Soneto al sol mayor

Tardezita - Eduardo Amorim

Inmenso corazón que viste el cielo,
lanzando por doquier luciente rayo;
consigues puntüal que cante el gallo,
consigues que un caudal mane del hielo.
Redonda inmensidad, brillante anhelo,
deseo ovacionar tu luz de mayo,
cantar por tu honradez, ser tu lacayo;
teñirme de color dorado el pelo.
Hacerme digno ser de tu fulgor;
servirte al despertar el dulce albor;
las noches descansar bajo tu brazo.
Quisiera ser de ti una parte viva
Quisiera yo vivir contigo arriba.
Quisiera ser el sol de tu regazo.

Todo cuanto eres

Los ríos de la vida,
las venas de tu cuerpo,
que en tus piernas tan suaves
me roban el aliento.

Los ojos cual estrellas
el fruto del momento,
que a todas las princesas
superan en ejemplo.

En tus labios de fresa
dulce néctar aprecio,
tan sabroso en mi mente
que sin ellos… ¡me muero!

Las manos, dulce seda,
atrapándome el pecho,
como una luna llena,
me repletan por dentro.

Tu rostro de angelito
una obra de arquitectos,
hermoso como un mito,
tan rico como un sueño.

Y esa voz, que como el vino,
engrandece el sentimiento,
cuanto más llega a mi oído
tanto más sé que te quiero.

Todo eso tú lo eres
y aún más podré contarte,
que versos habrá siempre a
la mayor obra de arte.

Iraultza Askerria