La venganza de los papeles

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Son muchos; ellos. No cesan en su ataque, en su acometida, en su ofensa endiablada. Se han multiplicado durante años, mutilados, inconexos, inconclusos, y ahora se han rebelado contra mí. Los papeles buscan venganza tras tantos años de maltrato.

Me devoran el alma y el corazón. Se cobijan en mi humildad y beben de mi modestia. La tinta se derrama como un veneno en mis heridas y la celulosa me abraza, amante asesino. No paran, no se detienen; ni siquiera dicen nada: ni para insultarme ni para excusarse. Tantas palabras yacen tatuadas en sus cuerpos albinos, que entiendo que ninguno quiera prestar voz a más vocablos despreciables.

Un poema me ha mordido, justo en la rodilla. Un trozo de carne cae de mi pierna. Los atentos versículos de métrica irregular a los que nunca di rima me observan furiosos. Comprendo la ira de este poema por sentirse incompleto y ser centro de burlas y afrentas. ¡Cómeme ahora, puesto que no supe alimentarte!

Siento en la espalda el latigazo de un relato de varias páginas. Lo recuerdo por la última frase, ya que no le puse título. La hoja sin identidad me pellizca bajo los omoplatos, traidora e infiel; tan infiel como yo, que cuando comencé a escribirlo puse en sus primeras líneas la imagen de una chica llamada Niña, para luego sustituirla en el nudo por una fémina llamada Mujer y terminar en el último párrafo con una ninfa llamada Sueño. Fui un infiel al escribir en su lomo de nieve; es lógico que el relato quiera vengarse.

Poemas y cuentos han sido los primeros en revelarse. Ya han mancillado mi cuerpo de sangre y en silencio observan como desfallezco entre lágrimas y gritos de dolor. Pero la tortura no ha concluido. No. Aún queda lo peor.

Levanto la vista hacia el escritorio y veo los destacamentos de mis novelas; en fila india, turnándose para embestirme con su rabia contenida. Allá está ella, mi tierra fantástica, encuadernada en tapa dura con sus seiscientas páginas que esconden historia, religión, belicismo, romance y cartografía. La engalané como a una reina, la pinté de paisajes que no existían y le prometí que algún día se exhibiría en la pasarela de alguna biblioteca. Pero sólo una promesa, que ya nunca podré cumplir.

Detrás, asoma un cuaderno manuscrito. A este sí le puse nombre: diario. Jamás ha habido en el universo un nombre tan mal elegido. Ni siquiera veinte días. Diario de una semana, tal vez, pero diario de un escritor desleal. Lo abandoné después de verter en él mis sentimientos más puros, y ya cuando el papel cuadriculado se había enamorado de mis palabras, cerré por siempre su portada, sumiéndolo en una completa oscuridad.

En el lado opuesto, resplandece mi novela de asesinos medievales, mi novela más sabia. Sus páginas huelen a ceniza, a pólvora, a perfume de niña virgen y a lujuria de eclesiástico viejo. Quinientas páginas de conspiraciones, delitos, fugas y persecuciones. Medio millar de folios que dejé olvidados durante siglos sin haber firmado un final. Ahora lo firmaré con sangre.

Las novelas se abalanzan sobre mí. Me acuchillan con sus puntas y sus márgenes incisivos. Clavan en mí la cólera de haberse sentido apartadas de la realidad, escondidas como niños deformes, desheredadas por un padre que no supo publicarlas.

Lanzo un grito desconsolado, y acto seguido, clamo perdón; pero no importa. Los papeles no quieren escucharme; mucho me han escuchado ya en las eternas noches de mi imaginación desbordada. Acepto el destino de morir a manos de los hijos a los que no amé. Acepto el destino de teñir con mi sangre los papeles blancos que dejé a medias.

¡Matadme, niños míos! ¡Matadme poemas, sonetos, tragedias, comedias, cuentos, relatos, novelas y ensayos! ¡Matadme ahora! ¡Matadme ya!

Con mi muerte disfrutaréis del final que realmente merecéis.

