Escribo a ratos, cuando la melodía de la brisa es lo único que acompaña mi soledad. Escribo a ratos, cuando mi chica inexistente se queda dormida bajo el pincel de las tinieblas.
Escribo a ratos, cuando el vacío de tu ausencia me recorre por dentro, matándome.
Escribo a ratos, ante el agónico fracaso de ver morir mis ilusiones bajo un trozo de cristal.