Se lanzó sobre ella como una tigresa se lanza sobre su inofensiva presa. Con rabia pasional, le arrancó a mordiscos los botones de la blusa blanca. Deslizó los labios por el desnudo vientre de su amante y besó el margen de la minifalda negra. Introdujo la traviesa lengua bajo la prenda, mientras Magdalen cerraba los ojos en un lamento de éxtasis. Eva comenzó un ascenso hasta los pechos de la mujer, donde sus dientes resbalaron por las hermosas montañas de tierna carne, en cuya elevada cima se erigía un estandarte de rica ambrosía.Extracto de Sexo, drogas y violencia, de Iraultza Askerria
Jul22013