Soneto al sol mayor

Tardezita - Eduardo Amorim

Inmenso corazón que viste el cielo,
lanzando por doquier luciente rayo;
consigues puntüal que cante el gallo,
consigues que un caudal mane del hielo.
Redonda inmensidad, brillante anhelo,
deseo ovacionar tu luz de mayo,
cantar por tu honradez, ser tu lacayo;
teñirme de color dorado el pelo.
Hacerme digno ser de tu fulgor;
servirte al despertar el dulce albor;
las noches descansar bajo tu brazo.
Quisiera ser de ti una parte viva
Quisiera yo vivir contigo arriba.
Quisiera ser el sol de tu regazo.

¿Cómo escribir un soneto? – Ejemplo final

Venus - Sabrina CampagnaEn los artículos anteriores, repasamos los pasos teóricos para elaborar un soneto, ilustrándolo después con un caso práctico. Tras unos días de meditación y aportaciones, aquí os muestro el resultado final.

Texto en prosa

“Caminaba en la noche oscura y distante, como un vagabundo más. A lo lejos una luz blanca tomaba forma de mujer. Me acerqué a ella dubitativo, creyendo haber visto un ángel, un misterio de fuego, una vida de plata que se escapaba de mí. Pero al doblar la esquina, ella desapareció, tan rápida como había surgido. Desde entonces vago a la misma hora en la misma calle, buscando un recuerdo.”

Ángel de madrugada

Andaba yo en la noche tan oscura
igual que un vil ladrón de madrugada,
mas a lo lejos vi una iluminada
raíz tomando femenina altura.
Me aproximé al lugar con mi locura,
sutil zancada. Vida plateada,
angelito de dulce llamarada;
de mí ella se alejaba blanca y pura.
Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado a buscar mis ilusiones.

Conclusión

La elaboración de un soneto no es difícil siguiendo unos pasos primordiales. En primer lugar, la redacción de un pequeño texto a versificar; después una abultada recopilación de palabras claves, sinónimos y metáforas, y finalmente, la división paulatina del texto en catorce líneas para componer así versos de once sílabas con rima consonante.

Como siempre, la práctica y la buena voluntad es vital para concluir este ejercicio lírico. Un poco de esfuerzo y las ideas claras posibilitarán que cualquiera pueda escribir un soneto.

En definitiva, no digo más: ¡manos a la obra!

¿Cómo escribir un soneto? – Caso práctico

“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que
pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.”
Federico García Lorca

Textura poética

Antes de comenzar, quiero remarcar que escribir un soneto no es imposible, absurdo ni complicado. Sólo requiere tiempo, concentración y una íntima comunicación con el alma de cada uno, con el alma del poeta que todos llevamos dentro. Si en el artículo anterior explicaba los pasos teóricos para escribir un soneto, en éste intentaré plasmar dicho tutorial con un ejemplo práctico.

El tema o la idea principal

Lo primero es la elección de la temática. Puede ser cualquier cosa. Quizá lo más sencillo es buscar inspiración en recuerdos de amantes, amores y romances; una de las musas más suculentas para el poeta. A tal efecto, lo importante es comenzar a escribir, sin cesura, sin punto, sin salto de carro: que las ideas afloren. Intentemos formar un pequeño relato no superior a las cien palabras. Por ejemplo:

“Caminaba en la noche oscura y distante como un vagabundo más. A lo lejos una luz blanca tomaba forma de mujer. Me acerqué a ella dubitativo, creyendo haber visto un ángel, un misterio de fuego, una vida de plata que se escapaba de mí. Pero al doblar la esquina, ella desapareció, tan rápida como había surgido. Desde entonces vago a la misma hora y en la misma calle, buscando un recuerdo.”

Este texto que propongo se divide en cuatro partes: una introducción (el narrador vaga en la noche), un nudo (encuentra a una mujer), un desenlace (la persigue hasta que desaparece) y una conclusión (búsqueda eterna). Literalmente, esta estructura coincidirá con el primer cuarteto, el segundo cuartero, el primer terceto y el segundo terceto del soneto.