Iraultza Askerria

El bosque

Muir Woods National Monument - Héctor García

Circulando por aquella despoblada carretera, a varios kilómetros de la ciudad, la única huella de vida que podía encontrarse era la selva impenetrable y repelente que flanqueaba la autopista. Los árboles robustos, cual guardianes protegidos gracias al compacto apoyo de sus hermanos vegetales, resultaban gigantescas y apagadas antorchas clavadas en la tierra, cuyas cimas se zarandeaban como las llamas de una hoguera, bailando con resplandores pardos y verduscos. Los matorrales, barullos ilimitados de delgadas ramas, espinas rotas y raíces embarradas, tenían como corona la hojarasca que descendía de los árboles mayores, obteniendo un aspecto de ficticia solemnidad. Ya las flores sólo eran una ilusión pisoteada por el desapego y la tosquedad de los arbustos: nimias y polícromas gotas de vida extraviadas en un torbellino de agitaciones desinteresadas.

Así pues, el bosque ancestral, la selva inexplorada, aquella maraña de verdor casto perdía el atractivo que solía anteceder a las florestas tropicales y a las arboledas solitarias y románticas. El bosque era algo incivilizado, una muestra frecuente para la naturaleza, pero infrecuente para el ser humano.

Aquel bosque, al fin y a la postre, erigía una de las pocas barreras que la mujer y el hombre aún no había traspasado.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

Sin aliento

Calla! - ShivenisLos brazos proseguían oprimiendo la garganta de la mujer con una malevolencia mecánica.

Escuchó los jadeos sordos de aquella infeliz, una combinación de mortal resuello y tos repentina. Los ojos comenzaban a postrarse ante las tinieblas mientras las piernas se tornaban dóciles ante las secretas caricias de la muerte. Al final, incluso la sangre que manaba bajo su cuello se hizo más pesada y viscosa, más lenta; achicadas como estaban las venas y las arterias.

Tras unos minutos de intensa agonía, la mujer se quedó completamente inmóvil, con los ojos desorbitados y los labios entreabiertos, con un gesto de horror en el rostro que jamás se borraría.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

Pautas para escribir una novela

23 de Abril - Día del Libro. - Julio  Codesal Santos

Yo no soy quién para decir cómo se debe escribir un libro. De hecho, posiblemente, sea el más irregular de los escritores y en el que menos se puede confiar. En cualquier caso, estoy seguro de que el mundo está repleto de autores mucho más constantes y laboriosos que yo, que podrán encontrar en la teoría literaria las pautas a seguir para desarrollar una novela.

1. Preliminares

Bajo este subtítulo quiero agrupar el desarrollo de la idea inicial de la novela. No ha de ser ni el final ni la trama compleja ni el desenlace ni las escenas estructuradas. Basta un pensamiento nimio, un razonamiento fugaz, una idea que podría atender a:

  • la imagen de un ambiente, como un bar atestado de gente, un cementerio donde sucede un asesinato, etc
  • la caracterización de un personaje, que no tiene porque ser el protagonista
  • una sucesión de escenas sin un claro trasfondo: pelea callejera, persecución automovilística, detención policial, fuga de una cárcel…

Una vez tengamos la idea, por vaga que fuera, hay que proceder a transformarla en concepto. Una investigación alrededor de dicho concepto ayudará a consolidarlo. Ver películas, leer libros, pasear por escenarios similares, hablar con personas de un perfil parecido al de nuestros protagonistas nos ayudará considerablemente. Luego será necesario condensar tanta información en escenarios, episodios y personajes.

Tras un duro sondeo, la ideal inicial se habrá convertido en un concepto argumental.

2. El hilo argumental

¿Cuál va ser la estructura narrativa de la novela? ¿Podemos utilizar un narrador omnisciente o es mejor emplear un narrador protagonista que se explaye emocionalmente durante la trama? ¿Podremos hacer uso de la técnica literaria in medias res o conviene limitarse al tradicional ab ovo? Ahora es un buen momento para responder a estas preguntas.

