Pese a la distancia

Separados: El beso (II) - Antonio Morales GarcíaPese a que vives en la frontera inalcanzable, te siento tan cerca de mí como esta mano mía. Pareces revolotear cual mariposa en mi suspiro de fuego y siento las alas de tu espíritu batirse en caricias sobre mi espalda.

Pese a que vives en un mundo aparte, oigo el pájaro de tu voz melindrosa. Parece un trino de ruiseñor acompasado que se transmite entre flor y flor como la miel de las abejas, mientras la brisa se acongoja ante la algodonosa suavidad de tu timbre.

Pese a que vives en la lejanía de los cielos, veo tu sonrisa en los amaneceres sonrosados. Parece un crepúsculo dilatándose en el firmamento, que guarda en su interior dientes de nácar junto a rúbea profundidad de ensueño.

Pese a que vives en el mundo de los muertos, sigo sintiéndote y oyéndote y viéndote en la eternidad de los recuerdos. Como si estuvieras junto a mí, como si me hablases, como si me mirares. Siempre enamorados y amantes en un mundo dividido por la vida y la muerte.

Iraultza Askerria

El pantano

Pantano del Tranco. - Matías Expósito Lechuga

Te despiertas. Un pantano. Tenebroso, todo tinieblas, gasas de piel en forma de nubes, vapores de humores sangrantes de odio. Escuchas sonidos sordos, apocados, gélidos, como llanto de niño en una noche tormentosa. Llueve del cielo, llueven hirientes diamantes. Resplandecen en el aire cual fantasmagóricas garras de cristal.

El pantano gélido, umbroso, lóbrego, lúgubre, luctuoso, como un lupanar de poesía, como un misterio indescifrable, como una romántica mentira que acongoja el corazón.

En él te despiertas, desgraciado, perdido y desolado, como un Pedro Páramo que busca inútilmente a su padre.

Iraultza Askerria

No importa dónde ni cuándo

Photo - {author}Allí vas, joven y perpetua. Te ríes, tomas un sorbo, bailas, vuelves a reír. Y yo, aunque no me veas, te observo maravillado desde la barra, acariciando con los ojos tus hombros desnudos mientras ardo en deseos de hacerte el amor.

No importa dónde ni cuándo, si en una discoteca o en la mismísima calle, si ayer o mañana. Pero ardo en deseos de hacerte el amor.

Subes a lo alto de la metrópoli ancestral. Estás cansada, hace calor. Pero da igual. Tu camiseta de tirantes arrastra lejos el calor de tu carne tibia. El aire de las alturas te oxigena el alma mientras el sol te renueva las energías. Desde allí, te asomas a la barandilla escrutando la diminuta ciudad sin saber que desde allí abajo te espío yo… para admirarte otro día más. Y mientras te admiro ardo en deseos de hacerte el amor.

No importa dónde ni cuándo, si en un parque infantil o en la cima del Everest, si ahora mismo o dentro de quince años. Pero ardo en deseos de hacerte el amor.

Navegando por un río más vasto que la imaginación de un poeta, tomas el sol entre las velas de un navío engalanado de rosa. Eres tú la sirena de los mares o un pececito que, volador, limpia con su rocío la podredumbre del mundo. Yo, atento, intento pescar tus encantos, utilizando como trampa el azúcar de mis labios. Y mientras brego en la faena de atraparte, ardo en deseos de hacerte el amor.

No importa dónde ni cuándo, si en el fondo de los mares o en lo alto de las cimas, siendo adolescentes o ancianos enjutos. Pero ardo en deseos de hacerte el amor.

Y no importará dónde ni cuándo. Estés allí o aquí. Esté yo aquí o allí. Seamos ahora o mañana o ayer. Siempre, siempre, arderé en deseos de hacerte el amor.

Iraultza Askerria

En el éxtasis

 - Lumosmaxima.Los ojos entornados contra la penetrada oscuridad, las piernas entreabiertas ante la luz creciente, la boca quejumbrosa bajo un peso atroz y los brazos aferrados a un sudoroso mundo; un sentimiento tan agónico que la dejó finalmente desprotegida, herida e incluso devastada por el huracán ardiente que la había traspasado, abandonándola casi seca, perdida y sin energías, pero colmada de una plena satisfacción por haber hecho el amor con el hombre que más amaba del mundo.

Iraultza Askerria

El bosque que chilla

El Sabinar, el bosque encantado de la Isla de El Hierro - {author}Van las rosas a esconderse de las sombras. En la oscuridad, las remotas esperanzas son deshojadas por los vientos. Aullidos que ensordecen el llanto mientras las lágrimas, embarradas, soterran la alegría. El bosque brama, el bosque chilla, el bosque teme y se desbanda. Muriendo van los regalos de la madre tierra cuando su flora es vilipendiada y su cielo violado. Condenado a desaparecer para siempre, arrastrando consigo cualquier recuerdo de la vida.

