Luz y sonido

Fotos Representación Carillon La vida se ha vuelto un baile constante de luz y sonido. Brillos consonantes en la espesura de la dicha, resplandores caprichosos que tornan a cubrirlo todo una y otra vez. Entre el espectáculo policromado, aparece un franco susurro, largo y tendido, que se expande en la atmósfera con una musicalidad inusitada. Se oyen las sílabas, las consonantes arden, se derriten las vocales y, en la fogosa melodía, llueven cristalinos agradecimientos y palabras. Saben a intelecto, huelen a mundo. Son la revelación.

La vida está colmada de esa luz y ese sonido. Esa luz que esparcen tus ojos y ese sonido que genera tu boca. En la visión y la oración, me someto como un parroquiano de tus virtudes, como un soldado de tu corazón, como un poeta de tu tinta.

Así sigo, día tras día, noche tras noche, persiguiendo tu luz, anhelando tu sonido, buscándote en los recuerdos y en los sueños y en los diarios que intercambiamos. Algún día sé que te encontraré, y entonces, ya nunca me alejaré de tu luz y sonido.

Iraultza Askerria

A las llagas de la memoria

Yo, situado a unos metros del escenario, podía vislumbrar a los músicos y a la mayor parte del público: jóvenes rostros que sacudían la cabeza y el cuerpo con el alegre vaivén de la festividad cotidiana. Aquello parecía una reunión familiar, una íntima ceremonia, el casamiento entre la libertad y la noche que se habían amado durante siglos enteros, y que ahora se desposaban bajo un rocío de voces privilegiadas que cantaban al unísono.

Y entonces la vi.

Justo cuando terminó la canción, la vi.

Vi venir su imagen hacia mí como un huracán súbito e imparable, como el brazo irrefrenable de un maremoto, como la sacudida rabiosa de un catastrófico seísmo. Fui arrastrado a las llagas de la memoria, donde todo lo penetrante produce un profundo dolor en el espíritu y en el corazón, muy lejos del pasajero estremecimiento sentido apenas por la mente.

Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria