La mano dormida reposaba sobre la almohada. La noche había cedido a una cálida aurora, cuyas luces resplandecían sobre las desgastadas sábanas de la cama, iluminando la piel desnuda de la mujer.
Él la contemplaba con la mirada pensativa.
Recordó la historia de pasión y sinceridad que habían vivido durante la madrugada. Ahora no quedaba más que la memoria nostálgica e imborrable de una pasada época.
Pero la vida era así.
Tomó su ropa y se vistió bajo las caricias de la mañana. Antes de abandonar la alcoba, la miró una vez más; por última vez. Sabía que nunca volvería a verla.
Jamás, nunca más.
Pero juró, sobre la vida y la muerte, que nunca dejaría de amarla.
¡Contenido extra!
Algún lector me preguntó alguna vez sobre el título de este microrrelato. «Palabras en femenino», ¿por qué? La verdad es que no se puede encontrar relación del encabezado con el contenido narrativo del mismo; en vez de eso, hay que vincularlo con la morfología del texto. Todos los sustantivos que se han utilizado en el relato son de género femenino, de ahí, el título. Simple y llanamente.
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