Tu amor

Ivanka - arcticpenguin

Tu amor es opresor, dictatorial,
tu amor es asfixiante en tu regazo,
tu amor es la ponzoña del puñal,
tu amor es el terrible no de un mazo.
Tu amor es un anhelo sin final,
tu amor es todo un mundo en un abrazo,
tu amor es el cariño universal
que da a mi vida luz con su chispazo.
Tu amor desgarra el mundo en el que vivo,
y con su vida llena el universo.
Es el que tira y suelta del estribo.
Tu amor es todo y nada, sucio y terso,
blanco y negro. Tu amor pierdo y recibo.
Amor que llora y ríe el fin del verso.

Iraultza Askerria

Blanco entre rojo y negro

Vampira - {author}Cabalgabas en tu carruaje de hierro y plata, en el mortecino silencio de la madrugada. Vestías, como siempre, tu traje ajustado de color negro y habías pintado tus labios de un rojo brillante, que contrastaba temiblemente con la palidez de tu rostro. El pueblo murmuraba que eras un ser siniestro, oscuro, letal. Una criatura de los infiernos, inmortal y sedienta de sangre, que había encontrado en aquel hermoso cuerpo femenino el disfraz para cometer sus fechorías.

Mandaste detener al cochero frente a una mansión de mármol. Del interior flotaban voces achispadas y a través de las ventanas se deslizaban sombras humanoides. Te apeaste del carruaje y te encaminaste hacia el edificio.

Un mayordomo te abrió y te dio la bienvenida. Te invitó a entrar al gran salón, de donde provenía una música que invitaba al baile. Pero tú sabías que nadie bailaba. Nadie. Te esperaban a ti. A la diosa de la noche.

Y entonces, cuando traspasaste el umbral y tu cuerpo blanco surgió a la vista de todos, ataviada de negro, con el pelo largo ocultando el escote y los ojos grandes fulgurando por encima de los rojos labios, la audiencia te recibió entre aplausos.

Iraultza Askerria

El bolígrafo silencioso

Starting to write - DAVID MELCHOR DIAZTenía un bolígrafo en la mano y la mente ahíta de tinta seca, tiesa, tísica. Las palabras quedaban inmóviles ante la frigidez de los pensamientos y el bolígrafo escuchaba en silencio voces que no decían nada. Frente al artilugio prosaico, el papel blanco temblaba de frío, desnudo, desamparado, sin versos que pudiesen abrigar su enfermiza palidez.

Maldita inspiración la de aquel poeta incapaz de reencontrarse con su musa y componer así un soneto que pudiera salvar a la humanidad de una muerte segura. Pero el destino era caprichoso como el amor de una quinceañera, y al igual que el platonismo adolescente, aquel literato fue incapaz de imprimir una poesía con su bolígrafo silente en su papel desprotegido.

Al poco tiempo, el bolígrafo se quedó tan seco como la mente del autor y él más pálido aún que la hoja blanca.

Iraultza Askerria

Arena blanca

The stolen moment - {author}Arena blanca, avena blanca, en tu sexo juvenil. Llanura límpida, superficie limpia, como un cielo despejado. Mis besos se desbordan por tu inquietada seda, invitándote a gemir desconsoladamente.

Se retuercen tus senos por la presión de mis manos, y los simulan tus ingles por la mordiente embestida. Abro mi boca entera y la cierro en tu pubis, tan reluciente y hermoso, tan libertario como una estrella.

Me divierto en tu congoja. Filete mío de carne rosa, arrugada, flexible y húmeda de sal, tan propiamente vinculada al mar como a la florida naturaleza. Tulipán de cuatro pétalos cuyo polen devora mi lengua, arrastrado por tus piernas dobladas, por mi barbilla hundida en ti.

Y en los espasmos que te socorren, escucho como gritas mi nombre, mientras me decapitas con los muslos y luego aflojas la cuerda del inocente.

Un último beso te cierra los labios para dormir.

Iraultza Askerria

Colores

Photo - {author}
El verde es el color de la esperanza. También lo es de tu alegría, de tu mueca trucada en abiertas sonrisas. Del pecho enardecido cuando respira atosigado. De ti misma en estado puro, abierta como la primavera, verdaderamente paciente en tu verde anímico.
El azul es el color de la libertad y de tu sexo que sabe amar y sabe a mar cuando se libera de sus bragas. En el azul de tus muslos naufrago como Odiseo no buscando más Penélope que tú misma. Y en las azuladas vertientes del ocaso y el crepúsculo, te me vuelves azul como un ruiseñor, ola gemebunda en su canto extasiado.

El negro es el color de la elegancia, de tu pelo, de tu vello, de tus faldas y tus vestidos, de tus ojos oscuros, de los universos paralelos y del futuro que no nos espera. Con él me ahogo sudoroso cuando me pego a ti en la oscuridad de un dormitorio y en el fluir de las sombras fluyen los abrazos ciegos y se tientan los ojos, comiéndose.

El blanco es el color de la inocencia, de la pureza y de la suciedad cuando me corro sobre ti. Es el símbolo brillante de tu piel esponjosa, marea baja cubierta de arena que resplandece bajo tus ojos. Me recuerda a la castidad y a la timidez que perdimos en la capital iberoamericana. Pero ante todo me recuerda al camino sin fin que recorreré contigo.

Y el rosa no es un color. Es tu color. Te llama y te viste de soltura, de donaire, de carácter, de intelecto, de simpatía y bienestar. Las rosadas auroras te pintan, mientras insinúan tus curvas de escándalo y te levantan por encima del mundo como una diosa ejemplar.

Pero ante todo, tú eres mucho más que un color. Lo eres todos. Tonalidades y matices que al juntarse recrean tu cuerpo cálido, esbozan tu existencia, sabiéndose descendientes de tu gloria infinita. Perfección absoluta en mujer.
Color en este mundo sombrío.

Iraultza Askerria