La casa en llamas

El fuego envolvía por completo la casa abandonada.Llama votiva - Norberto Kolus

Trepaban las llamaradas por los altos muros, como serpientes vivas y rojas que se arrastraban zigzagueando por la superficie pétrea. Los bomberos y vecinos agolpados a las puertas del edificio convivían en temor y sobresalto. Los primeros intentaban vanamente extinguir el humor violento. Los segundos contemplaban con expectación y asombro como el monumento histórico de su pueblo, una construcción renacentista que había sobrevivido a guerras, huracanes y terremotos, era invadida y saqueada por los demonios alados de un inclemente fuego.

Tardaron más de tres horas en extinguirlo. Apenas lo hubieron logrado, la oscuridad de la noche se cernió sobre los presentes, que advertían, agónicos y dolidos, como la historia de la localidad se derrumbaba ante el poder del caos.

Sin embargo, el desastre no terminó ahí: unos minutos después un bombero salió por la puerta desvencijada del edificio con un bulto entre los brazos. Se trataba del cuerpo carbonizado de un hombre.

Pero lo peor no era eso.

Lo peor era que tenía un cuchillo clavado en el pecho.

Iraultza Askerria

Pinocho sin nariz

Pinocchio Roma - Juliogmilat FotografíaPinocho no tenía nariz, al contrario que los otros niños de la escuela. Cuando estos mentían quedaba de testigo una prominente punta nasal, la cual se extendía a cuanto más falso era el embuste. Pero pinocho, al carecer de nariz, engañaba sin que nadie se percatara de ello.

No obstante, es bien sabido que se coge antes al mentiroso que al cojo, y por eso, un buen día, el entorno social de Pinocho dejó de confiar en él. Por regla general, en su palabrería no había ni una pizca de verdad.

De esta manera, el día que Pinocho manifestó que estaba muriendo de cáncer, sus familiares y amigos creyeron fehacientemente que era una farsa.

Y así, murió sólo.

Iraultza Askerria

Sexo en la calle

Gran Vía con Alcalá. Edificio de Metropolis. Gran Vía and Alcalá junction. Metropolis building. Madrid - J. A. AlcaideTe apoyas en la farola como una parte indisoluble del mobiliario urbano. Miras, contemplas. Traduces en versos el caminar de las doncellas. El poeta en la calle. Alberti. Pero hoy no quieres hablar de revolución. Hoy quieres hablar de sexo. De dulce y primigenio sexo.

Desde la farola y rodeado de edificios, miras hacia la carretera. Coches. BMW. Muchachas de copiloto. Una joven conduce una motocicleta. Rubia embutida en cuero. Gasolina, velocidad y sexo.

Tu mirada se desvía hacia el bar de la esquina, cinco niñas haciéndose mayores bebiendo cerveza. Algunos hombres junto a ellas intentando llamar la atención. Fracaso. Sexo virginal. Artemisa o Atenea. No importa. Virgen sexo.

Una criatura espera en la entrada del metro. Rostro de princesa. Frente de firmamento. Labios frambuesa. Ojos…, ojos…, ojos… de primavera. Bella granada que sola aguarda la llegada de su novio. Tan solitaria como yo. Solitario sexo.

Una chica sentada a la orilla del banco de la plaza. Piernas desnudas hasta la vertiente de los muslos. Color moreno, casi galáctico. Movimientos cruzados que han ganado la guerra. La fuerza del sexo.

Y tú escribes historias bajo el amparo de la farola, sabiéndote poseedor de aquellas almas y cuerpos que en la cascada de las palabras, se desnudan ante ti como libros abiertos.

Iraultza Askerria

Enamorado

20090618-40D-01132 - Dan Foy

Estoy enamorado. Muy enamorado. ¡Y qué nadie me diga que el amor no existe! Pues estoy dispuesto a descargar toda mi furia contra tales ignorantes y necios… A ellos les digo, a quienes reniegan del amor, que yerran, que están equivocados, que ignoran los entresijos de la vida, ¡qué no saben nada!

Decidme, pues: si no estoy enamorado, ¿por qué me siento tan diferente al resto del mundo? Tan marginado de su sociedad, tan… superior, como si fuese el hijo de Dios en las profundidades del infierno o el retoño de Satán en las inmensidades del cielo. ¿Por qué mi alma se tambalea ante el mero estremecimiento de sus tiernos labios? ¿Por qué su voz me embriaga al resonar su eco a mi alrededor? ¿Por qué su sonrisa de flor me cautiva, tornándome rehén de su voluntad? ¿Por qué la comparo con todas las mujeres que veo y me digo que es la más hermosa de las hijas de Venus…?

Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria

La mirada huidiza

The Eye - Augusto SernaEs curioso como la mirada huidiza de una mujer puede inculcarte tantas emociones. Ella solitaria en aquella mesa, sentada junto a una amiga, gallarda, escuchando las confesiones de la compañera, mientras punto a punto gira la mirada hacia ti. Intenta observarte, estudiarte, esperarte, pero cuando tú vuelves la mirada para delatarla, ella se aparta, aparentando no haber hecho nada.

Ausencia inverosímil.

Sigues con el juego por un tiempo. Es divertido, agradable, ardiente, las miradas que se encuentran y se deshacen como espigas de trigo. Un brillo en el fondo del iris acomplejado por la explosión de una supernova. Sentimientos cercanos como dos electrones que buscan el núcleo del átomo.

Vacilas en levantarte o no hacerlo. Aguardas que ella haga un movimiento de consentimiento. La filigrana de la voluntad resplandece un instante y te parece que ella mueve la mano hacia ti, señalándote o dándote la bienvenida. Pero no lo sabes. Y tampoco te atreves a preguntárselo.

Es entonces cuando oyes un paso detrás de ti. Giras levemente la cabeza y ves a un hombre desconocido que te sobrepasa y avanza con decisión hacia la chica de la mirada juguetona y dice algo al llegar a la mesa y ella le observa con los mismos ojos con los que te había observado a ti.

Si es que, claro está, en algún momento llegó a observarte.

Iraultza Askerria