Jun62017
Archivo del Autor: Iraultza Askerria
Jun12017
A la musa
un soneto que alabe tu mirada,
tu sonrisa, tu cara inmaculada,
todo tu cuerpo, desde abajo arriba.
como un cielo de azul o llamarada
que nunca está brumoso o apagada,
siempre abierta, melosa y efusiva.
aquí te cedo mi ronco cariño
para que feliz hagas a este niño,
en su diosa presente aunque distante,
en Margarita, Lo o Bea de Dante.
May302017
Sus últimas palabras
«Fin». Escribió. Luego dejó la pluma en el tintero. Volvió a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando su nombre y apellido con una artística caligrafía. Se vistió la cazadora de piel, el sombrero negro y los zapatos. No se olvidó de coger la carta antes de abandonar la habitación. Una vez la tuvo entre la manos, abrió la puerta, se subió a la barandilla del balcón y se lanzó al vacío. Lo último que quería decirle al mundo ya estaba escrito.
May252017
De por vida
aunque te marches lejos de este crío
allá do no te encuentre mi amorío,
convertido en memoria indefinida.
ese labio que muerdes de improviso
levantando la ceja en largo aviso,
hechizándome tú, mi bella druida.
se hace la inspiración una constante
necesidad en corazón anciano.
de escribirte un soneto delirante
que explique cuánto te ama este escribano.
May232017
Dedos
No supe entender lo que pedían tus carnes, ávidas de un cuerpo en celo. Quizá, incluso, tuve miedo de comprenderlo. Me limité a hacer contigo lo que tú querías hacer conmigo, prohibiéndote el placer de masturbarme, obligándote a dejarte masturbar por mí. Casi esclava de mis dedos, expertos artífices de músicas, te contorsionabas abiertamente junto a mi cuerpo.
Estabas tendida cuan larga eras sobre una cama de apenas un metro. A pesar de tu atractiva largura, toda tu alma se había reducido a un nimio punto de vestigio fálico. Por ese lugar sentías, veías, escuchabas, olías y saboreabas. En el núcleo de tu emoción, la presión de los sentidos era inmensamente desproporcionada, demasiado grande como para albergarla en un cuerpo tan pequeño.
Pero yo no me detuve en ningún instante, y menos cuando vi como tus caderas se movían arriba y abajo, describiendo tímidos círculos alrededor de mi mano, mecánico objeto de tu satisfacción personal. Me contenté con abrigarte bajo la sombra de mi cuerpo erguido a media altura, con sentir entre mis dedos un tacto húmedo que besaba y devoraba mi piel. La ventosa se atragantaba por la fuerza de mi movimiento rectilíneo, a punto de alcanzar un placentero cólico que te mataría de hambre.
May182017
El anhelo de poseerte
en una desnudez de puro fuego,
deslizándote en húmedas calderas
por mi cuerpo sumido en amor ciego.
hasta encumbrar un beso, para luego
a la sombra dormir de sus palmeras,
calmando levemente nuestro juego.
tuyo, abierto, rosado y expectante,
te miraré a los ojos un instante.
morir agonizando en un abrazo,
roto por el dolor de un arañazo.
May162017
Soneto a tu boca
ruinas azucaradas del deseo
en cuya remembranza me recreo
esperando besarlas otro día,
de tu boca, me he vuelto yo un ateo
del resto de mujeres donde es feo
el placer que en tu caso es gloria mía.
es rozar un instante el vasto ciello
levantando endeudado el estandarte
y hacer en su textura un poco de arte
digno de quien te escribe algo tan bello.
May112017
Exótica imitación
como los céfiros del ancho mar,
oí a tus voces dulce rimar,
un dulce cántico, tema amoroso.
con una exótica imitación,
burlado había mi corazón
para con lágrimas hacerme daño.
cuando los párpados de par abrí
y de tus ojos la luz yo vi,
rayos del éxtasis y de alegría.
May92017
Las semillas de los cuatro vientos
Profundo pensador, que desde su retiro de Getafe lanzaba a los cuatro vientos sus prosas.
Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino (1944-49).
La gente de ideas férreas tiende a expresarse con gravedad, promulgando argumentos aquí y allá para que alcancen todos los oídos posibles. Estas palabras se gritan a los cuatro vientos o, lo que es lo mismo, en todas las direcciones posibles.
En este sentido, los cuatro vientos hacen referencia a los cuatro puntos cardinales, tan bien marcados alrededor de la conocida rosa de los vientos. Por lo tanto, al hablar de los cuatro vientos se alude llanamente al norte, al sur, al oeste y al este.
