Que loco es este amor que me desborda, como un maremoto de emociones, en cuyas profundidades laten las cornisas de un corazón que incansablemente retumba. Me siento un paranoico de tus encantos, un alcohólico de la miel de tu sexo, un drogadicto adicto a pincharse con tus dientes. La ebriedad de tus senos cobija mis ansias más genuinas.
Ahí quiero seguir día tras día, en la demencia de amarte, a ti y a tu cuerpo de luz y fuego; como el perturbado que erige un altar de Dios sobre el sudor de tu orgasmo. Llámame loco embrujado, paranoico intratable, demente altivo, pero jamás cederé a la impresión de anhelarte, de pintarte, de lamerte, de penetrarte con mi virilidad, y en el silencio y el sosiego de la pausa, sentir que eres mi luna y yo tu lunático.