El diario del escritor

el mito de la realidad - Elisabeth D'OrcyNótese que la profesión de escribir es larga y tediosa como ninguna otra. Todo comienza, primero, con largos años de lectura. Después, insufribles décadas de esfuerzo pretendiendo redactar unos párrafos legibles. Al final, y con suerte, un relato que recibe las buenas críticas de un lector voraz.

Estos son los hábitos del escritor, los cuales sólo se adquieren tras una voluntariosa puesta en marcha, como ese coche de los circuitos automovilísticos que requiere meses de ingeniería, mecánica, pruebas y errores. Alcanzar la redacción diaria requiere una voluntad férrea y una perseverancia sólo al alcance de unos pocos locos; digo locos, porque no hay mayor locura que imaginar lo irreal.

Los años de trabajo se esconden tras la esencia del escritor. Horas pegado al ordenador, tardes enteras transcribiendo borradores, semanas interminables revisando lo que, funestamente, ha de calificarse como basura.

Entonces, ¿qué recomiendo a la irrefrenable vida del escritor? ¿Cómo facilitar su aventura literaria? ¿Qué hacer para que la vitalidad de los pensamientos sea más productiva?

Pues, sencillamente, llevar un diario.

Crea un hoja de cálculo

Necesitamos una hoja de cálculo donde contabilizar el esfuerzo, de tal forma que de un vistazo sepamos cuánto, cuándo y qué escribimos. Conocerse uno mismo como literato facilita mucho la tarea primigenia de escribir.

Todos y cada uno de nosotros funcionamos mejor a unas determinadas horas del día. La ocupación de escribir no es diferente. Algunos prefieren la mañana, otros el anochecer; pero saber cuál es el periodo más eficiente pasa, inicialmente, por llevar un control frecuente de dicha tarea.

Anota la información necesaria

Antes de empezar la escritura, debes anotar la hora y el día en que comienzas la tarea. Luego, simplemente ponte a escribir, sin pausa y obstáculo. Cuando termines, registra la hora de fin y calcula el tiempo dedicado a ello.

Los datos a añadir son los siguientes:

  • Fecha
  • Día de la semana
  • Hora de inicio
  • Hora de fin
  • Número de palabras escritas
  • Título(s) del relato/novela/poema
  • Algún comentario si procede

Escribe todos los días

Para que este diario sea precisamente eso, un diario, hay que escribir diariamente, valga la redundancia. Cada mañana o cada tarde o cada noche, adéntrate en tu imaginación durante unos minutos, tal vez horas si la inspiración así te lo exige, y conságrate a la gran excursión de las palabras.

Lleva un control de las correcciones y revisiones

El escritor ocupa mucho tiempo en revisar y corregir sus textos, casi más que en la fatigosa tarea de redacción. Por ello, es muy recomendable auditar estas labores y llevar un catálogo al día. Pero en la ardua faena de revisión me sumergiré en otro artículo.

Saca las conclusiones al final de mes

Si sigues estos pasos, al terminar el mes, dispondrás de una información completa y fiable. Con la misma podrás descubrir cuáles son los horarios más lucrativos, en qué día de la semana la inspiración es más duradera y en qué momentos la imaginación parece trabada sin ningún camino a seguir.

Si gestionáis este sencillo “diario del escritor”, podréis mejorar indudablemente vuestra calidad y dedicaros a la redacción en las mejores coyunturas. Hacerlo permite conocer los límites de cada autor, y es que conviene no forzar a las musas.

Espero que os haya servido de ayuda este conciso tutorial y aquí os dejo un pequeño archivo en formato Excel para que podáis crear desde ya vuestro “diario del escritor”.

 

Cómo gestionar los personajes de nuestras novelas

“Conocer a un hombre y saber lo que tiene en la cabeza son asuntos distintos.”
Ernest Hemingway

Are You Gonna Go My Way? (Explored) - Joe Penniston

Ocasionalmente, el personaje de una novela puede aventajar al propio escritor en cuanto al conocimiento de la trama y el devenir de la historia. Esto ocurre cuando el protagonista, exento de todo obstáculo, avanza en el argumento con total libertad, interpretando su propia vida como si se tratase de un ser real.

