El cinturón de Orión

En la llanura pálida y suave que se extendía entre tus pechos y tu cuello, dejé caer un beso húmedo y un suspiro enamorado. En tu piel perlada marqué un territorio con forma de amor, donde poco había para delimitar el terreno, debido a la inmensa pureza que lo embargaba. Ninguna imperfección había en tu piel, ninguna mácula, ninguna mancha. Era un espejo blanco, donde casi podían reflejarse mis ojos curiosos. Una perfección que parecía propia de los inmortales.

Temí haber infringido una ley divina u ofender a una diosa omnipresente a quien no podría satisfacer, ni con besos ni con caricias. Temí estar amancebándome con una poderosa Afrodita, siendo yo un pobre mortal sin mayores atributos que un pene mediano. Por ello, me dediqué ávidamente a la búsqueda de una imperfección terrenal en tu piel celeste.

Y la encontré entre tus pechos, en el valle que canalizaba suspiros y ansias masculinas. Allí, entre los turgentes senos, se disponían en línea oblicua tres diminutos lunares, prueba inequívoca de que eras tan mortal como yo.

Así que esbocé una sonrisa, incliné la cabeza entre tus pechos y besé tu particular cinturón de Orión.

just give me moments..-Patricia Prestigiacomo

Iraultza Askerria

Velocidades

Con el coche acelerando al límite de la legalidad, pasé mi mano por la palanca de cambios, con tanta suerte que rocé con los dedos tu rodilla cercana. Sentada junto a mí, parecías ignorar mi involuntario roce, al tiempo que tu mirada de oro se perdía en la argéntea autopista.

Quise probar suerte y comprobar hasta que punto tu ausencia era real o quimérica. Mi mano se posó como una pluma en tu liviana rodilla, donde la cobertura de un pantalón negro me insinuaba la perfección de tus huesos. Casi podía sentir bajo la tela tu piel de alabastro, de arena, de brisa cadenciosa y tibia.

Driving The Volvo-Thomas Anderson

No dijiste nada, aunque te escuché suspirar, y sentí como se te erizaba el vello a causa de la emoción. Supe que, acomodada en el asiento del copiloto y con el asedio de mi mano sobre tu rodilla, poco podías hacer salvo dejarte llevar.

Tomé una curva y luego rocé las tuyas con mi palma apresurada. Subí por el muslo voluptuoso, tonificado y curvo, recordando aquella lejana vez en que un beso mío inauguró la apertura de tu virginidad. Seguí en mi avance ofuscado mientras mis dedos tanteaban tu pierna. No había mejor sustento para el porte de una princesa.

Supe que si seguía subiendo por el muslo, llegaría a la frontera prohibida, cálida y húmeda de tu sexo; a tu ingle izquierda donde podría reconocer entre los bordados de la ropa interior, a tu tesoro, a tu bomba de relojería, a tu mayor secreto.

Entonces, el coche chocó contra el guardarraíl de la carretera y se despeñó poco después por un barranco de varios metros. Nuestros cuerpos se ataron en un amasijo de hierros y sangre.

Pero no me importaba morir de una forma tan romántica, recorriendo tu sexo y tu corazón a la máxima velocidad.

Iraultza Askerria

Barco de papel

Ressentiment-Evan Leeson

Pasas niña ante mis ojos
como un barco de papel.
Bajo el llanto de los cielos
te figuras mármol frágil.
Ya las gotas desdibujan
los arroyos de tu piel.
Inundada de la espuma
que se cae del firmamento,
te evaporas al versátil
y diáfano pincel.
Pasas niña ante mis ojos
como un barco de papel.
Cuando el viento sopla fiero
tu velamen se abre ágil,
y las velas se te ensucian
bajo el ímpetu de aquél.
Corres, ánima de luna,
a esconderte entre los puertos,
donde un tierno marinari
te proteja en su bajel.
Pasas niña ante mis ojos
como un barco de papel.
Y entre tanto, yo me ahogo
en los mares del amor.
Tú te marchas, y en el fondo
de este puerto quedo yo.

Iraultza Askerria

Extraviado en el paraíso

Derrotado por el placer, examinó su belleza femenina. Los labios húmedos esbozaban una deleitosa sonrisa, los imponentes senos se agitaban retándose mutuamente en un duelo sicalíptico, y las piernas mostraban una piel cálida y suave, una piel de vértigo.

Así se sentía él, mareado por la visión de aquel goce; desequilibrado por las caricias de tal desenfreno; estimulado por la posibilidad de fusionarse con otra persona, por la perspectiva de escuchar los latidos femeninos sobre los suyos, por la capacidad de extraviarse en el paraíso mientras él se extraviaba en ella.

 

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria