Hoy no me apetece escribir

Refill Pelikan - {author}Hoy no me apetece escribir. Quiero cogerme el día libre, cerrar el tintero y jubilar la pluma. Quiero decirle a la musa que me voy de vacaciones y que apunte en la agenda cualquier nuevo encargo. Quiero que las palabras surjan en mi cabeza sin adjetivos, sin metáforas, con fallos gramaticales y estructuras dispares. Quiero que mis frases no sean leídas una y otra vez.

Hoy no me apetece escribir. Quiero montarme en la moto y accionar el acelerador. Quiero sentir el aire de la costa contra mi rostro mientras escucho acordes expeditos de rock & roll. Quiero detenerme un instante sobre un acantilado y mirar al futuro de la consciencia, donde los deseos se hacen realidad. Quiero que mi corazón se desboque a lomos de la irracionalidad.

Hoy no me apetece escribir. Quiero salir a correr tras una balón de fútbol, apuntar a la portería contraria y encajar un gol por la escuadra. Quiero gritar de júbilo mientras celebro la digna proeza en una ataque de frenesí y locura. Quiero sentir la adrenalina descender hasta los niveles de la tranquilidad. Quiero sudar y caerme sobre la hierba para levantarme luego con mayor entusiasmo.

Hoy no me apetece escribir. Quiero ir a tu oficina y sacarte a la fuerza del pequeño cubículo que compartes con los demás. Quiero encerrarme contigo en el ascensor, detenerlo en mitad del abismo y besarte delirante. Quiero alzar tus muslos por encima de mi cadera y penetrarte violentamente mientras te mantengo en el aire, en el cielo, en el paraíso, y te susurro al oído sucias palabras de amor.

Hoy no me apetece escribir. Y, sin embargo, al hacerlo he vivido todo cuanto quería hacer.

Iraultza Askerria

Religión

Image from page 87 of Me posees, espíritu sagrado, el alma y el corazón, la fe y el coraje. El agua bendita que corre por mis entrañas fluye de tus besos nacarados. Me vuelvo esclavo de tu religiosa simpatía, mientras al borde de tus suspiros rezo por los encantos que guardas. Soy el devoto seguidor de tu firma, aquel que confiesa entre tus piernas los pecados de una lengua maliciosa.
No tengo más deidad que tu nombre, mujer, ni más regla y precepto que tu palabra de oro. Leo la biblia en tu piel meticulosamente como un asceta. Profeta soy de ti misma, mientras sirvo tu versículo y tu verso, tu poesía y tu edén.
Mi universo entero. Mi mundo. Mi cielo y mi infierno cuando te corres. Me alimentas y me amparas. Me vistes y me desvistes. Colocas en mí las tablas de tu pasión, haciendo crecer el fervor que por ti siento.
Tú, mi única religión, mi única ley, mi única diosa.

Iraultza Askerria

Querida lluvia

horizontes - manuel holgado

Incesante lluvia derramada de los tejados del mundo. ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? ¿A dónde fuiste?

Llueve ahora, te lo ruego. Bendíceme con tus gélidos cristales. Quiero sentirte sobre mi rostro, como una mano redentora, como un pañuelo que limpia pecados. Mas miro al cielo y no te veo; tan azul como la soledad, tan celeste como la burla de un Dios.

Regresa a este mundo, por favor, te necesito en mi alma. Vuelve a derramarte, a mojarme, a humedecer la tierra seca y árida de mi alma desconsolada. Quiero verte llover sobre mi cara y que tus gotas limpien las lágrimas de mis ojos enamorados.

Ven a mí. Lluvia querida. Lluvia amada.

Iraultza Askerria

Pañuelos

Handkerchief - {author}Vamos a comernos las amarguras que nos mantienen lejos. A salar las penas con sudor carnal y endulzar los kilómetros de besos y caricias. Vistamos el remoto horizonte de sujetadores y calzoncillos, de muchos y diferentes colores, y después, pongamos lámparas y genios en las hebras del sol, para que cumplan e iluminen nuestros deseos. Hagamos una isla en este continente y erijamos monumentos con las barreras que nos rodean. Coloquemos en el aire los cimientos de las montañas y colmemos los ríos de puentes y más puentes. Obremos de tal forma que este gigantesco mundo se convierta en un pañuelo y así, cuando tiremos cada uno de su lado, sentir la fuerza del otro vibrar a través de las células del universo.

