El diario del escritor

El diario del escritor

Nótese que la profesión de escribir es larga y tediosa como ninguna otra. Todo comienza, primero, con largos años de lectura. Después, insufribles décadas de esfuerzo pretendiendo redactar unos párrafos legibles. Al final, y con suerte, un relato que recibe las buenas críticas de un lector voraz.

Estos son los hábitos del escritor, los cuales sólo se adquieren tras una voluntariosa puesta en marcha, como ese coche de los circuitos automovilísticos que requiere meses de ingeniería, mecánica, pruebas y errores. Alcanzar la redacción diaria requiere una voluntad férrea y una perseverancia sólo al alcance de unos pocos locos; digo locos, porque no hay mayor locura que imaginar lo irreal.

Los años de trabajo se esconden tras la esencia del escritor. Horas pegado al ordenador, tardes enteras transcribiendo borradores, semanas interminables revisando lo que, funestamente, ha de calificarse como basura.

Entonces, ¿qué recomiendo a la irrefrenable vida del escritor? ¿Cómo facilitar su aventura literaria? ¿Qué hacer para que la vitalidad de los pensamientos sea más productiva?

Pues, sencillamente, llevar un diario.

Crea un hoja de cálculo

Necesitamos una hoja de cálculo donde contabilizar el esfuerzo, de tal forma que de un vistazo sepamos cuánto, cuándo y qué escribimos. Conocerse uno mismo como literato facilita mucho la tarea primigenia de escribir.

Todos y cada uno de nosotros funcionamos mejor a unas determinadas horas del día. La ocupación de escribir no es diferente. Algunos prefieren la mañana, otros el anochecer; pero saber cuál es el periodo más eficiente pasa, inicialmente, por llevar un control frecuente de dicha tarea.

Anota la información necesaria

Antes de empezar la escritura, debes anotar la hora y el día en que comienzas la tarea. Luego, simplemente ponte a escribir, sin pausa y obstáculo. Cuando termines, registra la hora de fin y calcula el tiempo dedicado a ello.

Los datos a añadir son los siguientes:

  • Fecha
  • Día de la semana
  • Hora de inicio
  • Hora de fin
  • Número de palabras escritas
  • Título(s) del relato/novela/poema
  • Algún comentario si procede

Escribe todos los días

Para que este diario sea precisamente eso, un diario, hay que escribir diariamente, valga la redundancia. Cada mañana o cada tarde o cada noche, adéntrate en tu imaginación durante unos minutos, tal vez horas si la inspiración así te lo exige, y conságrate a la gran excursión de las palabras.

Lleva un control de las correcciones y revisiones

El escritor ocupa mucho tiempo en revisar y corregir sus textos, casi más que en la fatigosa tarea de redacción. Por ello, es muy recomendable auditar estas labores y llevar un catálogo al día. Pero en la ardua faena de revisión me sumergiré en otro artículo.

Saca las conclusiones al final de mes

Si sigues estos pasos, al terminar el mes, dispondrás de una información completa y fiable. Con la misma podrás descubrir cuáles son los horarios más lucrativos, en qué día de la semana la inspiración es más duradera y en qué momentos la imaginación parece trabada sin ningún camino a seguir.

Si gestionáis este sencillo “diario del escritor”, podréis mejorar indudablemente vuestra calidad y dedicaros a la redacción en las mejores coyunturas. Hacerlo permite conocer los límites de cada autor, y es que conviene no forzar a las musas.

Espero que os haya servido de ayuda este conciso tutorial y aquí os dejo un pequeño archivo en formato Excel para que podáis crear desde ya vuestro “diario del escritor”.

 

3 formas de bautizar personajes

3 formas de bautizar a los personajes

Cuando los personajes germinan en la mente del novelista, suelen aparecer con un carácter y un físico más o menos definido, pero la mayoría de las veces carecen de un nombre o un apellido. Es entonces cuando el autor tiende a buscar infatigablemente un nombre adecuado para su protagonista, antagonista o secundario; tarea que, muchas a veces, se alarga hasta lo indecible.

Como escritor, tengo que confesar que me cuesta una barbaridad elegir los nombres de los personajes de mis novelas; en serio: una barbaridad. Puedo imaginar sus caras, cómo actuarán o qué dirán, pero la identidad queda postergada a un segundo plano. Otras veces, en cambio, opto apresuradamente por algún nombre y a mitad de la obra, me siento obligado a modificarlo: el nombre no me gusta, me he cansado de él o me parece cacofónico. Esto me ocurrió con cada uno de los protagonistas de Sexo, drogas y violencia.

Sé que seleccionar el nombre de los personajes de nuestras novelas no es tarea fácil y por ello anoto aquí tres posibles alternativas que espero os puedan ayudar.

