Y ahora te lamentas

I just want to be happy. - .bravelittlebirdNunca quisiste creerme, nunca confiaste ciegamente en mí, nunca hiciste caso de mis opiniones, y mis consejos no valían nada.

Y ahora te lamentas.

Fui tu conocido, tu compañero, tu amigo, tu amante, tu amor, tu amante, tu amigo, tu compañero y tu conocido, y a pesar de tantos años de proximidad, nunca diste crédito a mis palabras.

Y ahora te lamentas.

Tú procurabas contradecir mis argumentos, particularizando la palabra clave, saliendo por la tangente, defendiéndote entre ataques, gritos, calumnias, desplantes y acusaciones. En definitiva, sacando toda la mierda del pasado.

Y ahora te lamentas.

Te lo advertí con una única preocupación: protegerte de ti misma; pero daba igual. Oídos sordos a palabras ciegas.

Y ahora te lamentas.

Creaste falsas expectativas en tus falsos amigos que se creían tus falsos amantes, confiando en que se encontraban a un paso de tu falsa correspondencia, cuando en realidad sólo daban pasos en falso.

Y ahora te lamentas.

Ellos te rindieron sus secretos, sus miedos, sus ilusiones, quiénes fueros las mujeres de su vida y cuáles los mayores errores del pasado. Desnudaron el alma, queriendo desnudarse el cuerpo y quedaron a merced de tu abrigo, ese que siempre guardabas para algún desconocido.

Y ahora te lamentas.

Porque todos te abandonaron, todos. Aunque te hubieran jurado fidelidad y amor eterno, todos ellos desaparecieron de tu vida tras dos años de perseverancia.

Y ahora te lamentas.

Ninguno queda ya, ninguno. Estás sola, arrugada, pálida, sin amigos, sin amantes, sin amores. No hay nadie que te mime, que te compre, que te llore, que te auxilie. No hay nadie que te quiera.

Y ahora te lamentas.

Y mira que te lo advertí, ¡mira que te lo dije! Los perderías a todos si les tratabas igual que a mí. Pero hiciste caso omiso.

Y ahora te lamentas.

Iraultza Askerria

Por lo que merece la pena vivir

 - Adriano Agulló

Al tiempo que el muchacho deambulaba junto a la orilla de la playa, evocó, tan tangiblemente que volvió a sentir los latidos en su pecho, aquellas caricias y aquellos besos que le arrancaron el alma y el corazón. Durante aquellas noches del estío en las cuales vagaron solos por la arena, fue el chico más feliz del tiempo, no sólo de la historia; y la playa el más sublime paraíso que Dios nunca hubiese podido crear, como tampoco pudo crear una mujer tan perfecta. Ella fue una diosa, reina de las olas, musa de la arena, trompeta de fragante aroma.

La había amado apasionadamente y con la sinceridad de unos votos de eternas promesas, nunca quebrantadas. Había soñado despierto durante aquellas noches, abrazado a su cuerpo, hermanado a sus labios. La había amado y había sido correspondido. Había sido feliz.

Pero ahora… El presente devoraba su dicha y lo suplía de pesar y tormento, crudas razones del averno que en el mundo terrenal tomaban aspecto de gritos y lamentos, de lágrimas sin aliento. Las heridas de su corazón seguían sangrando como al principio, manchando la saliva de sus labios jóvenes y arrebatándole la gracia de su juventud, la lozanía y el vigor de su espíritu mozo, todo por lo que merecía la pena vivir.

Ella había muerto.

Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria