La fruta prohibida

Photo - {author}El afeite de tu sexo desnudo ante mis labios rojos parece más un caramelo envuelto en elegantes galas que un órgano cercano y tangible que tañer con la boca. Lo contemplo inmóvil, pletórico, radiante en su rocío, empañado de miel y encanto, y temo que, si lo beso, sea condenado al averno por haber degustado la fruta prohibida.Por ello, me quedo quieto, distante a menos de cuatro centímetros, intentando decidir qué hacer con mi vida en un momento tan crucial como aquel, mientras tu cuerpo de nieve y chocolate se desprende de la realidad esperando una caricia de fuego.

Al final, me decido: unto mis labios entre los tuyos, me lleno de la suavidad de tus muslos colorados y al momento de saborearte comprendo por qué Eva tampoco se arrepintió de hacerlo.

Iraultza Askerria

Coméntanos... ¿qué opinas?

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.