Una pareja de enamorados

true love / amor verdadero - {author}Tenía el rostro empapado por el sudor y los músculos doloridos por el monumental esfuerzo. Profirió un gemido de dolor, como si le estuvieran propinado una paliza, y luego se dejó caer sobre la cama, aliviando la agonía que aún recorría las arterias de su entrepierna. El decreciente calor se volvió un frío acecho de oscuridad, que sólo pudo remediarse bajo los brillantes ojos de su chica y con el satinado contacto de su desnuda piel. La miró entre los resquicios de la penumbra y se embriagó de su belleza universal, tan universal como el arte de un desequilibrado poeta. Envolviéndose en la calidez del amor, la abrazó torpemente, sin la fuerza y el vigor que había demostrado un instante atrás mientras la llenaba con su simiente. Ella favoreció las caricias, acurrucándose bajo el pecho viril en busca del tacto de la protección, la seguridad, el sosiego. Se miraron mutuamente, dedicándose la devoción del más beato de los fieles, y se besaron irradiando los sentimientos más profundos y más bonitos del mundo. Porque no hay emoción más intensa y sublime que el amor. Porque el mejor de los versos y el más cálido de los acordes están inspirados en él: en el amor de una pareja de enamorados.

Iraultza Askerria

A la perdición

Perdición - {author}

Con el rostro desbordado
por las lágrimas amargas,
escuché un suspiro amargo
de vosa alma desbordada.
Yo no supe de tu labio
encontrar sonrisa cara;
y hoy así lo pago caro
por faltarme tanta labia.
Pues no supe darte amparo
cuando tú necesitabas
el apoyo no entregado.
Mas la tarde está pasada
y me siento abandonado
por mi musa tan amada.

Iraultza Askerria

Mi fe divina

Photo - {author}

Permíteme tañer las cuerdas suaves
de tu alma reventada por la ausencia
de no tener tan cerca mi querencia
y no poder gustar tus bienmesabes
con mis labios capaces de hacer aves
en tu boca extendida cual la esencia
de una tormenta azul en cuya herencia
suenan gemidos mientras no te acabes
en el indescriptible y tenaz gozo
que carcome tu piel acelerada
mientras mi lengua se hunde en rojo pozo
donde brilla una perla cristalina
diminuta, escondida y remojada
a la que demostrar mi fe divina.

Iraultza Askerria

Una tarde corriendo

Photo - {author}Aquella tarde salimos a correr. ¿Lo recuerdas? No hacía mucho calor, pero se estaba bien a tu lado. Incluso, me atrevería a decir que, salvo nosotros, el resto del mundo se estaba congelando en su frialdad. Así son los sentimientos, un verdadero amparo contra la temperatura.

Después de la tercera vuelta, te quitaste la sudadera y la ataste a tu cintura… ¡Cuánto deseaba yo atarme a ella! Emprendimos la marcha y después de la primera zancada no pude evitar atisbar tus pechos contonearse bajo la camiseta de color crema. Parecían las manzanas del Árbol del Conocimiento. Lujurioso pecado, tomar tus frutos y probarlos… ¡Qué apetitoso! ¡Cuánta lascivia recorría mis venas!

Al respecto, hice algún chiste jocoso y tú me atravesaste con la mirada. No era la primera vez ni sería la última. Tengo el defecto de decir siempre lo que pienso. Soy así. Hombres.

Sin mayor reparo, seguimos nuestra carrera alrededor del polideportivo. La pista estaba vacía. Nos acercábamos irremediablemente a las diez de la noche, hora en la que la gente normal se recogía en sus casas. Pero ni tú ni yo éramos prototipos corrientes. Seguimos al trote un buen rato, hasta que nos cansamos.

No sé cómo, pero me convenciste para que te acompañara a casa de tus abuelos. Extraño que dijera que sí. Aunque no puedo arrepentirme de la elección, porque fue un paseo dulce, ameno y agradable. Nos cruzamos con personajes embozados en chalecos negros, mujeres más llenas de arrugas que de piel, adolescentes acosados por cenicientas nubes de tabaco y atronadores coches que parecían haber brotado de la jungla. Pero ante tanta imperfección, tu belleza lo deslumbraba todo. Todo.

Al llegar al porche de la casa de tus abuelos, te detuviste frente al portal. Bajo la luz de las estrellas -llamemos estrellas a tus ojos, porque la contaminación lumínica nos impedía disfrutar de los astros celestes-, me miraste con una mezcla de sobresalto y necesidad. Te despediste con tu innata suavidad, deseosa de desaparecer.

Pero yo no lo hice. No pensaba hacerlo. No pensaba perder una oportunidad tan buena.

Te besé, furtivo. Como un ladrón que acomete a su tesoro. Rocé tus labios apenas un segundo y me supieron a polvo de estrellas. Ricos como un sueño de algodón. Tú temblaste, y no dijiste nada. Así que te volví a besar. Esta vez, te apartaste de mí, sobresaltada, y me dijiste:

—No ha sido buena idea.

Posteriormente, te escabulliste hacia la casa.

Yo sonreí, inmune al dolor. ¡Claro que había sido buena idea! Si no estuviera completamente seguro de que tarde o temprano te enamorarías de mí, no te habría besado. Es así de sencillo.

Y ahora que estás durmiendo entre mis brazos, comprendes que tenía razón.

¿Verdad?

Iraultza Askerria

Soneto en métrica descendente

Photo - {author}

Abrigo hecho de estrellas, arrópame en tus manos;
en tus manos, mi príncipe, de nuevo hazme dichosa,
dichosa como el sol, como una mariposa,
mariposa que vuela por los montes decanos.
Profésame el calor de los veranos;
veranos de lujuria indecorosa,
indecorosa pero dulce rosa,
rosa, el ídolo fiel de los paganos.
Hazme tuya, vida mía,
entra en mí como la luna
penetra noche sombría.
Un alma, una;
cual noche y día,
cual niño y cuna.

Iraultza Askerria

Su espalda desnuda

Soft spine. - {author}… y entonces contemplé su espalda desnuda. Se recortaba suave y perlada bajo la luz del dormitorio. Mis ojos se deslumbraron ante la belleza de los hombros desnudos, de la cintura estrecha y de la piel tersa y morena. Tanta hermosura me arrancó el corazón, contagiando mi cuerpo de un insufrible sentimiento de agonía. Tuve miedo de alzar la mirada y observar el reflejo de sus pechos y de su rostro en el espejo del armario. Su divino esplendor me mataría. No pude resistir más angustia y malestar.

Deslicé los dedos por la pared y apagué la luz.

Iraultza Askerria

 

Diana

Arco - Fernando Cordova

Sé que tuyo es el nombre de Dïana,
para mí, sin embargo, eres tristeza;
como lágrima de una estrella cana.
como piel impregnada de aspereza..
Para mí no eres virgen, cual la diosa,
eres la dionisíaca amante;
como nívea luna caprichosa
ligada al sol por ser más fulgurante.
Y pensar que te amé… ¡qué te amé yo!
¿Cómo fui tan cïego y tan inválido,
y aún peor… escribirte tanto verso?.
Pero ya se acabó… ¡ya se acabó!
Marcha lejos cuerpito dulce y cálido…
¡fuera sal de mi lírico universo!.

Iraultza Askerria