Azores cruzando vías en extinción.
Palas cavando los despojos de otras palas.
Un niño jugando con una pelota pinchada.
Al fondo una explosión.
Margaritas amargas por el beso grana
de animales buscando un sorbo de agua.
Una niña bañándose en el barro de un río seco.
Un hábitat que muere de sed.
El sol que se oculta en el ocaso sangriento
sigue presente en la madrugada tibia.
Los críos miran a lo alto buscando las estrellas.
Pero no hay nada… ¡nada!
Manos que exhalan en las sombras amor
y necesidad, se sueltan por el sudor ardiente.
El bebé que llora sin el apego paterno.
El cariño vuela, ¡vuela!
Cuando rompen el minarete de las mezquitas
derruidas, se quiebran las oraciones olvidadas.
La infancia crece sin fe, fundamento o ética.
El mundo ni cree ni ve.
Olas lejanas en la memoria que fragmentan
la esperanza al cubrirla de negro y de verde.
Los pequeños desconocen los castillos de arena.
Ninguna nueva ilusión.
Palas cavando los despojos de otras palas.
Un niño jugando con una pelota pinchada.
Al fondo una explosión.
Margaritas amargas por el beso grana
de animales buscando un sorbo de agua.
Una niña bañándose en el barro de un río seco.
Un hábitat que muere de sed.
El sol que se oculta en el ocaso sangriento
sigue presente en la madrugada tibia.
Los críos miran a lo alto buscando las estrellas.
Pero no hay nada… ¡nada!
Manos que exhalan en las sombras amor
y necesidad, se sueltan por el sudor ardiente.
El bebé que llora sin el apego paterno.
El cariño vuela, ¡vuela!
Cuando rompen el minarete de las mezquitas
derruidas, se quiebran las oraciones olvidadas.
La infancia crece sin fe, fundamento o ética.
El mundo ni cree ni ve.
Olas lejanas en la memoria que fragmentan
la esperanza al cubrirla de negro y de verde.
Los pequeños desconocen los castillos de arena.
Ninguna nueva ilusión.