Esta acepción se remonta siglos atrás, encontrándose reseñas escritas ya en el Siglo de Oro:
Hay cuatro ermitas a los cuatro vientos, hay una a la parte de oriente que se dice San Juan Bautista, grande y muy antigua, tiene arrimado a ella un álamo grande, está en alto, y llamase por otro nombre San Juan del Viso, hay otra ermita antes de esta, que se dice San Sebastián pequeña junto al pueblo, hay otra ermita al mediodía, que se dice la Vera Cruz, hay otra al poniente, que se dice Nuestra Señora del Remedio, hay otra a la parte de septentrión, que se dice Santa Ana.
Anónimo, Relaciones topográficas de los pueblos de España (1575-80).
No obstante, ¿son los cuatro vientos meras metáforas de los puntos cardinales? ¿O esconden una verdad que se remonta a tiempos más antiguos? Como siempre, la respuesta a esta segunda pregunta es afirmativa. La historia tiene mucho que enseñarnos.
Para entenderlo basta con mencionar a los Anemoi de la mitología griega, más conocidos como los dioses del viento. Aunque en la práctica había uno por cada dirección en la que soplase el viento, cuatro eran los principales:
- Bóreas o viento del norte. En la mitología romana recibía el nombre de Aquilón o Septentrio.
- Noto o viento del sur. Austro en la mitología romana.
- Céfiro o viento del oeste. En la mitología romana, Favonio.
- Euro o viento del este. Vulturno en la mitología romana.
De la interacción de estos cuatro vientos en la antigüedad y su relación directa con los puntos cardinales, ha llegado a la actualidad la frase “a los cuatro vientos”, cuyo uso ya hemos referido.
Sin embargo, este legado mitológico es esclarecedor en multitud de palabras del diccionario español, y por la curiosidad que despiertan, vamos a describirlas.
El vocablo Anemoi (dioses del viento) forma el prefijo de varias palabras utilizadas en el ámbito de la meteorología: anemografía, anemometría, anemoscopio o anemómetro. También ha influido en otras disciplinas como la música o la botánica: anemocordio o anemófilo.
Del Bóreas, el viento del norte, existen claras referencias lingüísticas como “auroras boreales” o “hemisferio boreal”. Sencillamente, se define como lo relativo al norte. Los nombres romanos de este dios son aún más reveladores. Aquilón y Septentrio han derivado en varias palabras con relación directa con el norte o con el viento que sopla del norte: aquilonal o septentrional son adjetivos que se pueden utilizar con este significado.
Después vio cuatro Ángeles sobre los cuatro fines del mundo, que tenían a los cuatro vientos, por que no soplasen sobre la mar ni sobre la tierra.
Juan de Pineda, Diálogos familiares de la agricultura cristiana (1589).
Con el viento del sur, Noto, ocurre algo similar, aunque es mucho más palpable el derivado del nombre romano: Austro. Igual que la aurora boreal, existe la aurora austral, aquella que acontece en el polo sur. No hace falta explicar la etimología de Australia.
Los vientos del este y el oeste han tenido menor repercusión en el español actual. Euro, del este, no tiene relación directa con ninguna palabra representativa, aunque algunos lingüistas lo asocian con la propia etimología de “Europa”. En su vertiente romana, el Euro es llamado Vulturno, y la real academia española define este término como: “bochorno”.
El Céfiro en la antigüedad era el viento del oeste que traía suaves y agradables brisas durante la primavera. Este atributo ha sobrevivido hasta nuestros días y no es extraño escuchar este vocablo para definir un viento apacible. En la mitología romana, el Céfiro era denominado Favonio, que significa, sencillamente, favorable. Sin duda alguna, este dios del viento occidental era el más querido por su benevolencia.
Aquí finalizamos este artículo mezcla de mitología histórica y curiosidades etimológicas, que ha intentado explicar el origen de la oración “a los cuatro vientos”. Aquellos vientos que soplaron desde cada uno de los puntos cardinales en tiempos de Aquiles y Ulises, llevaron consigo las semillas de unas palabras que, paulatinamente, terminarían por florecer.
May22017
Rosa de mi tumba
en el lecho aciago de la memoria,
acudió una princesa hasta mi tumba
a adornarla de rosas.
que roían mi piel poca a poca,
queriendo conocer a esa exquisita
desconocida sombra.
me pregunto, ¿quién era aquella moza
que cubrió mi cadáver con las flores
de tan dulce aroma?