El renacer

Photo - {author}Quiero derretirme como un cubito de hielo y escanciarme sobre tu piel almibarada, llenándote el cuerpo entero con mi mansedumbre inmaterial. Entrelazarme con tus dedos tangibles y filtrarme por los poros de tu cuerpo hasta el lugar secreto donde anida el espíritu.

Sería una fusión de átomo y pensamiento, de sentimiento puro y pureza ósea, donde yo mismo desaparecería del mundo terrenal para fundirme en tu ego trepidante, inmenso e inmortal, largo, tendido, alegre, infinito y lírico. Poeta desahogado en tinta rosa y contenido en el frasco de tu cuerpo único.

No me importaría, por tanto, evaporarme como el aire, despedazarme como hojarasca, convertirme en polvo y en olvido si con ello pudiese aunarme a tu alma y a tu carne mucho mejor de lo que nos permite el sexo. Durar dentro de ti en un orgasmo interminable y despertarme siempre acomodado tras el cristalino de tu mirada; ahí dentro, en tu mente intelectual, yo quiero dormir para siempre.

Mi niña, mi novia, mi mujer, mi esposa, mi todo, mi universo, mi vida y mi eternidad. Hagamos de nosotros un único ente, un único ser, una única personalidad en cuya máscara se aglutinen los gestos de nuestros rostros. Y entonces, solo entonces, podré decir que he renacido.

Iraultza Askerria

California

San Francisco Golden Gate Bridge twilight blue moment with red clouds - David YuLentamente entraste en mí, pequeña California, compartiendo en besos la salitre del Océano Pacífico. Lentamente me abduciste con la visión de tus angelicales rascacielos, cuyas puntas herían el cielo gules de los ocasos. Tú eras la suprema, la dea, la universal estela de la vida, California.

Lentamente, te desdoblaste en placeres sin límite llevándome en automóviles deportivos por el Golden Gate. Lentamente, me invitaste a pasear por el bosque de acebo y perderme en las estrellas doradas que adornaban tu fama. Tú eras una guía turística sin parangón en un mundo de secretos y misterios; nada había más bonito y más intenso, California.

Lentamente, deslizaste tus dedos áureos por mi piel bronceada y corriste conmigo en las playas cuyas esquinas virginales sólo tú conocías. Lentamente, me abrazaste y me amaste y me susurraste “Eureka”, haciéndome creer que era para ti una nueva fiebre del oro. Tú eras un estado dorado y yo aquel hombre por el que habías esperado tanto, California.

Lentamente desperté. Lentamente abrí los ojos. No fui el único que cayó entre tus brazos. Otros muchos te alababan y te amaban y decían de ti lo mismo que decía yo. Tan solo éramos uno más en la larga lista de vagabundos que habían pisado tus tierras, California.

Lentamente te odié y lentamente tomé la resolución de eludirte. Me extravié en los desiertos y dormí en el Valle de la Muerte, donde solo los más estúpidos o valientes osaban entrar. Allí, en la soledad de esa cuenca, me diste muerte, California.

Iraultza Askerria

Larga espera

Photo - {author}Allí en el fin del mundo, donde rielan las lunas y los soles sobre el fondo marino del universo, una perla minúscula, redonda, pura y sonriente, retrata el primoroso continente de tu rostro, ese del cual me enamoré una tarde o una noche o un día de la historia que solo pudo ser predispuesto por el destino, mucho antes de que la tierra fuese concebida, la misma que, ahora, separa nuestros corazones adictos a la carne del otro esperando reencontrarse en un momento tan intenso como especial, un momento por el que esperar meses, años, milenios… o aún más, toda la vida del universo.

Iraultza Askerria

London

Cabina telefónica de noche - {author}Quiero hacerte el amor en una cabina de Londres cuando el Big Ben taña las doce de la noche. Tú apoyada de espaldas contra las vidrieras cuadrangulares del puesto telefónico. Mis manos teñidas en el metálico rojo del cubículo. Arrancarte la piel a tiras. En la lujuriosa furia, empotrarte contra la pared una y otra vez. Tú gemirme, yo gruñirte. Confiar en que ningún policía cabalgue a esas tardías horas por el distrito de Westmister. Decirnos “I love you” en la ardiente pelea. Fraudulenta batalla sin vencedor. Ataque fortuito y clímax enloquecedor. Golpeo sin querer el teléfono. Se queda colgando. Te golpeo a ti, cada vez más dentro tuyo. Bramo fuerte, te muerdo la boca y gritas. Me corro. Tus muslos rendidos y húmedos, goteando semen. Y mi boca recogida entre tus cabellos como un muñeco moribundo.

Iraultza Askerria

 

Tal como eras

Photo - {author}

Surgiste entre una noche de cristal
cual sirena marina en una playa.
No sé si fuiste fuego, luz o cielo,
mas me arrancaste un trozo de mi alma.
¿Eras pelirroja, eras morena?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus labios, exquisitos como fresas,
tus pechos… ¡ay, sabían a manzana!
Mas no sé si eras fruto, flor o carne,
aunque todavía me arda la cara.
¿Eras alta, eras esbelta?
No lo sé, ¿quién lo recuerda?
Tus ojos como ocasos al cerrarse,
y al abrirse… ¡centella de mañana!
No sé si eran azules o morenos,
pero no olvido nunca esa mirada.
¿Eras despistada, atenta?
No lo sé… ¿quién lo recuerda?
Me pregunto: si acaso fuiste aire…
o arena que se escapa de la palma.
¡Nunca! Tenías forma de pecado,
y eso a cualquier varón le deja marca.
¿Fuiste musa, fuiste ángel?
¿Mujer? No, imposible…

Iraultza Askerria