Una romántica película

butacas en Cinemateca - El NandoEstábamos sentados en las últimas butacas del cine. En la pantalla se proyectaba el último filme hollywoodense, protagonizado por dos recientes promesas de la industria: una joven y hermosa pareja con un vasto futuro interpretativo. Se trataba de la típica comedia romántica, ambientada en la modernidad y provista de una caracterización banal y previsible.

La proyección avanzaba por la hora y cuarto hasta la fatídica escena donde la pareja protagonista se distanciaba por un malentendido, una sutil mentira inofensiva o cualquier otra situación mil veces abordada.

En ese instante, mi novia, sentada a la izquierda, me cogió de la mano.

Ignoré el significado de aquel contacto que yo, inocente, lo tomé como una caricia. Si fuese la profecía de una ruptura de nuestra relación, rogué que después de la misma aconteciese la siempre prevista reconciliación que caracterizaba a los desenlaces de las comedias románticas.

Desgraciadamente, esas reconciliaciones solo ocurren en la ficción, tal y como pude comprobar unas semanas después.

Iraultza Askerria

¿Cómo escribir un soneto? – Ejemplo final

Venus - Sabrina CampagnaEn los artículos anteriores, repasamos los pasos teóricos para elaborar un soneto, ilustrándolo después con un caso práctico. Tras unos días de meditación y aportaciones, aquí os muestro el resultado final.

Texto en prosa

“Caminaba en la noche oscura y distante, como un vagabundo más. A lo lejos una luz blanca tomaba forma de mujer. Me acerqué a ella dubitativo, creyendo haber visto un ángel, un misterio de fuego, una vida de plata que se escapaba de mí. Pero al doblar la esquina, ella desapareció, tan rápida como había surgido. Desde entonces vago a la misma hora en la misma calle, buscando un recuerdo.”

Ángel de madrugada

Andaba yo en la noche tan oscura
igual que un vil ladrón de madrugada,
mas a lo lejos vi una iluminada
raíz tomando femenina altura.
Me aproximé al lugar con mi locura,
sutil zancada. Vida plateada,
angelito de dulce llamarada;
de mí ella se alejaba blanca y pura.
Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado a buscar mis ilusiones.

Conclusión

La elaboración de un soneto no es difícil siguiendo unos pasos primordiales. En primer lugar, la redacción de un pequeño texto a versificar; después una abultada recopilación de palabras claves, sinónimos y metáforas, y finalmente, la división paulatina del texto en catorce líneas para componer así versos de once sílabas con rima consonante.

Como siempre, la práctica y la buena voluntad es vital para concluir este ejercicio lírico. Un poco de esfuerzo y las ideas claras posibilitarán que cualquiera pueda escribir un soneto.

En definitiva, no digo más: ¡manos a la obra!

¿Cómo escribir un soneto? – Caso práctico

“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que
pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.”
Federico García Lorca

Textura poética

Antes de comenzar, quiero remarcar que escribir un soneto no es imposible, absurdo ni complicado. Sólo requiere tiempo, concentración y una íntima comunicación con el alma de cada uno, con el alma del poeta que todos llevamos dentro. Si en el artículo anterior explicaba los pasos teóricos para escribir un soneto, en éste intentaré plasmar dicho tutorial con un ejemplo práctico.

El tema o la idea principal

Lo primero es la elección de la temática. Puede ser cualquier cosa. Quizá lo más sencillo es buscar inspiración en recuerdos de amantes, amores y romances; una de las musas más suculentas para el poeta. A tal efecto, lo importante es comenzar a escribir, sin cesura, sin punto, sin salto de carro: que las ideas afloren. Intentemos formar un pequeño relato no superior a las cien palabras. Por ejemplo:

“Caminaba en la noche oscura y distante como un vagabundo más. A lo lejos una luz blanca tomaba forma de mujer. Me acerqué a ella dubitativo, creyendo haber visto un ángel, un misterio de fuego, una vida de plata que se escapaba de mí. Pero al doblar la esquina, ella desapareció, tan rápida como había surgido. Desde entonces vago a la misma hora y en la misma calle, buscando un recuerdo.”

Este texto que propongo se divide en cuatro partes: una introducción (el narrador vaga en la noche), un nudo (encuentra a una mujer), un desenlace (la persigue hasta que desaparece) y una conclusión (búsqueda eterna). Literalmente, esta estructura coincidirá con el primer cuarteto, el segundo cuartero, el primer terceto y el segundo terceto del soneto.

