El mundo nos pertenece

—El mundo nos pertenece —susurré. Luego me incliné sobre su cuerpo y la besé tiernamente. Mis labios se derritieron sobre los suyos, fundiéndose en una única boca. Bebimos a sorbos nuestras voces anhelosas mientras caminábamos por las arenas de nuestras …

Haiku de medianoche

La ciudad sueña sumida en la penumbra de las estrellas. El monte duerme cuando lo arrulla el canto de la corriente. Y yo descanso, que mi mente y la noche han hecho pacto. Iraultza Askerria

Envejeciendo

Tomaré de tus manos la fría primavera convertida en un vasto terreno desflorado, y la culpa daremos al hado despiadado por volver horroroso lo que precioso fuera. Tomaré luego triste lugar a tu ribera, recordando lo hermosa que fuiste en …

Ojos teñidos de lágrimas

Ojos teñidos de lágrimas me observaron durante la noche helada. Tú estabas acurrucada bajo un soportal, con las manos vistiéndote el rostro y los gemidos de tu voz envolviendo acompasadamente el perfil de tu figura. Menudo, como un arbolillo silvestre, …

Azucena

¡Ay!, hermosa azucena en este valle, blanca miel en boca de serafín; del ladrón codicioso su botín. Ojalá entre mis brazos al fin te halle. Como la vagabunda de la calle que se expande de aquel a éste confín, en …

La caricia

Como un fino recuerdo nocturno que se pasea por la frontera de los sueños sin apenas apreciarlo, una caricia tuya me sobrevoló el corazón. Ahí se quedó, dormitando, durante días, semanas, meses, años y resurrecciones. Tan pálidamente callada que ni …

Complacencia femenina

Estaba acostumbrada a masturbarse por la noche, después de haber pasado la tarde con él. Con la molesta presencia de sus padres al otro lado de la habitación, siempre presentes, solo le quedaba la soledad de la madrugada para disfrutar …

Soneto alejandrino sin tema

La niña de mis ojos, la amada flor azul; la misteriosa ciencia que acierta al corazón; un tono de penumbra de amarga desazón; un frío cristalino quebrando un triste tul.. Agudo filamento, madera de abedul; inmenso cuerpo al viento, fatídico …

Ejemplo de soneto

En los versos impares rima en abo, y los pares que casen como en vetos. El acento pondré en el tres y octavo; los demás como en todos los sonetos. Once sílabas son, de cabo a rabo, las que forman …

Sobre la gente que grita

Un pensamiento crítico hacia los individuos con los que no se puede mantener una conversación disciplinada, debido únicamente a que sólo saben gritar… y gritar.

Al sentir tu mirada

Como baila el velero a la luz de las sombras; tus pestañas, tinieblas, terciopelo y alfombras. Como bailas, pupila, en el mar de las dudas, ojalá que en tu orgullo a mis brazos acudas. Como baila el deseo ante hermosa … Leer más

Un grito en pos del viento

Gritó. Fuerte. Tanto que el último latido de su corazón se le escapó por la garganta. Cayó al suelo, de rodillas y apoyado en sus débiles brazos. La arena del desierto se introdujo bajo sus uñas y el sol derritió … Leer más

Sobre la esperanza

Las sombras aparecen por las esquinas y me dibujan el perfil de tus senos. No es más que un recuerdo sutil y vano, pero casi puedo sentirlos bajo mis dedos. Los acaricio… y luego los beso. Jadeante, me ahogo en …

El universo se detiene

Quiero coger tus palabras al vuelo y acunarlas en mi boca para que no quede perdido el eco de tu voz y pueda filtrar por mi alma los tibios pensamientos tuyos. Quiero desnudarte con los dedos y con los labios …

El universo se detiene

Cuando nuestros cuerpos se observan en su desnudez mutua, sé que el universo se detiene a mirarnos. Lleno de envidia nos recoge en su regazo de noche y nos aplasta de placer, con tu carne vibrando, todavía sintiéndome dentro, y …

Actriz venidera

En el paraíso estás sentada, con tu melena corta al viento y tus labios pintados de primavera nocturna, de carnosa celeridad, de apasionante consuelo. Tu rostro en el edén tan sereno… como un árbol vetusto, una estrella venusta, un ínclito …

A la musa

Yo creo que mereces que te escriba un soneto que alabe tu mirada, tu sonrisa, tu cara inmaculada, todo tu cuerpo, desde abajo arriba. Pues me encanta también que seas viva, como un cielo de azul o llamarada que nunca …

Sus últimas palabras

«Fin». Escribió. Luego dejó la pluma en el tintero. Volvió a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando …