Ago32017
Archivo de la etiqueta: Llorar
Sep222016
Una niña llorando
La sábana cubre los cuerpos, remarcando las siluetas. Unos pechos incipientes, apenas perceptibles por el tórax masculino, que aplasta con su potencia monstruosa mientras arranca rumores al viento y penetra en el fondo de la arena. La esposa se aferra al dorso del marido, sin arañar, sólo firmeza y resistencia, sólo sujeción.
Y al otro lado de la pared, una niña se bebe sus lágrimas mientras cierra los oídos, ausente.
Aumenta el ritmo, se acelera el pulso. Los muslos forzados se abren un poco más ante las frenéticas acometidas. Es la guerra sin cuartel, la batalla final por el trofeo anhelado. Por eso grita el soldado, descompuesto por el esfuerzo, sintiendo la amenaza de su vida, mientras su esposa recibe la mole varonil: el hombro bajo la barbilla, la espalda vestida del cabello femenino, el vientre oleoso y pegado al otro vientre, la pelvis aguijoneando el sexo ajeno.
Y al otro lado de la pared, una niña gime sin que nadie escuche sus secos lamentos.
Corre, corre, corre. Se apresuran las pieles laceradas al recibir el movimiento nervioso, imparable. El hombre gruñe, brama, ruge, balbucea un término amoroso, mientras se aprieta contra ella, quien lo siente como una pesada bomba de relojería a punto de explotar. Y estalla con un grito expansivo.
Y al otro lado de la pared, una niña traga saliva y cierra los ojos para limpiarse las lágrimas.
El hombre se vuelca a un lado, exhausto. La mujer queda en su posición supina, silenciosa, sólo escuchando el respiro anheloso de su legítimo esposo, que ha perdido la fuerza y la virilidad. La luna, a través de la ventana, clarea en el dormitorio, desvelando un rostro joven y hermoso, casi primaveral. El marino vuelve la espalda, amolda la cabeza y ronca, adormilado.
Y al otro lado de la pared, una niña se evade de las penumbras, escapa de las sábanas y se encamina al baño para asearse
Ago232016
El recuerdo de tu cara
Sep102013
No llores
llorabas desconsolada.
Las lágrimas como mazos
te golpeaban, ¡su amada!
parecía perder vida.
Evaporado el aliento,
incluso siendo querida.
llorabas por la dolencia
de no verle en mucho tiempo.
y ya su cercana ausencia
parte en dos el sentimiento.
así no te quiero ver.
Piensa que en estos amores
esperar hay que saber.