Tonto, tonto, tonto. Manzana envenenada, me dijiste que eras pura y virginal y yo creí tontamente tu mentira. Tonto yo que te mordí creyéndote inmaculada, tonto yo que te probé pensando que eras la plena naturaleza. Atontado por unos labios rojos, tonteé con hacer zumo tu verdor, y beber los fluidos de tu jugo íntimo.
Y no cesé en la tontería de amar tu corazón rojo, mientras tú tonteabas con cítricos y sales, haciendo de mi tonto amor un tonto peligro. Así descompuesto, demente y tan tonto como enamorado, fallecí después de probar tu piel venenosa.
Muchísimas gracias por la valoración Espero que puedas seguir leyendo otros textos.
Un saludo,
me ha gustado, podría ser la cuarta versión del desastre, o sea q la culpa no la tuvo Eva, ni Adán, ni la serpiente, sino la manzana! jeje…saludos
Jeje, gracias por el comentario, no se me había ocurrido verlo así 🙂
Me encantan tus relatos. Te he leído y me identifico mucho con algunos de ellos.
Cuídate, saludos.