Palabras clave y sinonimia

Posteriormente debemos realizar un exhaustivo análisis de las palabras clave de nuestra pequeña narración. Una vez leído el texto, propongo lo siguiente:

Noche – vagabundo – encuentro – mujer – persecución – misterio– esquina – desaparición – vagar – calle – búsqueda – eternidad

Es una posibilidad, pero hay otras tantas. Seguro que se os ocurren mil variaciones. Lo importante es tener claro qué se quiere plasmar en el verso. Además, hay que buscar sinónimos, comparaciones o cualquier oración metafórica que sirva para profundizar en la idea a expresar.

Noche, vagabundo, ladrón de madrugada, perdido en la oscuridad, sombra ambulante. Visión de mujer, luz femenina, descubrimiento silencioso, encuentro de un ángel, forma de cuerpo. Persecución, seguir, laberinto de calles, frenético rastreo, desaparición final, nube invisible, búsqueda eterna, condena de espía, misterioso deseo agónico.

Aquí debemos escribir y escribir y escribir. Cuando luego intentemos elaborar los versos, nos remitiremos a estas ideas para lograr la composición final.

Primeras frases

Retornemos ahora al texto inicial. Lo dividiremos en cuatro bloques. Cada uno de estos se corresponderá con un futuro cuarteto o tercero. Además, separaremos cada bloque en varias líneas u oraciones, lo cual nos servirá como antecedente al verso.

– Bloque uno:

Caminaba en la noche oscura y distante
como un vagabundo más
a lo lejos una luz blanca
tomaba forma de mujer.

– Bloque dos:

Me acerqué a ella dubitativo
creyendo haber visto un ángel
un misterio de fuego
una vida de plata que se escapaba de mí.

– Bloque tres:

Pero al doblar la esquina
ella desapareció
tan rápida como había surgido.

– Bloque cuatro:

Desde entonces vago a la misma hora
en la misma calle
buscando un recuerdo.

Recordemos que el verso será endecasílabo. Algunas de las líneas anteriores superan por mucho las once sílabas y otras son muy breves. No importa. Ahora comenzaremos el trabajo del poeta de verdad.

Los cuartetos

Vamos a convertir los versos anteriores en versos endecasílabos, intentando mantener el acento en la sílaba 6 y en la 10. Tampoco hay que agobiarse en este proceso: queremos acercarnos a la métrica correcta, no al verso perfecto.

Como ayuda, podemos releer las palabras clave o frases del segundo punto, de tal forma que tengamos un gran abanico de posibilidades a la hora de reducir o alargar la oración.

Aquí estarían nuestros versos endecasílabos:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada.
Entonces vi a los lejos luces blancas
que tomaban la forma de mujer.
Me acerqué a ella, yo dubitativo
y silencioso. Pensé que era un ángel,
una vida de plata, un fuego dulce
que de mí se alejaba poco a poco.

¡Bravo! Métrica perfecta, aunque falla el acento métrico del verso 6; no importa. Ya tenemos unos posibles cuartetos en cuanto a estructura. Nos falta lo más difícil: la rima y mantener la forma y el sentido del verso.

Revisamos, a tal efecto, nuestras palabras finales. Actualmente son: oscura, madrugada, blanca, mujer, dubitativo, ángel, dulce, poco. Intentemos buscar rimas a las primeras dos palabras “oscura” y “madrugada”, cuyas terminaciones son bastante comunes en el castellano.


Oscura: pura, altura, locura, cura, bravura, estructura, factura, insegura,
Madrugada: desposada, nevada, apocada, templada, llamarada, plateada, llamada

Procedamos a añadir alguna de las palabras anteriores al final de nuestros versos. Busquemos significados similares:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada
mas entonces vi a los lejos luces blancas / nevada
que tomaban la forma de mujer / altura.
Me acerqué a ella, yo dubitativo / insegura
y silencioso. Pensé que era un ángel, / plateada
una vida de plata, un fuego dulce / llamarada
que de mí se alejaba poco a poco / pura.

Ahora rehagamos el verso con las nuevas palabras, componiendo versos endecasílabos de rima ABBA.

Caminaba en la noche tan oscura
parecía un ladrón de madrugada
mas entonces vi a lo lejos nevada
luz que tomaba femenina altura.
Me aproximé con zancada insegura
y silencioso. Vida plateada,
era un ángel de dulce llamarada
que de mí se alejaba blanca y pura.

