La tentación

tentacion. - mami13

Es la tuya la sincera
manzanita del paraíso
que acaricio ya muy cerca
¡tentador que es el destino!
Es pecado capital
observar los corazones
de la niña virginal
y querer comer sus flores.
La serpiente me envenena
y me muero de agonía
por ansiar besar la pena
atascada en tu sonrisa.
Un reflejo en mis razones
¡advertencia!, caso omiso.
Ignorando los temblores
voy con mi emoción de niño.
Niña mía, soy tu hombre;
sirenita, mi Yasmín.
Es real y azul mi nombre,
no te escapes, ¡ven aquí!
Eres árbol en el centro
no movible del edén.
Con tu fruto me enveneno,
¡qué ahora Dios me juzgue bien!

Iraultza Askerria

La puerta de los cielos

Bello Amanecer - Fernando Reyes Palencia

La puerta de los cielos me revelas
suspiro de tus labios nacarados,
tras un instante luego están sellados,
obstáculo de célicas parcelas.
¿Mas cómo franquear las dos gemelas
si en tan precioso edén no hay invitados?
Que solo el aire pasa por sus lados
dejando allí diáfanas estelas.
¡Al fin! ¿Esa es la lógica de entrada?
Un soplo de mi boca en sus umbrales
e iré cual fugitivo de pasada.
¡Acierto! Y curo al fin los tantos males,
pues trabas mil pusieron en tu amada
y dulce boca de hábitos marciales.

Iraultza Askerria

Actriz venidera

Photo - {author}En el paraíso estás sentada, con tu melena corta al viento y tus labios pintados de primavera nocturna, de carnosa celeridad, de apasionante consuelo. Tu rostro en el edén tan sereno… como un árbol vetusto, una estrella venusta, un ínclito verano. Sé que allí, en lo alto, en tu pedestal inherente, sobre los demás anfiteatros que cuelgan debajo de ti, la luz te enfoca coloreando tu pálido rostro, herencia de perla y nácar. Eres el espectáculo máximo de ese teatro, la esencia sublime de la interpretación, la musa que inspira a las artes nobles. Por eso quiero verte, quiero verte ya en escena. Si tan ilustre y magnífica eres entre el parco público, ¿cómo lo serás tras el telón?, ¿cómo no morir al contemplarte sobre un escenario?

Iraultza Askerria

Extraviado en el paraíso

Derrotado por el placer, examinó su belleza femenina. Los labios húmedos esbozaban una deleitosa sonrisa, los imponentes senos se agitaban retándose mutuamente en un duelo sicalíptico, y las piernas mostraban una piel cálida y suave, una piel de vértigo.

Así se sentía él, mareado por la visión de aquel goce; desequilibrado por las caricias de tal desenfreno; estimulado por la posibilidad de fusionarse con otra persona, por la perspectiva de escuchar los latidos femeninos sobre los suyos, por la capacidad de extraviarse en el paraíso mientras él se extraviaba en ella.

 

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

Tu cuerpo

Veladas piedras preciosas
por alas de mariposas.

Fresa aliñada de almíbar,
delicioso caramelo.

Seno blanco, blanco pecho,
pequeño pilar del cielo.

Redonda huella de arena
anclada en el paraíso.

Muro hecho de terciopelo
que esconde espigas de trigo.

Sexo, ¡ah, tú íntimo sexo!
Y mis besos en tu sexo.

Raíces que brotando de tu alma
suben mi pecho a besar mi garganta.

Iraultza Askerria