Iraultza Askerria

El hotel

Photo - {author}En los hoteles pasábamos desapercibidos. Hablábamos poco en la recepción y nuestras miradas cómplices se alejaban hasta que se cerraba la puerta del elevador. Con paso sigiloso enfilábamos el pasillo, ligeros pero sin prisa, y al cerrar la puerta del dormitorio reservado, sentíamos que ya nadie podía encontrarnos.
Ningún empleado advertía nuestra presencia; ningún cliente. En los crepúsculos, tocábamos nuestras carnes en la tibieza de la bañera. El mármol humedecía nuestros cuerpos en el chapoteo de la carne. Salpicábamos las toallas, los azulejos, las paredes de yeso y piel, pero no emitíamos más ruido que el fluir del agua. Terminábamos agotados en el mar enjabonado, con tu vientre pegajoso por el semen y tu boca gimiendo dentro de la mía. Tan secreta como silenciosa.
Por las noches, recogidos en la intempestiva madrugada, era más sencillo evadirnos de la realidad y hacernos sentir como si no existiéramos. Rompíamos el universo cabalgando de estrella a estrella a través de los galeones del colchón. Los muelles aplaudían nuestra presencia, pero no sin despertar los mundos del espacio exterior. Podíamos devorar la última cena y disfrutar del postre genital, recobrando energías y excitación antes del latigazo: esclavitud, penetración, la cadena montañosa entre el alud de sudor y afluencias demenciales.
Así pasábamos los días y las noches en el hotel. Durmiendo cuando rayaba el mediodía, trasnochando más allá de la madrugada. Solazándonos en la palidez mojada y en la comodidad conyugal. No hubo nunca un hotel que descubriera nuestras lascivas actividades. Siempre supimos guardarnos bien.

Iraultza Askerria

El momento oportuno

el obelisco del presidente Balmaceda 24 metros, la escultura correspondio a Samuel Roman en 1949 - {author} Rocío áspero en mis ojos, cerrados en tus recuerdos desnudos. Carne viva, aliento vivo, y mi amor en tu puño. Llueven lágrimas de vino que se agitan como un junco, mientras llora en la distancia este niño tuyo. El tiempo se demora segundo a segundo, tristemente marcando la vastedad de este mundo. Los caminos son eternos sin que pueda ninguno acercarme a tu cuerpito desnudo y puro. Lloro entonces sumido en este ocaso oscuro; esperando, esperando, el momento oportuno.

Iraultza Askerria

En la ducha

Photo - {author}Rodeándote la cintura desde la espalda. Mi pecho pegado a tu piel tersa, con tus omóplatos sobresaliendo tiernamente de la epidermis como si quisieran obstaculizar el avance de mi aliento. Más abajo tu culito ideal siendo presionado por el pene erecto, mientras por delante, una mano ansiosa discurre por las raíces de tu incipiente vello hasta la juntura de las ingles.
Ambos desnudos como dioses griegos, en un baño rodeado de mármol, columnas dóricas y frontones fidíacos. El reflejo de nuestra carne excitada buscándose a contraluz de un espejo rectangular. Unos dedos explorando otros dedos, y después, un cuello que se gira, una cabeza que persigue y un beso contraído como una alianza matrimonial.
Luego, tú y yo trastabillando hacia el plato de la ducha, cuya frialdad pronto calcinamos. El agua helada, después tibia, finalmente ardiente; y tu piel mojada por mi lengua ansiosa de penetrarte. Pero en tan pequeño cubículo, apenas podemos maniobrar tú y yo más que como un sólo cuerpo que lucha contra la potestad del jabón y la espuma. Nos enjugamos y nos manchamos de sexo. Te golpeo contra la pared y me arañas la espalda. Rebusco en la invidencia el paso de tus muslos y tu mano experta dirige el miembro hacia la entrada de Dios.
Y como tal, te elevas sobre mí, levitando sobre mi cadera. Bajo tus huesos, me derramo en tu interior. El constante ir y venir de mi flujo sanguíneo por el vaso de tu vientre. Una sola alma, un sólo cuerpo; y el agua, siempre insistente, refrescando esa femínea carne y ese ímpetu viril tan disfrutados.