Los tercetos

Realicemos ahora los tercetos, elaborando primeramente los versos de once sílabas, como en el punto anterior:

La seguí hasta doblar la última esquina
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
Ahora siempre a la misma hora vago
buscándola en los mismos callejones
condenado a una búsqueda infinita.

Casualmente, riman dos versos (2-3). Si mantenemos esta rima, debemos ceñirnos a la siguiente estructura de tercetos: CDD – CEE.

Busquemos por tanto sinónimos para “esquina” y “vago”, que deberán rimar, y para “callejones” e “infinita”. Si las palabras no aparecen, será suficiente con transformar el verso manteniendo el significado de la frase, buscando así nuevas formas de rima.

Esquina, rincón, calle, recodo, callejón, rúa, callejones
vago, deambulo, camino, ando, marcho, corro, recorro
búsqueda infinita, exploraciones, persecuciones

Aquí algunos versos alternativos:

La seguí hasta doblar la última esquina / la perseguí hasta el final del callejón / hasta el final la estuve persiguiendo
Ahora siempre a la misma hora vago / En el mismo lugar y a la misma hora / En el mismo lugar y hora corriendo

Este proceso puede ser largo, pero finalmente el esfuerzo se traducirá en dos tercetos con rima consonante y métrica regular:

Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado entre mil persecuciones.

Conclusión

Podemos tachar los tercetos de simplistas por el uso de derivaciones verbales, pero dado que se trata de un pequeño tutorial, no vamos a adentrarnos en la “perfección” poética. Este texto sólo pretende servir de esbozo, de guía, no reemplazar a los manuales teóricos de poesía y estilo.

En definitiva, demos por finalizado el soneto con la siguiente forma:

Caminaba en la noche tan oscura,
parecía un ladrón de madrugada.
Mas entonces vi a los lejos nevada
luz que tomaba femenina altura.
Me aproximé con zancada insegura
y silencioso. Vida plateada,
era un ángel de dulce llamarada
que de mí se alejaba blanca y pura.
Hasta el alba la estuve persiguiendo,
y ya no estaba, ¡desapareció!
Rápida como vino, se marchó.
En el mismo lugar y hora corriendo
voy siempre por los mismos callejones
condenado entre mil persecuciones.

Ahora cada instinto de poeta debe leer este incipiente soneto y mejorarlo cuanto pueda, ya que en realidad, se trata de una borrador final, no de un soneto final. Personalmente, hay sonetos que después de dos años he releído y modificado, mejorando sustancialmente su estructura. Por ello, recomiendo dejar reposar el soneto durante al menos un par de días, y después retomarlo con la mayor de las ilusiones.

En el siguiente artículo publicaré la versión final del soneto. Si os place, podéis ayudarme con el título del mismo o aportar posibles mejoras.

Gracias por la participación.

Soledad

Last days of summer - Jose Maria Cuellar

Aquella noche me abrigué bajo el frío de la soledad. No quería la compañía de nadie ni de nada. Ni siquiera la compañía de la literatura. Deseaba profundamente estar solo. ¿Por qué? Lo ignoro.Llegué a casa embutido en un grueso abrigo y con el cabello chorreando por la tormenta que me había cogido desprevenido. Mis amigos se habían librado del chaparrón, y en tal instante se divertían en un aparatoso bar saturado de jóvenes, música y jolgorio. Pero yo quería estar solo. Solo por eso les había abandonado en el amparo y la compañía del resto, y me había precipitado a la inmensidad de la álgida lluvia.

Tras franquear la puerta del domicilio, dejé el abrigo en la percha del vestíbulo y sequé mi pelo para evitar contagiarme de cualquier malavenido resfriado que pudiese entorpecer mi anhelada soledad. Después, me encaminé a mi sombrío dormitorio, donde una pequeña ventana obstaculizaba el acecho desafiante de los rayos y las centellas.

Con la dejadez de un anciano moribundo, me tumbé en el mullido colchón, lugar en el que diariamente pagaba por mi descanso a expensas de un mal aprovechado tiempo, y me limité a cerrar los ojos, cruzar los brazos y callar.

