Pese a la distancia

Separados: El beso (II) - Antonio Morales GarcíaPese a que vives en la frontera inalcanzable, te siento tan cerca de mí como esta mano mía. Pareces revolotear cual mariposa en mi suspiro de fuego y siento las alas de tu espíritu batirse en caricias sobre mi espalda.

Pese a que vives en un mundo aparte, oigo el pájaro de tu voz melindrosa. Parece un trino de ruiseñor acompasado que se transmite entre flor y flor como la miel de las abejas, mientras la brisa se acongoja ante la algodonosa suavidad de tu timbre.

Pese a que vives en la lejanía de los cielos, veo tu sonrisa en los amaneceres sonrosados. Parece un crepúsculo dilatándose en el firmamento, que guarda en su interior dientes de nácar junto a rúbea profundidad de ensueño.

Pese a que vives en el mundo de los muertos, sigo sintiéndote y oyéndote y viéndote en la eternidad de los recuerdos. Como si estuvieras junto a mí, como si me hablases, como si me mirares. Siempre enamorados y amantes en un mundo dividido por la vida y la muerte.

Iraultza Askerria

2 Comentarios en “Pese a la distancia

  1. Uf…!
    ¿Distancia? Insalvable distancia.
    Muy bueno…
    Pero, a pesar de todos los símiles que haces, -muy bello el de «las alas de tu espíritu batirse en caricias sobre mi espalda»- ninguno me acerca a la sensación de la fuerza con la que el personaje siente y reconoce a «la que ya no está», como la primera: «te siento tan cerca de mí como esta mano mía». Con esa primera frase ya me has ganado. He sentido de qué forma sigue sintiéndola a su lado.
    Y por supuesto el último párrafo es otro diez. Aunque conforme vas leyendo ya intuyes que ha muerto, leerlo al final fríamente, sin florituras, a bocajarro, sobrecoge.
    Lo de «vivir» en el mundo de los muertos, a pesar de ser una incoherencia real, es muy bella y te ubica con fuerza en que ella ya no está. No es que «esté muerta», es que está «viviendo» en el mundo de los muertos. Creo que esa imagen tiene mucha fuerza.
    Igual que lo de «Siempre enamorados y amantes en un mundo dividido por la vida y la muerte», en el que uno, nuevamente, entiende -y puede llegar a sentir- la putada que es seguir amando a alguien que -insisto-, no es que haya muerto…, es que vive «en otro mundo» al que no podemos acceder desde aquí.
    Triste, claro. Pero muy hermoso.
    Enhorabuena, Iraultza.

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