1 – Generación aleatoria de nombres

Si bien es difícil encontrar un nombre cabal para el protagonista de una novela, el problema se triplica cuando aparecen personajes secundarios como el padre, el repartidor de periódicos o la maestra de los niños. Individuos, quizá, no importantes, pero que necesitan un nombre.

Para estos casos propongo el uso de distintas herramientas que generan identidades completamente ficticias. Fake Name Generator es una utilidad web que permite escoger nombres entre una larga variedad de ramas lingüísticas como el inglés, el alemán, el árabe o el español. El servicio genera una identidad completa automáticamente, incluyendo nombre, apellido, edad y otros datos.

El siguiente enlace, también es recomendable para la generación aleatoria de nombres, aunque no apellidos. Por el contrario, explica el significado y origen etimológico de cada nombre, lo cual puede ser muy interesante para el escritor.

A aquellos autores que escriben fantasía o ambientan sus historias en mundos épicos, les propongo las siguientes dos herramientas: Wizards Character Name Generator y Generador de Nombres de Fantasía

2 – Listín telefónico

Con los avances de la tecnología, las tradicionales páginas blancas han quedado relegadas a un segundo plano. Todavía así este voluminoso libreto presenta una enorme diversidad de apellidos. Muchos de ellos nunca los habremos escuchado, otros los recordaremos con alguna que otra cara y algunos pocos nos inspirarán emociones literarias.

Navegar entre las hojas de las páginas blancas permite descubrir miles de identidades. Una buena forma de hallar un apelativo para ese personaje desconocido que aparece constantemente en los capítulos de nuestras novelas. Agustiano, Eukene, Recadero, Loreto, Anastasia. ¿Quién sabe?

Basta buscar unos minutos para encontrar un nombre oportuno.

3 – ¿Cómo llamarías a tus hijos o hijas?

Pregúntale a tu mejor amigo, pregúntale a tu ex-novia, al vecino del cuarto, al tabernero. ¿Cómo llamarían a sus hijos? ¿Qué otros nombres les hubieran gustado? ¿Cuáles odiaban?

Entrar en contacto con la gente, permite conocer pequeñas historias sobre este o tal nombre. Quizá para algunos resulte dificilísimo encontrar un nombre adecuado, pero habrá muchos padres, madres y progenitores primerizos que hayan pensado en ello incesantemente. Conocer estas preferencias puede ser un modo inmejorable de bautizar al protagonista de nuestra obra.

Los nombres forman un extenso vínculo afectivo y adentrarse en él puede ser el motor de nuestra imaginación literaria.

Conclusión

El nombre de un personaje de novela es su punto inicial de caracterización, en su rasgo número uno, es la forma con la que el lector lo identificará durante el resto de las páginas. Vale la pena ofrecer variedad para no confundir al lector con personajes que se llamen igual o parecido. Asimismo, hay que interesarse por la consonancia de nombres en cuanto a época o país. No es lo mismo una novela ambientada en el Reino Visigodo de Tolosa o en el Imperio Español del siglo XVI.

Ah, y se me olvidaba, si utilizáis algún truco para elegir los nombres de vuestros personajes, no tenéis más que comentarlo. ¡Gracias!

Los premios Liebster Award III

En estas primeras líneas quiere agradecer las aportaciones del blog Salvela, lugar en el que encontramos desde enlaces sobre literatura hasta comentarios y de novelas y libros. Igualmente, agradezco la nominación que este blog ha recibido a los Premios Liebster, y a este respecto, me dispongo a responder a las preguntas que proponía en su entrada:

¿Por qué un blogg?

En los tiempos que corren un blog es una forma impecable de llegar al mundo. Antes quizá las revistas literarias y las secciones de opinión en periódicos y diarios eran una tentativa ideal para darse a conocer; pero con la evolución de Internet y las tecnologías, una bitácora permite divulgar los pensamientos y las obras de cada uno con gran facilidad y rapidez. Con dichos argumentos, me embarqué en la aventura de montar y dirigir un blog.

¿Cuánto tiempo te lleva atender el blogg?

Es un tiempo difícil de medir. Hago un mínimo de tres publicaciones a la semana, generalmente un poema, un artículo y un relato. Si no incluyo el tiempo que necesito para escribir este material y considerando sólo los minutos requeridos para el mantenimiento del blog, publicación de contenido y revisión de comentarios, estimo que unas dos horas a la semana.

¿Qué te llevó a cultivar tu arte o dar noticias de otros artistas?

Cultivar mi arte… Prefiero llamarlo dar rienda suelta a la locura. Desde siempre he sentido vocación por la lectura y la escritura, prácticamente desde que era un niño. En la adolescencia inicié el recorrido real por la literatura, escribiendo poemas, novelas y relatos (de ninguna calidad, eso sí). Pero sólo fue a la edad adulta cuando me decidí a publicitar mis obras por Internet y a leer a otros blogueros; supongo que fue en ese instante cuando sentí la necesidad de desnudarme al mundo, en cuerpo y alma.

