Me parece ésta una semana agitada, políticamente hablando. Los chismes se reproducen como plagas y las catástrofes acechan en cada titular de los periódicos. Desde el codiciado petróleo de Argentina hasta las selvas africanas de Bostwana, donde un tierno elefante yace abatido por la puntería de un rey. Una pena que su nieto no haya heredado la misma habilidad. Con todo esto, muchos de los diarios actuales han tratado de diferente manera la monarquía, ya sea para defender su institución o atacar a alguno de sus integrantes. En esto pienso, cuando recuerdo la última vez que coincidí con el rey español, en un acontecimiento público. Acaeció en la pálida Cádiz durante el bicentenario de la Constitución de 1812, La Pepa. Yo me encontraba en el Oratorio San Felipe Neri, acompañando a los coordinadores de mi partido político. Nuestro apoyo a la democracia era incuestionable y así queríamos demostrarlo acudiendo a aquella importantísima cita; una constitución, sea o no la más progresista, siempre debe ser honrada.La celebración transcurrió sin incidentes y sorpresas, con discursos ensalzadores y retazos históricos. Hasta que el rey Juan Carlos I tomó la palabra. Recuerdo que en ese momento mi corazón comenzó a clamar por la Constitución de 1931. Quizá por ello, haya olvidado el contenido de la arenga del monarca.
Lo que recuerdo con exactitud, y quizá fue lo que me despertó del pasmo, es como el público estalló en un aplauso al término del discurso del rey. Yo, por mi parte, contribuí a la ovación, con mi espíritu republicano y a pesar de que alguno de mis camaradas no lo hizo. Yo aplaudí, ¡claro que sí! ¿Y por qué? Porque acostumbro a aplaudir a los oradores de discursos, por simple respeto. Esgrimí el mismo gesto con el presidente del gobierno y con el doloroso gol que nos marcaron en la final de copa, años atrás. Simplemente, respeto. Nada más. El respeto es la base del progreso democrático. A pesar de no defender la monarquía, tengo el deber de respetarla. Y viceversa.
Por eso aplaudí.
En esto estaba pensando, cuando me encuentro con un profético titular del diario ABC. En sus párrafos, leo lo siguiente:
El ministro no consideró necesario que PP y PSOE alcancen un Pacto de Estado sobre la institución de la Monarquía y recordó que todos los grandes partidos han «escenificado su apoyo a la Corona» con los aplausos cerrados que han brindado al Rey en fechas recientes. Primero, en la inauguración de la actual legislatura y, después, con motivo de la celebración del bicentenario de la Constitución de Cádiz.
ABC
Entonces vuelvo a recordar mi aventura en la hermosa Cádiz: mis manos ovacionando al rey orador y mis compañeros cruzados de brazos. Sólo por eso se considera que apoyo a la Corona. Errónea interpretación.
La próxima vez ya sé que NO tengo que hacer.
Iraultza Askerria