Palabras clave y sinonimia

Posteriormente debemos realizar un exhaustivo análisis de las palabras clave de nuestra pequeña narración. Una vez leído el texto, propongo lo siguiente:

Noche – vagabundo – encuentro – mujer – persecución – misterio– esquina – desaparición – vagar – calle – búsqueda – eternidad

Es una posibilidad, pero hay otras tantas. Seguro que se os ocurren mil variaciones. Lo importante es tener claro qué se quiere plasmar en el verso. Además, hay que buscar sinónimos, comparaciones o cualquier oración metafórica que sirva para profundizar en la idea a expresar.

Noche, vagabundo, ladrón de madrugada, perdido en la oscuridad, sombra ambulante. Visión de mujer, luz femenina, descubrimiento silencioso, encuentro de un ángel, forma de cuerpo. Persecución, seguir, laberinto de calles, frenético rastreo, desaparición final, nube invisible, búsqueda eterna, condena de espía, misterioso deseo agónico.

Aquí debemos escribir y escribir y escribir. Cuando luego intentemos elaborar los versos, nos remitiremos a estas ideas para lograr la composición final.

Primeras frases

Retornemos ahora al texto inicial. Lo dividiremos en cuatro bloques. Cada uno de estos se corresponderá con un futuro cuarteto o tercero. Además, separaremos cada bloque en varias líneas u oraciones, lo cual nos servirá como antecedente al verso.

– Bloque uno:

Caminaba en la noche oscura y distante
como un vagabundo más
a lo lejos una luz blanca
tomaba forma de mujer.

– Bloque dos:

Me acerqué a ella dubitativo
creyendo haber visto un ángel
un misterio de fuego
una vida de plata que se escapaba de mí.

– Bloque tres:

Pero al doblar la esquina
ella desapareció
tan rápida como había surgido.

– Bloque cuatro:

Desde entonces vago a la misma hora
en la misma calle
buscando un recuerdo.

Recordemos que el verso será endecasílabo. Algunas de las líneas anteriores superan por mucho las once sílabas y otras son muy breves. No importa. Ahora comenzaremos el trabajo del poeta de verdad.

Los cuartetos

Vamos a convertir los versos anteriores en versos endecasílabos, intentando mantener el acento en la sílaba 6 y en la 10. Tampoco hay que agobiarse en este proceso: queremos acercarnos a la métrica correcta, no al verso perfecto.

Como ayuda, podemos releer las palabras clave o frases del segundo punto, de tal forma que tengamos un gran abanico de posibilidades a la hora de reducir o alargar la oración.

Aquí estarían nuestros versos endecasílabos:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada.
Entonces vi a los lejos luces blancas
que tomaban la forma de mujer.
Me acerqué a ella, yo dubitativo
y silencioso. Pensé que era un ángel,
una vida de plata, un fuego dulce
que de mí se alejaba poco a poco.

¡Bravo! Métrica perfecta, aunque falla el acento métrico del verso 6; no importa. Ya tenemos unos posibles cuartetos en cuanto a estructura. Nos falta lo más difícil: la rima y mantener la forma y el sentido del verso.

Revisamos, a tal efecto, nuestras palabras finales. Actualmente son: oscura, madrugada, blanca, mujer, dubitativo, ángel, dulce, poco. Intentemos buscar rimas a las primeras dos palabras “oscura” y “madrugada”, cuyas terminaciones son bastante comunes en el castellano.


Oscura: pura, altura, locura, cura, bravura, estructura, factura, insegura,
Madrugada: desposada, nevada, apocada, templada, llamarada, plateada, llamada

Procedamos a añadir alguna de las palabras anteriores al final de nuestros versos. Busquemos significados similares:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada
mas entonces vi a los lejos luces blancas / nevada
que tomaban la forma de mujer / altura.
Me acerqué a ella, yo dubitativo / insegura
y silencioso. Pensé que era un ángel, / plateada
una vida de plata, un fuego dulce / llamarada
que de mí se alejaba poco a poco / pura.

Ahora rehagamos el verso con las nuevas palabras, componiendo versos endecasílabos de rima ABBA.

Caminaba en la noche tan oscura
parecía un ladrón de madrugada
mas entonces vi a lo lejos nevada
luz que tomaba femenina altura.
Me aproximé con zancada insegura
y silencioso. Vida plateada,
era un ángel de dulce llamarada
que de mí se alejaba blanca y pura.

Los tercetos

Realicemos ahora los tercetos, elaborando primeramente los versos de once sílabas, como en el punto anterior:

La seguí hasta doblar la última esquina
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
Ahora siempre a la misma hora vago
buscándola en los mismos callejones
condenado a una búsqueda infinita.

Casualmente, riman dos versos (2-3). Si mantenemos esta rima, debemos ceñirnos a la siguiente estructura de tercetos: CDD – CEE.

Busquemos por tanto sinónimos para “esquina” y “vago”, que deberán rimar, y para “callejones” e “infinita”. Si las palabras no aparecen, será suficiente con transformar el verso manteniendo el significado de la frase, buscando así nuevas formas de rima.

Esquina, rincón, calle, recodo, callejón, rúa, callejones
vago, deambulo, camino, ando, marcho, corro, recorro
búsqueda infinita, exploraciones, persecuciones

Aquí algunos versos alternativos:

La seguí hasta doblar la última esquina / la perseguí hasta el final del callejón / hasta el final la estuve persiguiendo
Ahora siempre a la misma hora vago / En el mismo lugar y a la misma hora / En el mismo lugar y hora corriendo

Este proceso puede ser largo, pero finalmente el esfuerzo se traducirá en dos tercetos con rima consonante y métrica regular:

Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado entre mil persecuciones.

Conclusión

Podemos tachar los tercetos de simplistas por el uso de derivaciones verbales, pero dado que se trata de un pequeño tutorial, no vamos a adentrarnos en la “perfección” poética. Este texto sólo pretende servir de esbozo, de guía, no reemplazar a los manuales teóricos de poesía y estilo.

En definitiva, demos por finalizado el soneto con la siguiente forma:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada.
Mas entonces vi a los lejos nevada
luz que tomaba femenina altura.
Me aproximé con zancada insegura
y silencioso. Vida plateada,
era un ángel de dulce llamarada
que de mí se alejaba blanca y pura.
Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado entre mil persecuciones.

Ahora cada instinto de poeta debe leer este incipiente soneto y mejorarlo cuanto pueda, ya que en realidad, se trata de una borrador final, no de un soneto final. Personalmente, hay sonetos que después de dos años he releído y modificado, mejorando sustancialmente su estructura. Por ello, recomiendo dejar reposar el soneto durante al menos un par de días, y después retomarlo con la mayor de las ilusiones.

En el siguiente artículo publicaré la versión final del soneto. Si os place, podéis ayudarme con el título del mismo o aportar posibles mejoras.

Gracias por la participación.

¿Cómo escribir un soneto? – Pasos teóricos

“Lo complicado no es escribir poesía, sino que se lea.”
José Corredor Matheos

Henry David Thoreau quote - Library Way - NY City - Kathleen Tyler ConklinPosiblemente, conozcáis de antemano la estructura poética del soneto: su métrica, su rima, sus variantes, sus autores más emblemáticos, y os hayáis peleado con la elaboración de uno de estos poemas.

Sea como fuere, tal vez sea el soneto la estructura poética más perfecta; aunque esto, claro está, es subjetivo. Dicha etiqueta solo puede ser impuesta por los cánones del momento, que naturalmente, mudan y cambian a lo largo de la historia.

