Te doy un soplo de aire. Te muerdo la boca. La mejilla. El cuello. Te vuelvo a morder. Torturo tu alma de doncella y azoto tus carnes. Tu cabeza contra la almohada. Tu espalda arqueada. Mi cuerpo sobre el tuyo, un Atlas que te aplasta. Tu vientre fino soportando la Bóveda Celeste. Corre alrededor del mundo. Corre. Córrete. Grita, húndete en la miseria de eyacular sobre mis dedos.
Lo has hecho. Te has deshecho. Hojarasca mojada. Mi mano naufragada en tu sexo. Aprieto entre los muslos. La temperatura decrece. Relajación. Sosiego. Un beso en tus mejillas. Tus párpados se abren. Me miras fatigada. Te miro con ganas de fatigarme.
Abandono tus piernas y asciendo al horizonte. Me acomodo sobre las montañas. Divino soporte de estrellas. El cometa endurecido, con su cola que se hace y se deshace constantemente. Tus manos lo envuelven y me rompo en pedazos.