Iraultza Askerria

Inteligencia

Photo - {author}
Te miro estudiar con la seriedad de un ser omnipotente. Todo lo sabes, todo lo absorbes, pones en duda el más recóndito axioma. Sólo tu aire puede evidenciar la verdad de este planeta vacilante. La boca cerrada como el carnoso muro del saber.

¿Qué esconden esos labios? El cosmos entero. La formación de las galaxias y la trascendencia de las civilizaciones. La más apasionada poesía y la más cultivada prosa. Llenas bibliotecas con tus códices, y mi corazón enamorado se arrodilla ante tu supremo conocimiento.

Me embargas, me pasmas, me desconciertas. Mezcla excitante de intelecto y belleza. Tu rostro adormecido en el silencio del estudio, como una palpitante luna en la noche cerrada. A tus ojos no se les escapa nada. Ni del ayer ni del mañana. Veo en tu nariz el itinerario mágico del oxígeno. Y tu frente, ¡ay tu frente!, frontón de enciclopedias, con dimensiones correctamente calculadas para dejar en ella mis besos enajenados.

Y, entonces, sin pretenderlo, contemplo la risa de tus labios, el enrojecimiento de tus pómulos, el brillo incandescente de tus pupilas, la agitación atómica de tu piel. Te ríes como una flor de primavera, que rodeada de libros, parece aún más hermosa que de costumbre.

Descubro así, mujer mía, el motivo de tu perfección. Tan guapa y sexy que me mareo al observarte. Tan inteligente y aplicada que dejo mi cerebro a tus pies. Yo, cariño, tan enamorado como asombrado de ti, quiero cederte todo lo que un día tuve y, de esta forma, con tu sabiduría, me hagas libre, libre y eterno.

Iraultza Askerria

Sensación de placer

Photo - {author}
De lado sobre la cama. Completamente desnudos los dos. Mi pecho pegado contra tu espalda. Mi cadera unida a tu trasero redondo y turgente. Un pene endurecido traspasando tus piernas ligeramente abiertas. La carne del miembro viril deshaciendo las ingles femeninas. Un brazo protector que rodea tu cabecita sulfurada y alcanza a sobar tus senos. Sudor y sudor, de uno y otro. Dura sensación de placer. Gozoso sentimiento de fuego.

Mi otra mano te recorre el abdomen. Más allá del pubis encuentra la abertura de tus muslos. Justo debajo, el pene enfila la vagina. Acerca la cabeza llameante a la entrada húmeda. Le permite el acceso. Entra.

Unido a ti como una prolongación de tu sexo. Haciendo el amor sobre un colchón blanco. Entre gemidos y gruñidos. Entre exclamaciones y promesas. Amor y placer eterno. Las penetraciones van y vuelven. Tu vagina se excita. Tu clítoris, bajo el impacto de mis dedos masculinos, también. El pene se tambalea en su férreo dominio. Gruñe. Explota. Estalla. Se corre.

Se para el tiempo. Un momento de silencio. Los alientos de uno y otro se disparan mientras retroceden los corazones. Tú también te has corrido; y querrías volver a hacerlo, sintiéndote todavía llena de mí.

Iraultza Askerria

La necesidad de juntarnos

Somewhere over the sky - {author}Sentirme bien por sentirme dentro de tu corazón, en el latir insondable de tu espíritu que, enmarcado en alba niebla, se filtra por los poros de mi piel y pega mis labios a tu constante corretear por el mundo. Me siento así, tan dentro tuyo como tú dentro de mí, en una coalición de hombre y mujer donde no se diferencia el continente de cada uno. Somos el centro y el dúo, la misma esencia y el par de naranjas gemelas, el zumo de tu sexo y el mío bebido a sorbos por nuestras bocas. La misma necesidad de juntarnos y de amarnos y de abrazarnos; el mismo requisito ineludible para sobrevivir. El mundo eres tú; mi vida lleva tu nombre; mis dedos buscan en la oscuridad tu cuerpo tibio y moreno hasta el fin de los tiempos.

Iraultza Askerria