En cualquier caso, el soneto sigue presente en el mundo poético, y pocos autores habrá que no se hayan enfrentado a la confección de uno. En una serie de pasos, trataremos de adentrarnos en cómo escribir un soneto.

El tema o la idea principal

Antes de empezar, hay que concentrarse en un pensamiento intimista, una emoción, un recuerdo. Puede ser cualquier cosa, desde un beso amargo hasta el roce de una ola. Cuando la idea aparezca, se debe desarrollar un pequeño texto de no más de cien palabras.

Este microrrelato deberá responder a la siguiente estructura narrativa: una introducción, un nudo, un desenlace y una conclusión. Literalmente, estos bloques coincidirán con la constitución del soneto: primer cuarteto, segundo cuartero, primer terceto y segundo terceto.

Una vez dispongamos de este prosaico borrador, podemos seguir con el siguiente punto.

Palabras clave y sinonimia

Previo a la búsqueda de la perfección métrica y la rima consonante, hay que anotar las palabras clave del futuro soneto, que no tienen que estar necesariamente escritas en el texto anterior.

Una vez asimiladas estas palabras clave hay que proceder a una búsqueda infatigable de sinonimias, metáforas o comparaciones que guarden el mismo significado. Cualquier idea, cualquier esbozo de creatividad, cualquier imagen será bienvenida.

Este paso es vital. ¿Por qué? Porque los versos requerirán toda imaginación posible. No es fácil lograr un verso perfecto que contenga rima consonante, métrica endecasílaba, acento rítmico y lirismo.

Primeras frases

La siguiente pauta a seguir es dividir el microrrelato original en cuatro bloques. Los primeros dos bloques deben disponerse en cuatro líneas cada uno. Los últimos dos en tres. Esto sustituirá a los versos del soneto.

Si aparecen frases demasiado largas o demasiado cortas, no hay que preocuparse. La poesía esconde recursos literarios como el encabalgamiento o la aliteración, lo que nos permitirá prolongar una oración en dos versos o repetir estructuras sintácticas.

Los cuartetos

Este paso se centrará exclusivamente en los primeros dos bloques, que se convertirán definitivamente en cuartetos endecasílabos de rima consonante.

Para ello, inicialmente, se transformará cada línea en un verso de once sílabas. Como ayuda, hay que tornar a las sinonimias del segundo punto que permitirán cambiar estos enunciados por otros, manteniendo el mismo significado pero aportando nuevas estructuras prosódicas.

Una vez completada la métrica endecasílaba, se debe trabajar en la rima. A este efecto, se buscarán las palabras finales de los versos endecasílabos, averiguando rimas que puedan prevalecer. Terminaciones como “-ado” o “-ido” son muy numerosas, al igual que otras como “-elo”, “-ero”, “-ón” y “-or”. Por el contrario, hay términos que un poeta no debería utilizar, como la mayoría de las esdrújulas (espíritu, ánima) o palabras llanas con dos consonantes consecutivas (dulce, calma).

Tras seleccionar la rima, se hará un análisis de palabras que compartan esta terminación silábica, recopilando una pequeña serie de vocablos rimados. Se optarán por aquellos que conserven un significado similar al final de los versos o que incluyan las ideas clave del soneto.

Una vez hallados, se intercalarán estas nuevas palabras al final de los versos, reconstruyendo, si fuera necesario, la métrica.

Finalizado este arduo trabajo, el poeta tendrá ante sus ojos dos cuartetos de rima consonante y métrica endecasílaba.

Los tercetos

El proceso de gestación de los tercetos es idéntico al de los cuartetos. Primero transformarlo en versos endecasílabos, posteriormente escoger la rima y buscar términos afines, y finalmente insertar estos vocablos rimados al final de los versos.

Sólo hay que tener en cuenta que los tercetos ofrecen mayor variedad que los cuartetos en cuanto a rima se refiere: CDD-CDD, CDE-CDE, CDC-DCD, CDC-EDE y otras variantes.

