El riachuelo y la cadena

Ponte vello de Xuño Ou Ponte Río Sieira (Porto do Son) - {author}
Tu cuerpo me parecía a veces un riachuelo. Otras una cadena.

Cuando acariciaba y besaba tu piel, te sentía húmeda, undívaga, timorata, como hielo derretido bajo el calor de viriles centellas. Al principio, fría como el agua de las montañas, pero luego cálida como el oasis del desierto. Te dejabas herir por mis besos y atravesar por mis dedos, que entraban en tu interior. Aun así, intentabas escabullirte de mis acometidas una y otra vez, como la corriente que desciende rauda, intentando esquivar las férreas rocas del lecho. De esta forma, como un riachuelo suave y perlado procurabas evadirte, y solo lograbas ensalivar mi ansia.

En otras ocasiones, sin embargo, te convertías en una cadena: implacable, esclava, dictadora, de la que no podía escapar. Te abrazabas a mí, oprimiéndome y aplastándome el pecho, arañándome la espalda como un alambre de espino, sintiéndome tan enterrado en tu alma que me condenabas a no salir nunca de ahí. Me perdía en el placer de tu cuerpo como dentro de un despiadado laberinto: nadie, ni el más audaz, podía fugarse de tu prisión, de tus entrañas, de tus encantos.

Así eras cuando te hacía el amor: primero una líquida y frágil inseguridad y luego una sólida y lujuriosa dependencia.

Iraultza Askerria

Lejos de la realidad

Ella tenía los ojos cerrados. Él también. Los dos habían naufragado en el océano de los gemidos agudos, de las palpitaciones aceleradas, de los suspiros fatigados, de las ilusiones eróticas. Cualquier vestigio de otros pensamientos se había suprimido.

Habían naufragado en el océano de la sexualidad.

Emitiendo hechiceras exclamaciones, María lanzó la cabeza hacia atrás. El mundo se hundía con ella. Se desataba de la realidad para atarse al edén del cuerpo, de la piel, del contacto, de la lascivia. Mientras ellos hacían el amor, el resto del mundo había desaparecido, enterrando su existencia muy lejos de la verdad.

Ellos eran la única certeza, sus gemidos el único aire, la saliva el único agua, sus labios el único alimento. La mujer era la única Eva y el hombre era el único Adán.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria