Arena blanca

The stolen moment - {author}Arena blanca, avena blanca, en tu sexo juvenil. Llanura límpida, superficie limpia, como un cielo despejado. Mis besos se desbordan por tu inquietada seda, invitándote a gemir desconsoladamente.

Se retuercen tus senos por la presión de mis manos, y los simulan tus ingles por la mordiente embestida. Abro mi boca entera y la cierro en tu pubis, tan reluciente y hermoso, tan libertario como una estrella.

Me divierto en tu congoja. Filete mío de carne rosa, arrugada, flexible y húmeda de sal, tan propiamente vinculada al mar como a la florida naturaleza. Tulipán de cuatro pétalos cuyo polen devora mi lengua, arrastrado por tus piernas dobladas, por mi barbilla hundida en ti.

Y en los espasmos que te socorren, escucho como gritas mi nombre, mientras me decapitas con los muslos y luego aflojas la cuerda del inocente.

Un último beso te cierra los labios para dormir.

Iraultza Askerria

La fruta prohibida

Photo - {author}El afeite de tu sexo desnudo ante mis labios rojos parece más un caramelo envuelto en elegantes galas que un órgano cercano y tangible que tañer con la boca. Lo contemplo inmóvil, pletórico, radiante en su rocío, empañado de miel y encanto, y temo que, si lo beso, sea condenado al averno por haber degustado la fruta prohibida.Por ello, me quedo quieto, distante a menos de cuatro centímetros, intentando decidir qué hacer con mi vida en un momento tan crucial como aquel, mientras tu cuerpo de nieve y chocolate se desprende de la realidad esperando una caricia de fuego.

Al final, me decido: unto mis labios entre los tuyos, me lleno de la suavidad de tus muslos colorados y al momento de saborearte comprendo por qué Eva tampoco se arrepintió de hacerlo.

Iraultza Askerria