ante esa huella solitaria, única. Parecía inamovible en medio de la playa, como si siempre hubiera estado allí. Las hermanas que debieron haber seguido sus pasos habían desaparecido de la arena tiempo atrás. Sólo quedaba ella: la huella solitaria.

Salvé las dos rocas y me arrodillé frente al pálido vestigio. Tenía forma de pie femenino, un treinta seis extendido perfectamente, con los dedos esbeltos y delgados y el talón enhiesto y orgulloso.

Me pregunté cómo serían las piernas de aquella desconocida, cómo sus nalgas, cómo su vientre, cómo sus pechos y cómo su cuello, cómo el rostro alzado sobre unos pies tan perfectos.

Concebí su figura en mi mente, ilusoria, imaginaria, una mentira que falsificaba la representación de la realidad. Tenía la urgencia de verla, de conocerla, de observar a la creadora de aquella huella en la arena, de aquel pie colgado de los cielos.

Así perseveré durante años: guardando la huella entre las rocas, paseando por la playa, buscando y midiendo el tobillo de cada muchacha que pasaba junto a mí. Pero no encontré a mi desconocida, nunca apareció.

Y de su existencia únicamente perduró una huella solitaria, como la sombra de un amor platónico.

Iraultza Askerria

Trabajo macabro

Photo - {author}Tras veinte años de profesión, el forense había enloquecido frente a aquel cadáver. El cuerpo había llegado a la sala de exploración con una etiqueta profética: “sujeto sin datos, proceder a su identificación clínica”. Un perro de caza le había destrozado la cara. Tras desvestir el cadáver y descubrir un simbólico tatuaje en la pantorrilla, no necesitó más para identificar a su hija.

Iraultza Askerria

Lámpara maravillosa

IMG_4616 - {author}Oírte respirar como a una lámpara maravillosa. En tu boca susurra un genio capaz de cumplir mil deseos. El aceite que suspiras te hace más luminosa y a mí me empalaga hasta el punto de no poder sobrevivirte. Te lamo las curvas mágicas de la inocencia, mientras crepita en mi corazón el ansia y tú materializas mis ilusiones con el pincel de tus encantos.

Iraultza Askerria

Redoma de beso rosa

Photo - {author}Redoma de beso rosa, ¡qué dominio de la daga en mi piel desplumada! Lanzas la sábana al crespado pubis y apaciguas su fortaleza con un roce húmedo. Cubren el pudor los cabellos negros y mis manos toman débilmente el rostro que se acuna en mi vientre. La órbita de un cometa atravesando el dormitorio azul, y una esfera titilante simulando una enana blanca. Vibra y brilla. Espasmos de átomos rotos entre jadeos de sangre.

Lame el gemido, mi hembra morena. Hombre desquiciado en su cerrazón ocular. Ver más allá de la realidad cuando es cierto lo imposible y el paraíso parece oasis terrenal. Simplificando el placer para derribar el odio, mientras sonríen los gases nobles en la polución del sexo.

Saliva diáfana contra diáfana saliva. Claroscuros de sabores entre aromas almizclados. La boca susurra un embudo y en la presión de una ventosa se inhibe la piel lacerada por la lengua. Oblicua punzada tras íntegra envoltura. Se queda abierta la sima y libre el pedestal, antes de otra profunda ingestión.

Y tan profunda…

… que se rompe la agonía en mil pedazos y el corazón se tambalea insolente, sin apenas pedir perdón ni permiso. Llora con un gruñido gutural mientras el beso rosa prosigue en su maestría. Explosión de llamas.
Tus labios teñidos de mí como una flor de azucena en su zigurat de luz.

Iraultza Askerria

Estrellas rotas

Photo - {author}Se rompen las estrellas. Lloran. Una ensordecedora explosión que nadie puede oír. Agujas pinchando la materia del universo solapadas por la incomprensión. Gritos sin eco. Amparo desvestido de ondas de luz. A nada puede agarrarse. ¿Qué hacer cuando se hunde para toda la eternidad?

Condenados a esparcir las memorias sin que nada las recuerde. El destino, mortuorio, prepara ya el lecho fúnebre: féretro podrido y, ante todo, putrefacto. Ni una plegaria, ni un clamor, ni una maldición frustrada. El mundo es ajeno al horror mientras él mismo se muere.

Iraultza Askerria

Avellana

Photo - {author}
Quiero pelarte como a una avellana, quitarte el sobrante de tu cuerpo y dejarte desnuda y pura, ante mi ávida mirada. Recorrer tu afrutada piel con la lengua, prodigando entre sus lunares y recovecos el claro color de la saliva. Como a una avellana seca, quiero abrirte con los dedos, lentamente, ayudándome de la boca para infundirte aliento. En esa humedad que te transmito, me deslizaré por tu diámetro desvestido hasta encontrar la punta rosa y extendida ante mí. Besaré y embriagaré tu cáscara fibrosa, haciendo madurar la sensación, haciendo que acreciente la pasión, haciéndote enloquecer en el inmenso placer de quererte.

