manzanita del paraíso
que acaricio ya muy cerca
¡tentador que es el destino!
observar los corazones
de la niña virginal
y querer comer sus flores.
y me muero de agonía
por ansiar besar la pena
atascada en tu sonrisa.
¡advertencia!, caso omiso.
Ignorando los temblores
voy con mi emoción de niño.
sirenita, mi Yasmín.
Es real y azul mi nombre,
no te escapes, ¡ven aquí!
no movible del edén.
Con tu fruto me enveneno,
¡qué ahora Dios me juzgue bien!