Lanzando un gemido suave y agudo, la agraciada mujer cerró los ojos. Al instante, todos sus sentidos se evaporaron, salvo la excitación del tacto —y del contacto—, convertido en la única impresión de su cuerpo.
Bajo una sonrisa de agrado, sentía la cabeza de José hundirse entre sus dos senos, mientras las cinco vergas de las manos naufragaban entre las húmedas aguas de sus ingles. Apreció las olas ardientes del hombre resbalar por sus pezones, dejando la estela salival sobre la piel.
De esta forma, deleitándose con los besos y las caricias de José, que se encallaban entre sus pechos y entre sus muslos, María no pudo más que continuar con los párpados cerrados mientras prorrumpía pausadas exclamaciones de complacencia, comprendiendo que aquel hombre iba a hacerla disfrutar.
Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria
Abr122013
Con pocas palabras lo has cargado de erotismo, me encanta.
Gracias, ese era el objetivo: plasmar un poco de erotismo. Aunque yo sigo sin estar convencido, y creo que es muy mejorable…
Te agradezco el comentario 🙂
Gracias por visitar mi blog. Desde ya sigo el tuyo, me gusto. B.S.
¡Hola! Gracias por devolverme la visita. Un placer que te haya gustado. ¡Te seguiré leyendo!
Me gusta, escribes excelente, las situaciones están tan bien descritas que dejan volar la imaginación.
¡Gracias! Me alegra mucho que te guste.