Iraultza Askerria

El bolígrafo silencioso

Starting to write - DAVID MELCHOR DIAZTenía un bolígrafo en la mano y la mente ahíta de tinta seca, tiesa, tísica. Las palabras quedaban inmóviles ante la frigidez de los pensamientos y el bolígrafo escuchaba en silencio voces que no decían nada. Frente al artilugio prosaico, el papel blanco temblaba de frío, desnudo, desamparado, sin versos que pudiesen abrigar su enfermiza palidez.

Maldita inspiración la de aquel poeta incapaz de reencontrarse con su musa y componer así un soneto que pudiera salvar a la humanidad de una muerte segura. Pero el destino era caprichoso como el amor de una quinceañera, y al igual que el platonismo adolescente, aquel literato fue incapaz de imprimir una poesía con su bolígrafo silente en su papel desprotegido.

Al poco tiempo, el bolígrafo se quedó tan seco como la mente del autor y él más pálido aún que la hoja blanca.

Iraultza Askerria

El corazón enterrado

New Moon Over Carbon Hill - Keith WilliamsAl poco de enterrar mi corazón en el fondo del río, me sentí más relajado y ligero. Me quité un peso de encima, doscientos ochenta gramos de inútil músculo y una responsabilidad un tanto tediosa.

El lecho del río abrigaba ahora mi corazón moribundo, y yo abrigaba un sentimiento de pura libertad.

Aún recordaba el momento del apuñalamiento. Tuve que introducir el cuchillo por el costado izquierdo del busto, con cuidado de no quebrar las costillas o herir el pulmón, y luego extraer el corazón con un sutil movimiento de ventosa. Fue doloroso, sin embargo, no difícil.

En virtud de la higiene he de admitir que brotó poca sangre. Tampoco me quedaba mucha. La mayoría de mis humores habían sido consumidos por una arpía llamada Patricia. Preciosa ella, pero mala como un tumor en el pecho. Por ello, resolví quitarme el corazón.

Ahora el cáncer rojo se ahogaba en la corriente de agua, mientras yo sobrevivía con una frescura intransigente.

No, no perdí la vida. Por mucho que se afanen los médicos en afirmar lo contrario, el corazón sólo trae dolor y sufrimiento. Más vale desprenderse de él.

Sólo hay un pequeño inconveniente. Tras arrancarme el corazón me convertí en un asesino, en un violador, en un corrupto y en un usurpador sin escrúpulos.

Aunque supongo que es el precio que tiene que pagar la sociedad cuando uno de sus miembros ha perdido lo más precioso en la vida: el amor.

Iraultza Askerria

Aprender

Photo - {author}Insulsos fueron los besos que di a otras mujeres cuando los tuyos aguardaban a la vuelta del destino. Cuánto tiempo malgastado intentando conquistar a falsas damas cuya belleza apenas te alcanzaba el tobillo. No hablemos del carácter o la inteligencia.

Ahora que tú existes el amor antiguo se convierte en un ronco recuerdo desapasionado, indiferente, de aire evaporado, de caricias yermas. ¿Por qué arrugué mis labios en bocas hinchadas de gasolina? ¿Por qué recogí entre mis brazos cofres que carecían de tesoros? ¿Por qué pinté versos en pieles oxidadas y teñidas de fracaso?

Tú estabas ahí, expectante, silenciosa, ineludible e inagotable. Pronto acudiría mi corazón a tu pecho, y solo entonces comprendería lo que era una boca, un tesoro, un verso. Tú me enseñaste a amar y, aún más, a ser amado. Con las demás no aprendí nada. Contigo todo el conocimiento del universo quedó a mis pies.

Iraultza Askerria

Luz y sonido

Fotos Representación Carillon La vida se ha vuelto un baile constante de luz y sonido. Brillos consonantes en la espesura de la dicha, resplandores caprichosos que tornan a cubrirlo todo una y otra vez. Entre el espectáculo policromado, aparece un franco susurro, largo y tendido, que se expande en la atmósfera con una musicalidad inusitada. Se oyen las sílabas, las consonantes arden, se derriten las vocales y, en la fogosa melodía, llueven cristalinos agradecimientos y palabras. Saben a intelecto, huelen a mundo. Son la revelación.

La vida está colmada de esa luz y ese sonido. Esa luz que esparcen tus ojos y ese sonido que genera tu boca. En la visión y la oración, me someto como un parroquiano de tus virtudes, como un soldado de tu corazón, como un poeta de tu tinta.

Así sigo, día tras día, noche tras noche, persiguiendo tu luz, anhelando tu sonido, buscándote en los recuerdos y en los sueños y en los diarios que intercambiamos. Algún día sé que te encontraré, y entonces, ya nunca me alejaré de tu luz y sonido.

Iraultza Askerria