“Ben è alcuna fiata om amatore
senza vedere so ’namoramento,
ma quell’amor che stringe con furore
da la vista de li occhi ha nas[ci]mento.”
Giacomo da Lentini
El Reino de Castilla estaba sumido en una cruenta guerra contra las taifas musulmanas de al-Ándalus, cuando en Italia comenzaba a gestarse una forma poética que llegaría a conquistar todos los rincones de Europa occidental. Hablamos del soneto.
Los albores silicilianos
El soneto nació en Sicilia de la mano de Giacomo da Lentini, un poeta y notario nacido a principios del siglo XIII y fallecido en torno al año 1260. A él se le atribuyen 22 sonetos y ser uno de los máximos representantes de la Escuela Siciliana. La identidad de Giacomo da Lentini como artífice del soneto es naturalmente dudosa, como otros tantos capítulos de la historia. A pesar de todo, la estrofa ya estaba documentada en 1220, año que coincidiría con la juventud de este siciliano.
En cualquier caso, la nueva estructura poética viajó rápidamente por Italia, primero al sur y luego a las regiones centrales. Aquel incipiente soneto presentaba una métrica endecasílaba y una rima con la forma ABAB – ABAB – CDE – CDE.
La madurez del soneto
En la toscana, Guittone d’Arezzo (1235 – 1294) introdujo una variante en los cuartetos, utilizando la rima abrazada (ABBA); de él se conservan 250 sonetos. Contemporáneo de éste fue Guido Guinizelli (1230 – 1276), uno los escritores italianos más influyentes de la época y precursor de una nueva estirpe de poetas conocida como Dolce stil novo.
A esta generación de la segunda mitad del siglo XIII pertenecen autores como Guido Cavalcanti, Cino da Pistoia, Lapo Gianni o Dante Alighieri. Todos ellos cultivaron en mayor o menor medida el soneto. De éste último destaca la obra Vita nuova, donde Dante ensayó el soneto en honor a su amada Beatrice Portinari.
El gran sonetista
A principios del siglo XIV nació Francesco Petrarca. Es, sencillamente, el paradigma del soneto, el sonetista por excelencia. Su influencia es enorme en la poesía occidental ya que originó una nueva corriente conocida como petrarquismo. En su Cancionero aparecen 317 sonetos dedicados a su idealizada Laura. Estos poemas están compuestos por cuartetos, no serventesios, y tercetos de rima variada, una estructura que terminará inspirando a los autores castellanos. Por tanto, fue Petrarca el que dispuso la estructura definitiva del soneto.
Nuevos horizontes
Casi dos siglos de itinerario fueron necesarios para que el soneto se consolidara como una de las formas más notables de componer poemas. La métrica endecasílaba y la rima consonante señalaban un estilo noble y culto; sólo al alcance de los mejores poetas.
Pero a finales del siglo XIV el soneto sólo se había afincado en Italia, aunque no habría que esperar mucho más para empezar a leerlo en otros países europeos. Pero eso ya es otra historia.