¿Qué crees que podría mejorarse, en general, en el mundo del blogg?

¿Cuál es el gran problema de los blog? Por un lado, la calidad de los contenidos: algunas bitácoras copian descaradamente en vez de compartir y aportar ideas, lo que llena la blogósfera de desinformación o, en el peor de los casos, ahoga la buena información.

Por otro, resulta muy difícil darse a conocer y salir a flote, por lo que una inmensa mayoría de pequeñas joyas están escondidas entre millones de entradas, sin que nadie llegue a leerlas.

Por estas razones, me gustaría disfrutar de una blogósfera más cooperativa y menos individual, donde no se busque el enriquecimiento personal, sino la aportación a la cultura y el saber mundial; una especie de blog multitudinario donde todos publiquen y aporten y ayuden y opinen.

Tal vez una utopía… o no.

¿Alguna vez el blogg os ha llevado a sentiros atrapados en una realidad virtual?

Bueno, creo que no; aunque nunca me había parado a pensarlo. El blog es una herramienta de comunicación social, que no puede reemplazar a la realidad no-digital. Es cierto que permite muchas cosas, pero carece del contacto humano y de las desahogadas conversaciones que surgen cuando tomas un café junto a otros artistas.

¿Consideráis el blogg una herramienta de cambio social, de acercamiento entre culturas?

Claramente: sí. La web y, por tanto, los blogs no conocen fronteras. Sirven además para compartir experiencias desde un lado a otro del mundo, lo que permite el acercamiento entre culturas, religiones, idiomas, pensamientos políticos, etc. Aunque frecuentemente sirve para la injuria y la ofensa, el blog siempre puede ser utilizado como una herramienta de entendimiento, cohesión y cooperación universal.

Como gestionar personajes novelas

Cómo gestionar los personajes de nuestras novelas

“Conocer a un hombre y saber lo que tiene en la cabeza son asuntos distintos.”
Ernest Hemingway

Ocasionalmente, el personaje de una novela puede aventajar al propio escritor en cuanto al conocimiento de la trama y el devenir de la historia. Esto ocurre cuando el protagonista, exento de todo obstáculo, avanza en el argumento con total libertad, interpretando su propia vida como si se tratase de un ser real.

Esto tiene diversos beneficios para la novela, pero también algunas desventajas. Este protagonista puede llegar a convertirse en un ser desconocido, tan evolucionado respecto al inicio de la obra, que el narrador puede olvidarse de cómo es, desconociendo a este personaje que creó con todo lujo de detalle.

Además, si la novela consta de varios protagonistas este problema se multiplica, y el autor puede encontrarse ante una amalgama de personajes cuya singularidad desconoce.

Anotar los rasgos de los personajes más representativos

Una de mis primeras recomendaciones es esquematizar la personalidad del personaje, y volcar esta información en un cuaderno aparte, en una etiqueta adhesiva pegada contra la pared o en un liviano archivo de texto. Gracias a ello, el autor podrá recordar de un vistazo el físico, el carácter y la historia más trascendental de sus protagonistas.

Naturalmente, este procedimiento requiere que el autor esté constantemente actualizando los datos de sus personajes; bien durante la lectura del manuscrito o antes de ponerse a escribir. Algún novelista podrá incluso interrumpir la escritura para anotar algo.

La ventaja es que el escritor nunca se olvidará de los atributos de ninguno de los personajes.

Durante la elaboración de la novela, el temperamento de cada uno está bastante asimilado por el autor. Sin embargo, cuando unos años después, éste se embarca en la ardua tarea de realizar la última revisión, el escritor puede haber olvidado muchos de los rasgos de sus protagonistas.

En definitiva, es muy recomendable disponer de una hoja que resuma esquemáticamente la idiosincrasia de los protagonistas de la novela.

A continuación una imagen con el método utilizado en mi novela “La elegante prosa de un asesino”. He eliminado bastantes referencias para no desvelar la trama de la obra, por lo que se trata de un simple esbozo. En cada celda aparecen reseñas de cada personaje, incluyendo entre comillas y en cursiva citas extraídas directamente del manuscrito.

Retratar los personajes con imágenes

El personaje nace y perdura en la imaginación del escritor. Éste es capaz de oler, rozar y contemplar cada facción de sus protagonistas. A veces, sin embargo, puede ocurrir que la creatividad literaria no sea suficiente y el personaje aparezca en el cerebro del autor coma una forma difusa de brazos, piernas y cabeza. Además, es muy probable que éste sea el efecto cuando el novelista se haya desvinculado de la obra durante unos años.

