… para luego dormir a tu vera, sin ganas ya de vivir y sí de morir bajo tu pecho.
Oct182018
Oct182018
… para luego dormir a tu vera, sin ganas ya de vivir y sí de morir bajo tu pecho.
Nov152016
Volarán las lucientes golondrinas a tu terraza, donde un mensaje dejarán. Sus alas vibrarán frente a los cristales, y a ti, ¡hermosa!, te despertarán. Correrás a leer aquella epístola, en tu corriente soledad. Volarán mis palabras a tu flor de boca y por la tarde bajarán… a tu vientre de pan y tapa, donde el alma te abrirán. Llorarás feliz al leer la carta y en el rocío de las lágrimas me verás, porque apareceré entonces de la nada, como magia, para poderte besar.
Dic242013
He hablado con voz queda, en un registro muy suave. Me arrimo a ti y desciendo los labios hasta tu oído. Aprecio la dulzura de tus rizos contra mis mejillas. Tu cabello…, tu cabello de seda…; tu cabello de anhelos.
En un susurro, despliego los labios:
¿Cuándo vas a enamorarte de mí?
Te oigo suspirar de inquietud. Estoy casi encima de ti, como otras tantas veces lo he estado. Unos pocos centímetros separan nuestras caras. Las pupilas se contemplan directamente, reflejándose. No te mueves. Sabes que cuando abras los labios para responder, yo los cerraré con los míos.
Entonces, nos besamos.
Feb182013
Yo, situado a unos metros del escenario, podía vislumbrar a los músicos y a la mayor parte del público: jóvenes rostros que sacudían la cabeza y el cuerpo con el alegre vaivén de la festividad cotidiana. Aquello parecía una reunión familiar, una íntima ceremonia, el casamiento entre la libertad y la noche que se habían amado durante siglos enteros, y que ahora se desposaban bajo un rocío de voces privilegiadas que cantaban al unísono.
Y entonces la vi.
Justo cuando terminó la canción, la vi.
Vi venir su imagen hacia mí como un huracán súbito e imparable, como el brazo irrefrenable de un maremoto, como la sacudida rabiosa de un catastrófico seísmo. Fui arrastrado a las llagas de la memoria, donde todo lo penetrante produce un profundo dolor en el espíritu y en el corazón, muy lejos del pasajero estremecimiento sentido apenas por la mente.
Extracto de Rayo de luna, de Iraultza Askerria