Siete meses de poesía

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Han pasado siete meses desde que acaricié tu rostro de porcelana, desde que abrí tus Puertas Esceas con los dedos, desde que tomé entre los labios los trocitos de tu alma. Todavía recuerdo esas primeras caricias inundadas con el posible miedo al rechazo, y la mucha esperanza que me instaba a esperar lo mejor de ti. Y así fue.

Han pasado siete meses en los que he adelgazado de odio para engordar de amor. Seguro que a ti te ha ocurrido lo mismo. Hemos comido aquí y allá, hemos bebido de la lluvia y del océano y nos hemos comido y bebido mutuamente, dejando un poquito para la cena y el desayuno. Aún dispondremos de cien mil banquetes en los que alimentarnos.

Han pasado siete meses desde que comprendiera que eras la mujer de mi vida. En ese tiempo, conocí a tus padres, a tus abuelos, a tus tíos, a tu hermano, a tus amigos y amigas, a tu tierra, a tu cama, a tus fotos de niña, a tu risueño saludo de bienvenida, a tu gato, a tu incapacidad para mantener el orden de una habitación y a tu divertida perra. Nunca supe tanto de una persona en tan poco tiempo y nunca tan poco fue el tiempo necesario para conocerte mejor que nadie. Uña y carne, viento y nube, sol y luna, sal y mar, norte y sur, cielo y tierra, ¿qué somos tú y yo sino siete meses de poesía?

Iraultza Askerria

Sus últimas palabras

malinconia su carta. - chiara baldassarri«Fin». Escribió. Luego dejó la pluma en el tintero. Volvió a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando su nombre y apellido con una artística caligrafía. Se vistió la cazadora de piel, el sombrero negro y los zapatos. No se olvidó de coger la carta antes de abandonar la habitación. Una vez la tuvo entre la manos, abrió la puerta, se subió a la barandilla del balcón y se lanzó al vacío. Lo último que quería decirle al mundo ya estaba escrito.

Iraultza Askerria

Volarán las lucientes golondrinas

Photo - {author}Volarán las lucientes golondrinas a tu terraza, donde un mensaje dejarán. Sus alas vibrarán frente a los cristales, y a ti, ¡hermosa!, te despertarán. Correrás a leer aquella epístola, en tu corriente soledad. Volarán mis palabras a tu flor de boca y por la tarde bajarán… a tu vientre de pan y tapa, donde el alma te abrirán. Llorarás feliz al leer la carta y en el rocío de las lágrimas me verás, porque apareceré entonces de la nada, como magia, para poderte besar.

Iraultza Askerria

Gramática ministerial del siglo XXI

Se ha formado un pequeño revuelo en torno a una carta remitida por el Ministerio de Cultura. En la misiva, se ensalza la literatura, recordando que hoy se celebra el Día Internacional del Libro. La polémica ha sido suscitada por las incontables faltas ortográficas y gramaticales que abundan en la carta. Algo inaceptable tratándose de José Ignacio Wert, Ministro de Educación, Cultura y Deporte.

Lo cierto es que después de revisar la correspondencia, cuya lectura se vuelve especialmente trabada del segundo al cuarto párrafo, no comprendo como se han podido pasar por alto estas sobresalientes incongruencias. Teniendo en cuenta la eficacia de los correctores ortográficos de las suites ofimáticas y de que todo hispanohablante sabe que se escribe en mayúscula toda letra que sigue a un punto, no me entra en la cabeza que algo así haya podido suceder. Por tanto, no me queda más alternativa que suponer, deducir y conspirar:

Doy por hecho que la carta no ha sido escrita por el ministro y que posiblemente ni siquiera la haya leído en profundidad; de lo contrario, no tendría sentido que hubiese permitido su publicación. También afirmo que ningún escrito puede relatarse sin cometer ningún error gramatical de primera mano -la perfección, si existe, pertenece a Dios-. Así que sólo se me ocurren dos cosas. Uno: la carta ha sido escrita apresuradamente sin ayuda de correctores ortográficos o revisiones exhaustivas. Dos: se han omitido las rectificaciones voluntariamente para incentivar el morbo, la polémica y desviar la atención ciudadana de cuestiones importantes.

En cualquier caso, no acepto de ningún modo las críticas tan acerbas que se han venido realizando alrededor de esta noticia. Al menos, no de un modo tan desmesurado y destructivamente ofensivo. Sobre todo por parte de los internautas ¿Por qué? Porque los propios usuarios son los primeros en desacreditar su expresión escrita, tal y como nos demuestran los mensajes del Twitter, del Facebook y de cualquier SMS. La escritura del siglo XXI es lamentable. Ni más ni menos.

Muchos me argumentarán que primero debe aprender el Ministro de Cultura a escribir bien; luego, ya lo harán ellos. Yo digo que ojalá los jóvenes de este país escribiesen la mitad de bien de lo bien que está escrita la famosa carta.

Quien quiera defender su analfabetismo enorgulleciéndose de los errores de la declaración de Wert, que lo haga. Quizás eso sea precisamente lo que quiere el gobierno.

Iraultza Askerria