¡Oh, Dios, que sois en los cielos poderoso!
La súplica escuchad de un implorante
haced que este camino de delante
no sea pedregoso.
¡Oh, vos! Salir dejadnos del gran foso;
que la vida, tal que un infiel amante,
convierte en desdichado al más currante
y en rico al más ocioso.
Por ventura, tened la compasión
de reconstruir nuestra amada tierra;
y al hombre haced mejor de corazón.
Que mientras mi poema al mundo yerra,
mujeres y hombres sufren sin razón
las crueldades de una vida perra.