Conclusión

Estos pasos ayudarán a elaborar un soneto en su correcta forma y medida. Quizá, al principio, pueda parecer complicado, especialmente a la hora de incluir la rima, pero con práctica, tiempo y buena voluntad, se puede conseguir. La experiencia en la poesía es tan buena aliada como un diccionario.

Como anexo a este texto, publicaré próximamente un artículo práctico de elaboración de sonetos. En él, seguiré el orden expuesto en este texto para conformar paulatinamente los cuartetos y los tercetos del poema, dando forma definitoria a un soneto clásico.

Espero que pueda servir de ayuda.

Mi ángel, mi demonio

Fields of gold - Kathryn

Me derrites el alma, corazón congelado.
Eres ardiente y húmeda en mis brazos de cal.
Pedacito de río y desierto eternal
como un mundo en dos tierras cercenado.
Elixir de mïeles ponzoñoso y letal.
La caricia que araña por rencor olvidado.
Colibrí que armoniza como un cuervo obcecado
que al punto llegará el juicio final.
Princesa de las sombras tu carne esta afilada.
Cuchilla, filo hiriente, corola floreciente.
Sedosa piel morena, broquel hecho de acero.
Robando el ying y el yang, demonio y eres hada,
blanca pálida mente, oscuro y frío ente.
Mi amor y mi dolor; mi infierno y mundo entero.

Iraultza Askerria

¿Qué es un soneto?

“Un soneto perfecto vale por un largo poema.”
Nicolás Boileau

Poesía

Seamos simples: un soneto es la estructura clásica de la poesía culta, compuesta por catorce versos de once sílabas y dividida a su vez en cuatro estrofas; la primera y la segunda formada por cuatro versos (cuartetos) y las últimas dos por tres versos (tercetos); y provista además de rima consonante de tipo ABBA ABBA CDE CDE, aunque la de los tercetos es variable.

Así de sencillo. Cualquier otro intento de definición no son más que florituras y añadidos detallistas, lo cual me encanta y resulta indispensable para conocer las variantes, requisitos y arquetipos de esta forma poética italiana.

Veamos un ejemplo de soneto:

 

Un soneto me manda hacer Violante, (11A)
que en mi vida me he visto en tal aprieto; (11B)
catorce versos dicen que es soneto: (11B)
burla burlando van los tres delante. (11A)

Yo pensé que no hallara consonante (11A)
y estoy a la mitad de otro cuarteto; (11B)
mas si me veo en el primer terceto (11B)
no hay cosa en los cuartetos que me espante. (11A)

Por el primer terceto voy entrando (11C)
y parece que entré con pie derecho, (11D)
pues fin con este verso le voy dando. (11C)

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho (11D)
que voy los trece versos acabando; (11C)
contad si son catorce, y está hecho. (11D)

Lope de Vega

 

Métrica y acento rítmico

Es fácilmente visible la estructura formada por dos cuartetos y dos tercetos, además de los versos endecasílabos (once sílabas), que he anotado junto a este poema de Lope de Vega. Por tanto, este ejemplo es un paradigma del soneto clásico: el soneto por antonomasia. No hay más que enumerar las sílabas de cada verso, respetando la sinalefa, para cerciorarse de la métrica correcta.

Además, he subrayado en cada uno de los versos una sílaba en concreto: se trata de la sílaba número seis, sílaba que en los endecasílabos debe estar acentuada; se considera que es un acento rítmico. Aunque pueda parecer una incongruencia, el acento rítmico de la sílaba seis, es más importante que la propia rima.

Para comprobar esto, cambiemos el primer cuarteto, no respetando el acento rítmico de la sexta sílaba:

Un soneto mándame hacer Violante,
que en mi vida nunca vi tal aprieto;
catorce versos tenemos soneto:
van, burla burlando, los tres delante.

