Pedacito de perfección, solo tú me completas, me ilusionas, me rejuveneces, me contentas. Mi trocito de almíbar y caramelo, mi columna de dicha y voluntad, mi mayor deseo y necesidad. Vuelan las palabras, opacas por la distancia, pero persiste tu voz incólume en mis recuerdos.
Eres tú más que una constante vital: una medición física, una fusión química, una atracción gravitacional que mueve esferas y universos. El angelito de la noche y el tulipán del día. Entre tus alas y pétalos duermo plácidamente esperando a que me despiertes con un beso.
Tú: mi eternidad. Yo: tu eterno. Amémonos siempre en este inolvidable presente de cuyo futuro jamás podremos separarnos.