Iraultza Askerria

Carthago delenda est

Photo - {author}Avanzan las legiones victoriosas entre fuegos y escombros. Sortean los miembros amputados, las espadas melladas… Los últimos esclavos han levantado breve resistencia, infructuosa como la petición de piedad. Los vencedores cumplen órdenes sin valorar la maldad de sus actos. Siguen adelante.

Varios bueyes trabajan detrás, resignados, arando la tierra de otrora una gran ciudad. Los surcos, como venas abiertas, se llenan de sal y malos augurios. Muere la flora y la fauna se envenena.

La guerra prosigue su curso germinando a sus anchas.

Iraultza Askerria

Diario de escribano

Photo - {author}
Escribo páginas en el cristal rosa de tu carne. Es mi dedicatoria, mi confesión, mi forma de amarte más allá de la poesía. Con la tinta de mi boca elaboro palabras infinitas, cuyas sílabas bordean tu cuerpo de musa y estrella.

En la blancura de tu pecho tatúo un soneto, y más abajo, donde la depilación desviste la epidermis, pinto una lira de voz dormida, muy cerca de tu sexo arrogante.

Eres mi diario. En ti transcribo las ilusiones y las promesas, que siempre se cumplen gracias a tu lealtad. No hay enumeración de deseos que no encuentre la realidad tras tus manos de algodón. Celulosa mía, me gravas de creatividad mientras me cedes el honor de escribirte un universo literario.

A ti te dedico toda mi imaginación.

Iraultza Askerria

Romperse en pedazos

CampusParty 2010-17-2 - {author}Te doy un soplo de aire. Te muerdo la boca. La mejilla. El cuello. Te vuelvo a morder. Torturo tu alma de doncella y azoto tus carnes. Tu cabeza contra la almohada. Tu espalda arqueada. Mi cuerpo sobre el tuyo, un Atlas que te aplasta. Tu vientre fino soportando la Bóveda Celeste. Corre alrededor del mundo. Corre. Córrete. Grita, húndete en la miseria de eyacular sobre mis dedos.

Lo has hecho. Te has deshecho. Hojarasca mojada. Mi mano naufragada en tu sexo. Aprieto entre los muslos. La temperatura decrece. Relajación. Sosiego. Un beso en tus mejillas. Tus párpados se abren. Me miras fatigada. Te miro con ganas de fatigarme.

Abandono tus piernas y asciendo al horizonte. Me acomodo sobre las montañas. Divino soporte de estrellas. El cometa endurecido, con su cola que se hace y se deshace constantemente. Tus manos lo envuelven y me rompo en pedazos.

Iraultza Askerria

Mi reloj

Photo - {author}Quiero apropiarme de tu tiempo, y que no tengas que estudiar, dormir o comer. Tan solo te dejaría ir al baño, para ducharte conmigo. Al ser dueño de cada uno de tus segundos, no deberías nada a nadie, ni siquiera a la muerte, siendo mía para toda la vida.

En esa eternidad nuestra, no podrías separarte de mí. Serías mi alma gemela, mi sombra, mi intuición y mi voz, mi sentimiento y mi felicidad. Cada uno de los impulsos eléctricos de mi piel y mi capacidad de absorción de ideas. Podría dejarte que fueras yo mismo inclusive.

Sin miedo al pasado y sin recelo del futuro, solo existiría nuestro presente. Me encerraría contigo en la habitación blanca de un hotel, y en ella te haría el amor para luego leer las huellas de mis besos sobre tu piel incandescente, y entre los lapsos de cada lectura, aprovecharía para escribirte cuánto te amo.

Al ser amo y señor de tu tiempo, estaría tan pendiente de ti que incluso soñaríamos las mismas cosas, y al final, tú también te convertirías en la dueña de mis horas y mis días.

La aguja de mi reloj vital; la luz de mi reloj de sol; la tierra de mi reloj de arena.

Iraultza Askerria

La caricia

Caricias - Reto Cinco sentidos - {author}Despegarse los cuerpos como una bomba de relojería condenada a despedazarse en mil pedazos. Y van los cristales de las almas a esparcirse a través de los kilómetros, infinitos como el tiempo, infinitos como las ganas de comerte. Y en esos momentos de pesadumbre, me recojo en el fuego de los hogareños recuerdos, lugar prestigioso de tu inocencia y mi lealtad, donde los cuerpos y los espíritus pueden volver a evaporarse en una recíproca caricia. Una sola. Tú y yo.

Iraultza Askerria