Lazo rosa, de piña colada, con una sutil textura picante. Tierna gracia sin término, como fresa que al morderla exhala cálidas vitaminas. Pan de molde cuya miga se mantiene siempre blanda. Fogosa delicia que despide una fragancia única. Flor de doble pétalo rosado, cuyas semillas blancas traen frutos de ensueño, no hallados en ningún otro edén del universo, más que en tu cara.
Así pienso que es tu boca: una obra perfecta de la naturaleza, con sus largas comisuras y su carnosidad caliente, donde germina un jardín de sensaciones. Habla y grita, muerde y saborea, destila el meloso gusto de tu lengua punzante, como la espina de un rosal, que protege coquetamente el borde de los labios.
Es allí donde florecen los deseos de este hombre, tibios y sinceros, que encuentran en la profundidad de tu garganta el escondrijo en el que ocultar sus razones, sus secretos, su amor y su alma entera.