Sus últimas palabras

malinconia su carta. - chiara baldassarri«Fin». Escribió. Luego dejó la pluma en el tintero. Volvió a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando su nombre y apellido con una artística caligrafía. Se vistió la cazadora de piel, el sombrero negro y los zapatos. No se olvidó de coger la carta antes de abandonar la habitación. Una vez la tuvo entre la manos, abrió la puerta, se subió a la barandilla del balcón y se lanzó al vacío. Lo último que quería decirle al mundo ya estaba escrito.

Iraultza Askerria

Una última pregunta

Shambala al caer el sol - Aysha Bibiana Balboa Oye, preciosa, déjame hacerte una última pregunta, ¿vale?

He hablado con voz queda, en un registro muy suave. Me arrimo a ti y desciendo los labios hasta tu oído. Aprecio la dulzura de tus rizos contra mis mejillas. Tu cabello…, tu cabello de seda…; tu cabello de anhelos.

En un susurro, despliego los labios:

¿Cuándo vas a enamorarte de mí?

Te oigo suspirar de inquietud. Estoy casi encima de ti, como otras tantas veces lo he estado. Unos pocos centímetros separan nuestras caras. Las pupilas se contemplan directamente, reflejándose. No te mueves. Sabes que cuando abras los labios para responder, yo los cerraré con los míos.

Entonces, nos besamos.

Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria

La última vez

La despertó un aliento frío que se pegaba a la piel como el sudor de un amante. La despertó una sensación olvidada por el cerebro y que sólo el corazón puede reconocer. La despertó el brillo de unos ojos que no veían, y que tampoco eran ojos: un misterio secreto, la mirada de Dios.

Entre la penumbra de la habitación, y ofuscada por la somnolencia, divisó durante un segundo un contorno pálido en mitad del dormitorio, inmóvil pero sonriente, firme pero sereno, muerto pero inmortal.

Cuando pestañeó, la presencia del espíritu había desaparecido.

Aquella fue la última vez que vio a su esposo.

Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria