Des-inspirado

The dawn of freedom - digital-art - {author}A veces experimentas en tu interior un nudo, un obstáculo, una carretera cortada o un camino embarrado por las sombras. Te sientes desorientado, confuso, perplejo. Sin ideas. Ignoras a dónde tus pasos te llevarán. El mundo parece frío y desolado y tu propia alma se te figura desconocida.

En esos momentos, la frustración y la impotencia se respiran junto al oxígeno. Los ojos pestañean queriendo despertar de una pesadilla, pero incapaces de hacerlo. Los sentimientos se evaporan ante la indiferencia y la desilusión, y ninguna alegría puede ensanchar tu espíritu.

Intentas evadirte leyendo un poemario de Rubén Darío…, pretendes reconfortarte con un poco de ejercicio físico…, incluso optas por encender la adictiva televisión, algo extraordinario para ti.

No obstante, nada, las ideas siguen lejos de tu imaginación, escabulléndose, riéndose, solazándose con tu íntima agonía. Las musas se han evaporado, la inspiración corre por caminos distintos a los tuyos. Nunca en la vida te has sentido tan solo.

Entonces recuerdas a Picasso, casi como si le hubieras conocido en vida: “Si existe la inspiración, que me encuentre trabajando”. Te imaginas al famoso pintor frente a un enorme lienzo blanco, inmaculado, sin más compañía que la oscura intimidad. Le ves dubitativo pero firme, destemplado pero constante, desmotivado pero decidido. Luego una pincelada al aire y el lienzo comienza a tomar color, forma y contenido.

Con dicho pensamiento, te sientas frente al ordenador, cierras los ojos y comienzas a escribir; para imitar al difunto Pablo Ruiz. Las palabras fluyen, se entrelazan y se componen en armoniosos párrafos.

Al terminar, te percatas de que tu musa no te había abandonado. Solo esperaba a que te pusieras a escribir.

Iraultza Askerria

El amor de Casagemas, la inspiración de Picasso

La última vez que Pablo Ruiz Picasso visitó Málaga, su ciudad natal, fue en las navidades de 1900 a 1901. En esta ocasión, no viajaba a la capital con su familia. Tampoco parece que tuviera muy buenas relaciones con los parientes de la ciudad debido a su carácter bohemio; recordemos que en aquel momento tenía diecinueve años y todo la vida por delante. Su acompañante en este último periplo a su tierra natal fue Carlos Casagemas.

De la misma edad que Picasso, ambos se habían conocido en Barcelona en el año 1899, donde compartieron estudio y visitas a los burdeles de la ciudad. Los dos eran jóvenes promesas de la pintura, jóvenes artistas. Sólo uno de ellos, llegaría a consolidarse como tal, empero.

Se hicieron inseparables amigos, no sólo por su vocación artística, sino también por su personalidad aventurera. A finales del siglo XIX, no había mejor lugar para los románticos que París, centro bohemio. Aquel año de 1900, ambos artistas se encontraban en la capital francesa durante el mes de octubre.

El amor de Casagemas

Allí el cándido Carlos Casagemas conoció a una hermosa bailarina del Moulin Rouge, llamada Germaine. Ningún artista, por veterano e insensible que sea, puede derrotar el amor de una mujer. El joven barcelonés no fue un caso aparte: se enamoró perdidamente de la parisina y mantuvo una corta relación con ella. Sin embargo, la bailarina lo dejó antes de finalizar el año.

Como suele ocurrir en los corazones inexpertos y todavía inmaduros, Carlos cayó en una profunda depresión. Su gran amigo Picasso le propuso viajar a Málaga, donde esperaba que el barcelonés se recuperase de su desamor.

En la ciudad andaluza transcurrieron los dos pintores las últimas navidades del siglo XIX. Pasaron los días en cafés, bares, prostíbulos y ambientes bohemios, fieles a su estilo aventurero y romántico. No obstante, nada de esto fue suficiente para despertar el ánimo en el corazón roto de Casagemas.

A finales de enero, los amigos se separaron. Nunca más volverían a verse, del mismo modo que Picasso nunca más volvería a ver la Málaga donde nació; acaso para evitar recordar a su preciado amigo. Pablo partió a Madrid y Carlos a París. El barcelonés anhelaba reencontrarse con su amor perdido de la metrópoli francesa.

Pero por regla general, cuando se pierde un amor, se pierde para siempre. La fortuna de Carlos no fue distinta, y rechazado, su espíritu artista y romántico sólo tenía dos posibles caminos a seguir.

El primero de ellos era llorar impotente, y dedicarse a la consecución de diferentes obras de arte: óleos, retratos, pinturas, paisajes…; el desamor es uno de los pilares básicos de la inspiración. Desafortunadamente, Casagemas eligió el otro camino: el suicidio.

La muerte de Casagemas, París, 1901, por Pablo Picasso

La muerte de Casagemas, París, 1901, por Pablo Picasso

Se pegó un tiro en la sien derecha, la noche del 17 de febrero de 1901, en la que estaba acompañado por varios amigos, incluida su amada Germaine. Picasso, en aquel instante, estaba lejos, en la capital española. Pero cuando fue notificado del incidente, el pintor malagueño se ahogó en una terrible nostalgia que cambió por completo su noción del mundo.

La inspiración de Picasso

Pablo Ruiz Picasso pintó tres óleos en recuerdo de su difunto amigo. Además de una merecida dedicatoria, también significó la entrada en una nueva etapa artística, que llegaría a denominarse Azul (1901-1904), caracterizada por el empleo de este melancólico color.

Si bien el arte de Casagemas murió con él, puede decirse que la musa que inspiró su suicidio inspiró a su vez a Picasso. El amor de una mujer es la pluma y el pincel de los artistas, y aunque sea como un daño colateral, acaba inspirando obras en los maestros más destacados de la historia.

Pablo Picasso fue uno de ellos.

Iraultza Askerria

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