Romperse en pedazos

CampusParty 2010-17-2 - {author}Te doy un soplo de aire. Te muerdo la boca. La mejilla. El cuello. Te vuelvo a morder. Torturo tu alma de doncella y azoto tus carnes. Tu cabeza contra la almohada. Tu espalda arqueada. Mi cuerpo sobre el tuyo, un Atlas que te aplasta. Tu vientre fino soportando la Bóveda Celeste. Corre alrededor del mundo. Corre. Córrete. Grita, húndete en la miseria de eyacular sobre mis dedos.

Lo has hecho. Te has deshecho. Hojarasca mojada. Mi mano naufragada en tu sexo. Aprieto entre los muslos. La temperatura decrece. Relajación. Sosiego. Un beso en tus mejillas. Tus párpados se abren. Me miras fatigada. Te miro con ganas de fatigarme.

Abandono tus piernas y asciendo al horizonte. Me acomodo sobre las montañas. Divino soporte de estrellas. El cometa endurecido, con su cola que se hace y se deshace constantemente. Tus manos lo envuelven y me rompo en pedazos.

Iraultza Askerria

Beso rosa

Kiss - {author}Lanzar la sábana al encrespado pubis y apaciguar su fortaleza con un roce húmedo. Cubren el pudor los cabellos negros y las manos toman débilmente el rostro acunado sobre el vientre.

Hembra rosa. Hombre ciego. Ver más allá de la realidad cuando es cierto lo imposible. Simplificando el placer para derribar el odio, mientras sonríen los gases nobles en la polución del sexo.

Saliva contra saliva. Claroscuros de sabores entre aromas almizclados. Embudar la boca y lacerar con la lengua. Oblicua punzada tras íntegra envoltura. Se queda abierta la sima y libre el pedestal ante otra profunda ingestión.

Y tan profunda…

… que se rompe la agonía en cien pedazos. El corazón se tambalea sin pedir perdón ni permiso. Llora un gruñido gutural sin que el beso rosa se inmute. Explosión de llamas.

Los labios teñidos de blanco como una flor de azucena en su zigurat de luz.

Iraultza Askerria

Dedos

Up in Smoke 02 - WirosNo supe entender lo que pedían tus carnes, ávidas de un cuerpo en celo. Quizá, incluso, tuve miedo de comprenderlo. Me limité a hacer contigo lo que tú querías hacer conmigo, prohibiéndote el placer de masturbarme, obligándote a dejarte masturbar por mí. Casi esclava de mis dedos, expertos artífices de músicas, te contorsionabas abiertamente junto a mi cuerpo.

Estabas tendida cuan larga eras sobre una cama de apenas un metro. A pesar de tu atractiva largura, toda tu alma se había reducido a un nimio punto de vestigio fálico. Por ese lugar sentías, veías, escuchabas, olías y saboreabas. En el núcleo de tu emoción, la presión de los sentidos era inmensamente desproporcionada, demasiado grande como para albergarla en un cuerpo tan pequeño.

Pero yo no me detuve en ningún instante, y menos cuando vi como tus caderas se movían arriba y abajo, describiendo tímidos círculos alrededor de mi mano, mecánico objeto de tu satisfacción personal. Me contenté con abrigarte bajo la sombra de mi cuerpo erguido a media altura, con sentir entre mis dedos un tacto húmedo que besaba y devoraba mi piel. La ventosa se atragantaba por la fuerza de mi movimiento rectilíneo, a punto de alcanzar un placentero cólico que te mataría de hambre.

Iraultza Askerria

Una chispa de excitación

Era tan apuesto, tan hábil en su movimiento manual…, que se preguntaba si sus dedos serían tan agradables pulsando las melodías guardadas entre sus muslos. Le imaginó desnudo, sin esa camisa, sin esos pantalones ceñidos, sin la ropa interior que le arrancaría a mordiscos. Le imaginó tendido sobre ella, soportando su sagrado peso contra la cadera, percibiendo como el sudor recorría sus cuerpos flamígeros, mirándose recíprocamente con las pupilas extraviadas en el culminante éxtasis. Imaginó la saliva varonil y meliflua descender empalagosamente por su propia garganta.

Blue eye-Pablo Fernández

Sus ojos femeninos chispeaban de excitación, rehuyendo de la ferocidad de su hermano.

—¡Qué me des tu móvil, joder! —Su hermano alcanzó la culminación de la ira. Empuñó con ambas manos el fusil, miró al otro hombre y le disparó—. ¡Y mírame a la cara cuando te hable!

Se hizo un completo silencio, un silencio puntualmente roto por la caída de un cadáver.

Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria

Lejos de la realidad

Ella tenía los ojos cerrados. Él también. Los dos habían naufragado en el océano de los gemidos agudos, de las palpitaciones aceleradas, de los suspiros fatigados, de las ilusiones eróticas. Cualquier vestigio de otros pensamientos se había suprimido.

Habían naufragado en el océano de la sexualidad.

Emitiendo hechiceras exclamaciones, María lanzó la cabeza hacia atrás. El mundo se hundía con ella. Se desataba de la realidad para atarse al edén del cuerpo, de la piel, del contacto, de la lascivia. Mientras ellos hacían el amor, el resto del mundo había desaparecido, enterrando su existencia muy lejos de la verdad.

Ellos eran la única certeza, sus gemidos el único aire, la saliva el único agua, sus labios el único alimento. La mujer era la única Eva y el hombre era el único Adán.

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