Si se lee con atención, se percibirá un sonido inarmónico, una caótica confusión en el tercer verso, algo que nos obliga a cortar la lectura debido a la traba que supone el acento rítmico de la séptima sílaba. Los restantes versos disponen el acento rítmico en la sílaba cinco. Ninguno se marca en la sílaba seis, que es la regla universal del verso endecasílabo.

Ahora bien, como toda regla universal, puede infringirse, estableciéndose el acento rítmico en el verso 5, en el 4 y 8, etc. Pero sea cual sea el elegido, es primordial mantener una estructura fija para no obstaculizar la lectura y marcar el soneto con un ritmo musical y acompasado.

La rima

La métrica contempla la clásica estructura del endecasílabo, incluyendo su acento métrico de la sílaba seis. La rima es igual de respetuosa con el clasicismo del siglo de oro de las letras españolas.

Los cuartetos conforman la sucesión rimada de ABBA ABBA. Es la más extendida, aunque no la única. También es aceptable la forma ABAB ABAB, en cuyo caso los cuartetos se denominan serventesios.

Los tercetos son algo más complejos. Su rima se encadena entre uno y otro verso formando estructuras rimadas del tipo CDE-CDE, CDC-DCD y otras menos extendidas. Desde mi modesto punto de vista, la elaboración de un terceto es más complicada que la de un cuarteto, razón por la cual hay que tener muy clara la rima que se va a emplear.

Sea cual sea la elección, es importante elaborar el verso con rima consonante.

Las variantes

Hasta aquí se ha estudiado el soneto clásico, el mismo que nos legaron Lope, Quevedo y Góngora. Desde entonces, han transcurrido siglos y el soneto ha adquirido nuevas formas y diseños, desde el soneto alejandrino de Ruben Darío hasta el soneto polimétrico de Manuel Machado, sin olvidarnos de sonetos de arte menor conocidos como sonetillos de ocho, siete… y hasta tres sílabas. También se componen complicadísimos soneto con eco, del cual os cedo un ejemplo, o el prolongado soneto con estrambote.

Mil y una formas que nos demuestran la variedad de la poesía, y que siempre queda algo por inventar en un arte tan versátil como éste. Si quieres saber más sobre el soneto te recomiendo la lectura de un artículo histórico dedicado a sus orígenes y, si te atreves a escribirlo sigue mis consejos en cómo escribir un soneto.

Iraultza Askerria

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Se trata de una poesía de Rubén Darío que uno lee dubitativo y termina devorándola enamorado. Ese poema es sentimiento, es acción, es recuerdo y pasión. Es un relato en verso y un diálogo con el alma del poeta. Es casi una obra de teatro comprimida en versos heptadecasílabos, métrica que se aleja del estándar de los sonetos.

Empieza así:

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.

Este nicaragüense ratificó el verso alejandrino como un emblema del modernismo y se destacó magistralmente en su empleo. Recordemos que el verso alejandrino consta de catorce sílabas, separadas en dos hemistiquios independientes de siete. Si el lector observa la métrica del verso anterior, notará que no se tratá de un endecasílabo, ni tan siquiera de un alejandrino. ¡Se trata de un verso de diecisiete sílabas!

Veamos el segundo verso:

En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.

Si enumeramos las sílabas estrictamente, nos encontramos con un total de dieciséis, contando la sinalefa incluida entre las palabras “bajé” y “al”. No obstante, el verso es en realidad heptadecasílabo, ya que debemos asimilar y diferenciar dos hemistiquios, existiendo una cesura entre las palabras “quietud” y “bajé”.

Por ello, el verso se divide en dos partes: “en busca de quietud”, siete sílabas puesto que es de terminación aguda, y “bajé al fresco y callado jardín”, de diez sílabas por la misma razón. Ambos hemistiquios repiten la métrica del verso inicial: diecisiete sílabas.

