Se ha formado un pequeño revuelo en torno a una carta remitida por el Ministerio de Cultura. En la misiva, se ensalza la literatura, recordando que hoy se celebra el Día Internacional del Libro. La polémica ha sido suscitada por las incontables faltas ortográficas y gramaticales que abundan en la carta. Algo inaceptable tratándose de José Ignacio Wert, Ministro de Educación, Cultura y Deporte.
Lo cierto es que después de revisar la correspondencia, cuya lectura se vuelve especialmente trabada del segundo al cuarto párrafo, no comprendo como se han podido pasar por alto estas sobresalientes incongruencias. Teniendo en cuenta la eficacia de los correctores ortográficos de las suites ofimáticas y de que todo hispanohablante sabe que se escribe en mayúscula toda letra que sigue a un punto, no me entra en la cabeza que algo así haya podido suceder. Por tanto, no me queda más alternativa que suponer, deducir y conspirar:
Doy por hecho que la carta no ha sido escrita por el ministro y que posiblemente ni siquiera la haya leído en profundidad; de lo contrario, no tendría sentido que hubiese permitido su publicación. También afirmo que ningún escrito puede relatarse sin cometer ningún error gramatical de primera mano -la perfección, si existe, pertenece a Dios-. Así que sólo se me ocurren dos cosas. Uno: la carta ha sido escrita apresuradamente sin ayuda de correctores ortográficos o revisiones exhaustivas. Dos: se han omitido las rectificaciones voluntariamente para incentivar el morbo, la polémica y desviar la atención ciudadana de cuestiones importantes.
En cualquier caso, no acepto de ningún modo las críticas tan acerbas que se han venido realizando alrededor de esta noticia. Al menos, no de un modo tan desmesurado y destructivamente ofensivo. Sobre todo por parte de los internautas ¿Por qué? Porque los propios usuarios son los primeros en desacreditar su expresión escrita, tal y como nos demuestran los mensajes del Twitter, del Facebook y de cualquier SMS. La escritura del siglo XXI es lamentable. Ni más ni menos.
Muchos me argumentarán que primero debe aprender el Ministro de Cultura a escribir bien; luego, ya lo harán ellos. Yo digo que ojalá los jóvenes de este país escribiesen la mitad de bien de lo bien que está escrita la famosa carta.
Quien quiera defender su analfabetismo enorgulleciéndose de los errores de la declaración de Wert, que lo haga. Quizás eso sea precisamente lo que quiere el gobierno.