Cualquier historia gira alrededor de un conflicto que, por regla general, se opone al objetivo del protagonista. En las novelas clásicas podemos hallar algunos conflictos como “protagonista contra la naturaleza”, “protagonista contra lo sobrenatural”, “protagonista contra personaje” u “protagonista contra uno mismo”. Este último conflicto quizá sea el más difícil, y sólo algunos grandes autores como Oscar Wilde han sabido llevarlo a cabo con toda genialidad.

Queda la pregunta más difícil de responder: ¿cuál es el tema de la novela? La venganza, los celos, el amor, el crimen, el conocimiento, el orgullo, la supervivencia, el egoísmo son sólo algunos de los más utilizados. Es común que en una novela interfieran diferentes ejes temáticos.

Una vez respondidas dichas cuestiones, no queda más que resumir el hilo argumental, así como las escenas y los detalles más trascendentales. En definitiva, en este punto redactaríamos el primer guión, que no ha de ser, para nada, un férreo manual que seguir a rajatabla.

3. Los personajes

Sobre los personajes he publicado algunos artículos específicos, intentando abarcar la importancia de los mismos, como evitar errores y pequeños trucos para no olvidarnos de ellos. Los personajes hay que mimarlos durante la novela, porque son los verdaderos artífices de la historia.

Como regla ineludible, un personaje tiene que ser equilibrado. Ni en la vida real ni en la ficción los hay muy buenos ni muy malos. Tener clara esta limitación hará que los protagonistas y antagonistas tengan una personalidad real y acabada. Los defectos son tan vitales como las virtudes.

Una vez se dispongan los personajes, hay que entrar en su mente. Conocerlos, tocarlos, comprenderlos. Saber cada uno de sus movimientos, reacciones y características. Es, probablemente, el trabajo más peliagudo antes de entrar de lleno con la escritura de la obra, pero también el que más beneficios rendirá a la hora de la verdad.

4. El ambiente

Desarrollado el hilo argumental y los personajes de la trama, sólo queda pendiente diseñar los escenarios de la historia. Hay novelas donde el ambiente es mucho más importante que sus protagonistas. No hay que desdeñar la repercusión del escenario.

El primer paso es visualizar en la mente el lugar donde se desarrollará el argumento. La ambientación parte por dos preguntas clave: dónde y cuándo. Ciudades, pueblos, estilos arquitectónicos, interiores, climas, contingencias sociales, noches, mañanas, costas, paisajes extranjeros, comunicaciones, contexto histórico… Los detalles a tratar son innumerables.

El ambiente es perceptible tanto por los personajes como por los lectores. Consecuentemente, no vale centrarse únicamente en la vista; los sentidos del oído, el olfato, el tacto y el sabor son harto importantes. Sirva de muestra la novela El perfume, donde los aromas describen constante y grandemente los pasajes de la obra.

5. Y ahora ponte a escribir

Habiendo resumido la trama, los personajes y los ambientes, queda lo más difícil: escribir. No obstante, si se siguen las pautas anteriores, el proceso de escritura será más llevadero.

No olvides diseñar tu propio espacio para escribir y programar unas horas del día para dedicarte a ello. Si consigues transformar la escritura en hábito, no habrá nada que pueda obstaculizar la consolidación de tu novela. Ni de la primera ni de la última.

Espero que este pequeño tutorial tenga alguna utilidad para quiénes, con una idea en la mente, no sepan como desarrollarla. La literatura no es una ciencia de principios irrefutables, pero asimilar ciertas reglas permitirá llevarla a cabo con mayor facilidad.

Iraultza Askerria

Un cadáver sonriente

El entrañable cadaver - Ferran JordàSoltó un gemido cuando reconoció el rostro del hombre que yacía en mitad del bosque, cubierto de sangre seca y con una bala incrustada en el abdomen. Las escasas hojas que intentaban vanamente cubrir el fiambre mostraban unos ojos abiertos de par en par, colmados de lujuria y sadismo.