Esto tiene diversos beneficios para la novela, pero también algunas desventajas. Este protagonista puede llegar a convertirse en un ser desconocido, tan evolucionado respecto al inicio de la obra, que el narrador puede olvidarse de cómo es, desconociendo a este personaje que creó con todo lujo de detalle.

Además, si la novela consta de varios protagonistas este problema se multiplica, y el autor puede encontrarse ante una amalgama de personajes cuya singularidad desconoce.

Anotar los rasgos de los personajes más representativos

Una de mis primeras recomendaciones es esquematizar la personalidad del personaje, y volcar esta información en un cuaderno aparte, en una etiqueta adhesiva pegada contra la pared o en un liviano archivo de texto. Gracias a ello, el autor podrá recordar de un vistazo el físico, el carácter y la historia más trascendental de sus protagonistas.

Naturalmente, este procedimiento requiere que el autor esté constantemente actualizando los datos de sus personajes; bien durante la lectura del manuscrito o antes de ponerse a escribir. Algún novelista podrá incluso interrumpir la escritura para anotar algo.

La ventaja es que el escritor nunca se olvidará de los atributos de ninguno de los personajes.

Durante la elaboración de la novela, el temperamento de cada uno está bastante asimilado por el autor. Sin embargo, cuando unos años después, éste se embarca en la ardua tarea de realizar la última revisión, el escritor puede haber olvidado muchos de los rasgos de sus protagonistas.

En definitiva, es muy recomendable disponer de una hoja que resuma esquemáticamente la idiosincrasia de los protagonistas de la novela.

A continuación una imagen con el método utilizado en mi novela “La elegante prosa de un asesino”. He eliminado bastantes referencias para no desvelar la trama de la obra, por lo que se trata de un simple esbozo. En cada celda aparecen reseñas de cada personaje, incluyendo entre comillas y en cursiva citas extraídas directamente del manuscrito.

Muestra gestión personajes

Retratar los personajes con imágenes

El personaje nace y perdura en la imaginación del escritor. Éste es capaz de oler, rozar y contemplar cada facción de sus protagonistas. A veces, sin embargo, puede ocurrir que la creatividad literaria no sea suficiente y el personaje aparezca en el cerebro del autor coma una forma difusa de brazos, piernas y cabeza. Además, es muy probable que éste sea el efecto cuando el novelista se haya desvinculado de la obra durante unos años.

La solución para este problema es bien sencilla: buscar fotografías, pinturas, retratos o imágenes que tengan un parecido exclusivo con nuestro personaje. Internet es un ingente lugar de información. Seguramente, nuestro personaje compartirá alguna similitud con algún dibujo o retrato existente en la web.

Hacer esto permitirá que jamás olvidemos el rostro y la fisonomía de nuestros vástagos literarios, sirviendo además de un apoyo constante.

Inspirarse en la vida real

Por último, quiero hacer hincapié en la necesidad de elaborar personajes heterogéneos y pulidos. El panadero, el conductor de autobús, la anciana, el vecino, etc. Todos deben aparecer en la novela como un personaje de virtudes y lacras, con sus peculiaridades distintivas.

Esto requiere un trabajo de creatividad enorme. Sin embargo, mi propuesta para la creación de estos personajes efímeros es la que sigue: inspirarse en los individuos que ya conocemos, fusionar las virtudes y los defectos de varios y concebir así una nueva identidad. De tal forma, cuando procedamos a introducir dicho personaje en la obra, nos será fácil describir sus facultades más simbólicas, evitando el ingreso de figuras planas e insustanciales.

Aquí termino estos pequeños consejos; tres procedimientos que servirán para resolver las carencias de los personajes de nuestras novelas. Siguiendo estos pasos podremos mejorar la simbiosis del escritor con los protagonistas, que frecuentemente nos traen de cabeza. Conocerlos a todos ellos y tener siempre a disposición una imagen o una lista completa de capacidades, favorecerá el proceso de redacción, corrección y revisión.

El escritor guarda mil personalidades distintas. Identificar cada una de ellas en su primer cometido como literato.