La solución para este problema es bien sencilla: buscar fotografías, pinturas, retratos o imágenes que tengan un parecido exclusivo con nuestro personaje. Internet es un ingente lugar de información. Seguramente, nuestro personaje compartirá alguna similitud con algún dibujo o retrato existente en la web.

Hacer esto permitirá que jamás olvidemos el rostro y la fisonomía de nuestros vástagos literarios, sirviendo además de un apoyo constante.

Inspirarse en la vida real

Por último, quiero hacer hincapié en la necesidad de elaborar personajes heterogéneos y pulidos. El panadero, el conductor de autobús, la anciana, el vecino, etc. Todos deben aparecer en la novela como un personaje de virtudes y lacras, con sus peculiaridades distintivas.

Esto requiere un trabajo de creatividad enorme. Sin embargo, mi propuesta para la creación de estos personajes efímeros es la que sigue: inspirarse en los individuos que ya conocemos, fusionar las virtudes y los defectos de varios y concebir así una nueva identidad. De tal forma, cuando procedamos a introducir dicho personaje en la obra, nos será fácil describir sus facultades más simbólicas, evitando el ingreso de figuras planas e insustanciales.

Aquí termino estos pequeños consejos; tres procedimientos que servirán para resolver las carencias de los personajes de nuestras novelas. Siguiendo estos pasos podremos mejorar la simbiosis del escritor con los protagonistas, que frecuentemente nos traen de cabeza. Conocerlos a todos ellos y tener siempre a disposición una imagen o una lista completa de capacidades, favorecerá el proceso de redacción, corrección y revisión.

El escritor guarda mil personalidades distintas. Identificar cada una de ellas en su primer cometido como literato.

Historia del soneto: los orígenes

“Ben è alcuna fiata om amatore
senza vedere so ’namoramento,
ma quell’amor che stringe con furore
da la vista de li occhi ha nas[ci]mento.”
Giacomo da Lentini

El Reino de Castilla estaba sumido en una cruenta guerra contra las taifas musulmanas de al-Ándalus, cuando en Italia comenzaba a gestarse una forma poética que llegaría a conquistar todos los rincones de Europa occidental. Hablamos del soneto.

Los albores silicilianos

El soneto nació en Sicilia de la mano de Giacomo da Lentini, un poeta y notario nacido a principios del siglo XIII y fallecido en torno al año 1260. A él se le atribuyen 22 sonetos y ser uno de los máximos representantes de la Escuela Siciliana. La identidad de Giacomo da Lentini como artífice del soneto es naturalmente dudosa, como otros tantos capítulos de la historia. A pesar de todo, la estrofa ya estaba documentada en 1220, año que coincidiría con la juventud de este siciliano.

En cualquier caso, la nueva estructura poética viajó rápidamente por Italia, primero al sur y luego a las regiones centrales. Aquel incipiente soneto presentaba una métrica endecasílaba y una rima con la forma ABAB – ABAB – CDE – CDE.

La madurez del soneto

En la toscana, Guittone d’Arezzo (1235 – 1294) introdujo una variante en los cuartetos, utilizando la rima abrazada (ABBA); de él se conservan 250 sonetos. Contemporáneo de éste fue Guido Guinizelli (1230 – 1276), uno los escritores italianos más influyentes de la época y precursor de una nueva estirpe de poetas conocida como Dolce stil novo.

A esta generación de la segunda mitad del siglo XIII pertenecen autores como Guido Cavalcanti, Cino da Pistoia, Lapo Gianni o Dante Alighieri. Todos ellos cultivaron en mayor o menor medida el soneto. De éste último destaca la obra Vita nuova, donde Dante ensayó el soneto en honor a su amada Beatrice Portinari.

El gran sonetista

A principios del siglo XIV nació Francesco Petrarca. Es, sencillamente, el paradigma del soneto, el sonetista por excelencia. Su influencia es enorme en la poesía occidental ya que originó una nueva corriente conocida como petrarquismo. En su Cancionero aparecen 317 sonetos dedicados a su idealizada Laura. Estos poemas están compuestos por cuartetos, no serventesios, y tercetos de rima variada, una estructura que terminará inspirando a los autores castellanos. Por tanto, fue Petrarca el que dispuso la estructura definitiva del soneto.

Nuevos horizontes

Casi dos siglos de itinerario fueron necesarios para que el soneto se consolidara como una de las formas más notables de componer poemas. La métrica endecasílaba y la rima consonante señalaban un estilo noble y culto; sólo al alcance de los mejores poetas.

Pero a finales del siglo XIV el soneto sólo se había afincado en Italia, aunque no habría que esperar mucho más para empezar a leerlo en otros países europeos. Pero eso ya es otra historia.