El cadáver de aquel asesino metódico y sagaz parecía un espíritu endiablado sin compañía. De los párpados abiertos se derramaba una chispa de felicidad, reforzada por la sonrisa imborrable de una boca insensible. Parecía que su rostro se deleitaba con la muerte, incluso con su propia muerte. Pero ya no podría deleitarse con nada.

Después de haber hecho el amor con una hermosa mujer y después de haber asesinado a una hermosa mujer, su noche se había terminado.

Para siempre.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

La sugerencia ignorada

Simetrías asimétricas - Chema ConcellónLe había sugerido a Judas que almacenase los bidones de carburante en el ático del bar, donde el nauseabundo olor no importunase a nadie; pero éste había hecho caso omiso del consejo, como si sus palabras le entrasen por un oído y le saliesen por otro. Quizá, para que le quedasen las cosas claras, debía coger un cuchillo y extirparle una oreja.

Ya lo pensaría más tarde.

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El asesino cobarde

The Eye of Eliza - Augusto SernaJesús observaba ahogado como Eva se ahogaba en lágrimas. Sentía la congoja ubicarse entre los recovecos de sus arterias, inflándolas de impotencia. Quería acercarse a ella, rodearle la espalda y ofrecerle un hombro donde apoyarse, pero Jesús siempre se había antojado un hombre sin escrúpulos, imperturbable, sin corazón y con una eminente fuerza de raciocinio. Las pocas veces en las que se sentía humano, un sensible humano, era cuando Eva se oponía a su alma inexorable, ya fuese con gritos o con lágrimas. Sin embargo, el mismo valor que empleaba para asesinar a sus enemigos se disolvía ante el trato sensible y tierno que deseaba inculcarle a la mujer.
Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

El acecho

Al acecho - Malia León Respirando el aire con dificultad, recuperó la templanza de su cordura, de su frialdad y de su solicitud. Tras internarse en el bosque, se detuvo frente a un matorral cuyo ramaje le permitía contemplar el porche del edificio. Ahí, frente a la entrada del local, había tres robustos individuos que charlaban desinteresadamente. Vislumbró a la derecha del edificio un cobertizo destinado a acoger los múltiples vehículos de los clientes. Asimismo, aparcado en un lateral de la carretera, había un ostentoso automóvil, propiedad de Jesús, que permanecería estacionado en aquel lugar toda la noche. Tras respirar hondo, examinar cuidadosamente el exterior del bar de Judas, y distribuir las ideas de su mente en una biblioteca clara y propia, Herodes decidió volver a su vehículo.

Y entonces, al volverse, le vio.

Le habían descubierto.

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El mafioso abstemio

Cereza - Cherry - Guillermo VicianoEl líder mafioso estaba sentado frente a dos individuos, con las manos sobre la mesa, donde reposaban un vaso de agua y dos cervezas.

La gloria de Jesús había sido provocada por su crueldad, fiereza e irascibilidad. Sin embargo, era igualmente conocido por la categoría fundamental que concedía a la salud. Por ello, Jesús nunca fumaba, ni siquiera para probar la calidad de la marihuana con la que traficaban él y sus socios; nunca bebía alcohol, tampoco en las ceremonias celebradas en honor a logros significativos; y nunca consumía ningún tipo de sustancia narcótica, ya fuese cocaína, morfina o las pastillas despachadas por los farmacéuticos bajo la inocente marca popular de aspirina.

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Soluciones drásticas

599 - CarSpotterEl hombre contemplaba el bar con un carácter enojado, mientras mantenía la espalda apoyada contra el capó de su vehículo, estacionado a un lado de la carretera. Podía haber optado por la prudente alternativa de aparcar el automóvil dentro del garaje, pero había rehusado tal elección a causa del hedor a aceite y gasolina que saturaba el parking, lo cual podía atufar la tapicería del recién comprado coche. Le había sugerido al propietario que almacenase los bidones de carburante en el ático del bar, donde el nauseabundo olor no importunase a nadie; pero éste había hecho caso omiso del consejo, como si sus palabras le entrasen por un oído y le saliesen por otro. Quizá, para que le quedasen las cosas claras, debía coger un cuchillo y extirparle una oreja.
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