Igualmente, consideremos el último verso del primer cuarteto:

como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

Si contamos las sílabas de este verso respetando una supuesta sinalefa entre las palabras “ébano” y “un”, alcanzamos la cifra de diecisiete sílabas (métrica que se repite durante todo el soneto). A pesar de esta coincidencia, debemos distinguir el verso como dos hemistiquios separados entre la palabra “ébano” y “un”. Por tanto, no existe sinalefa. El primer hemistiquio de ocho sílabas “co-moin-crus-ta-doen-é-ba-no”, se reduce a siete por la postrera palabra esdrújula. El segundo hemistiquio, de diez sílabas gracias al acento agudo final, completa este verso heptadecasílabo.

Podríamos examinar todo el soneto y comprobaríamos que todos los versos respetan la misma métrica. Algunos hemistiquios juegan con palabras esdrújulas, otros son oxítonos. Todos ellos terminan sumando, de una u otra manera, diecisiete sílabas. Un poema compuesto por catorce versos heptadecasílabos.

Los versos heptadecasílabos que introdujo Rubén no son sólo innovadores, sino una demostración de la capacidad creativa, rítmica y melódica de su autor. En este soneto, los acentos de cada verso galopan al unísono sin dejar atrás al compañero anterior o posterior. Son una caballería bien entrenada bajo los jinetes de las palabras.

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Iraultza Askerria

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El Reino de Castilla estaba sumido en una cruenta guerra contra las taifas musulmanas de al-Ándalus, cuando en Italia comenzaba a gestarse una forma poética que llegaría a conquistar todos los rincones de Europa occidental. Hablamos del soneto.

Los albores silicilianos

El soneto nació en Sicilia de la mano de Giacomo da Lentini, un poeta y notario nacido a principios del siglo XIII y fallecido en torno al año 1260. A él se le atribuyen 22 sonetos y ser uno de los máximos representantes de la Escuela Siciliana. La identidad de Giacomo da Lentini como artífice del soneto es naturalmente dudosa, como otros tantos capítulos de la historia. A pesar de todo, la estrofa ya estaba documentada en 1220, año que coincidiría con la juventud de este siciliano.

En cualquier caso, la nueva estructura poética viajó rápidamente por Italia, primero al sur y luego a las regiones centrales. Aquel incipiente soneto presentaba una métrica endecasílaba y una rima con la forma ABAB – ABAB – CDE – CDE.

La madurez del soneto

En la toscana, Guittone d’Arezzo (1235 – 1294) introdujo una variante en los cuartetos, utilizando la rima abrazada (ABBA); de él se conservan 250 sonetos. Contemporáneo de éste fue Guido Guinizelli (1230 – 1276), uno los escritores italianos más influyentes de la época y precursor de una nueva estirpe de poetas conocida como Dolce stil novo.

A esta generación de la segunda mitad del siglo XIII pertenecen autores como Guido Cavalcanti, Cino da Pistoia, Lapo Gianni o Dante Alighieri. Todos ellos cultivaron en mayor o menor medida el soneto. De éste último destaca la obra Vita nuova, donde Dante ensayó el soneto en honor a su amada Beatrice Portinari.

El gran sonetista

A principios del siglo XIV nació Francesco Petrarca. Es, sencillamente, el paradigma del soneto, el sonetista por excelencia. Su influencia es enorme en la poesía occidental ya que originó una nueva corriente conocida como petrarquismo. En su Cancionero aparecen 317 sonetos dedicados a su idealizada Laura. Estos poemas están compuestos por cuartetos, no serventesios, y tercetos de rima variada, una estructura que terminará inspirando a los autores castellanos. Por tanto, fue Petrarca el que dispuso la estructura definitiva del soneto.

Nuevos horizontes

Casi dos siglos de itinerario fueron necesarios para que el soneto se consolidara como una de las formas más notables de componer poemas. La métrica endecasílaba y la rima consonante señalaban un estilo noble y culto; sólo al alcance de los mejores poetas.

Pero a finales del siglo XIV el soneto sólo se había afincado en Italia, aunque no habría que esperar mucho más para empezar a leerlo en otros países europeos. Pero eso ya es otra historia.