Ya habiéndose mi amor adormilado
en el lecho aciago de la memoria,
acudió una princesa hasta mi tumba
a adornarla de rosas.
en el lecho aciago de la memoria,
acudió una princesa hasta mi tumba
a adornarla de rosas.
Yo me revolví junto a los gusanos
que roían mi piel poca a poca,
queriendo conocer a esa exquisita
desconocida sombra.
que roían mi piel poca a poca,
queriendo conocer a esa exquisita
desconocida sombra.
Adivinarlo nunca pude, y hoy
me pregunto, ¿quién era aquella moza
que cubrió mi cadáver con las flores
de tan dulce aroma?
me pregunto, ¿quién era aquella moza
que cubrió mi cadáver con las flores
de tan dulce aroma?