Tus palabras se han escapado, indomables y bohemias. Se han ido lejos, al otro lado del mundo, donde la realidad se confunde con los sueños y los sueños rozan la atemporalidad de la muerte. Allá te fuiste, prometiéndome que regresarías algún día.
Sabía yo que nunca más volvería a verte. Pero aún así, te dije: “esperaré”.
Y aquí estoy ahora, aguardando a un desaparecido, a un vagabundo, a un inexistente ser que fue en busca de aventuras porque la vida le parecía aburrida. Seguramente, encontrarás en la muerte la emoción que buscabas.
Yo estoy condenada a la nostalgia, al recuerdo, a la simpática ilusión de un imposible anhelo. Me marchito al aguardo de un regreso que tiende al infinito, como el universo. Tan inmenso como este, era el amor que te ofrecía.
Para ti nunca fue suficiente.
Supongo que al decir Penélope, te refieres a la esposa de Ulises. Sinceramente, nunca se me habría ocurrido enfocarlo desde ese punto de vista, pero ahora que lo he vuelto a leer, veo que podría ser así. Muchas gracias por el comentario y por abrir nuevos horizontes.
Me encanta, me recuerda a Penélope. Me gusta cómo se lee la resignación más que la tristeza en sí, muy bonito.