Me desvinculé del mundo, quedando en él la única constancia de mi cuerpo y corazón, y comencé a reflexionar. Medité sobre la vida y la muerte, sobre la codicia y la honradez, sobre el odio y el amor. Medité sobre todo aquello que había forjado mi personalidad y que creía importante. Medité sobre todo menos sobre mí mismo. Transcurrí horas así: con el pensamiento muerto y la apatía viva e insípida aguijoneándome las entrañas.

Serían las cuatro de la madrugada cuando mi teléfono móvil vibró instantáneamente, casi como un suspiro dormido. No respondí a dicho ruego. Ni siquiera pestañeé. Tampoco agité ningún músculo. Sencillamente, permanecí con los ojos clavados en la pálida techumbre, queriendo contagiarme de su blanca e inmensa pureza.

Sin embargo, los minutos transcurrieron incesantes y molestos, como el zumbido de un mosquito. No pude reprimir la curiosidad del momento: aferré el aparato electrónico y examiné la pantalla luminosa. En el centro del visor apareció el número que me había llamado. Era una chica; una chica como otra cualquiera, pero una chica al fin y al cabo.

Entonces, me percaté de que no quería estar solo.

¡Contenido extra!

Recupero en el día de hoy este texto escrito en mi adolescencia, y que en cierto sentido, aglomera la amargura contenida durante los tumultuosos años de la juventud. Pese a todo, el relato esconde cierto brillo de esperanza e ilusión, lo que apenas sin percatarnos de ello nos empuja a luchar por nuestros sueños.

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¿Cómo escribir un soneto? – Pasos teóricos

“Lo complicado no es escribir poesía, sino que se lea.”
José Corredor Matheos

Henry David Thoreau quote - Library Way - NY City - Kathleen Tyler ConklinPosiblemente, conozcáis de antemano la estructura poética del soneto: su métrica, su rima, sus variantes, sus autores más emblemáticos, y os hayáis peleado con la elaboración de uno de estos poemas.

Sea como fuere, tal vez sea el soneto la estructura poética más perfecta; aunque esto, claro está, es subjetivo. Dicha etiqueta solo puede ser impuesta por los cánones del momento, que naturalmente, mudan y cambian a lo largo de la historia.

En cualquier caso, el soneto sigue presente en el mundo poético, y pocos autores habrá que no se hayan enfrentado a la confección de uno. En una serie de pasos, trataremos de adentrarnos en cómo escribir un soneto.

El tema o la idea principal

Antes de empezar, hay que concentrarse en un pensamiento intimista, una emoción, un recuerdo. Puede ser cualquier cosa, desde un beso amargo hasta el roce de una ola. Cuando la idea aparezca, se debe desarrollar un pequeño texto de no más de cien palabras.

Este microrrelato deberá responder a la siguiente estructura narrativa: una introducción, un nudo, un desenlace y una conclusión. Literalmente, estos bloques coincidirán con la constitución del soneto: primer cuarteto, segundo cuartero, primer terceto y segundo terceto.

Una vez dispongamos de este prosaico borrador, podemos seguir con el siguiente punto.

Palabras clave y sinonimia

Previo a la búsqueda de la perfección métrica y la rima consonante, hay que anotar las palabras clave del futuro soneto, que no tienen que estar necesariamente escritas en el texto anterior.

Una vez asimiladas estas palabras clave hay que proceder a una búsqueda infatigable de sinonimias, metáforas o comparaciones que guarden el mismo significado. Cualquier idea, cualquier esbozo de creatividad, cualquier imagen será bienvenida.

Este paso es vital. ¿Por qué? Porque los versos requerirán toda imaginación posible. No es fácil lograr un verso perfecto que contenga rima consonante, métrica endecasílaba, acento rítmico y lirismo.

Primeras frases

La siguiente pauta a seguir es dividir el microrrelato original en cuatro bloques. Los primeros dos bloques deben disponerse en cuatro líneas cada uno. Los últimos dos en tres. Esto sustituirá a los versos del soneto.

Si aparecen frases demasiado largas o demasiado cortas, no hay que preocuparse. La poesía esconde recursos literarios como el encabalgamiento o la aliteración, lo que nos permitirá prolongar una oración en dos versos o repetir estructuras sintácticas.

Los cuartetos

Este paso se centrará exclusivamente en los primeros dos bloques, que se convertirán definitivamente en cuartetos endecasílabos de rima consonante.

Para ello, inicialmente, se transformará cada línea en un verso de once sílabas. Como ayuda, hay que tornar a las sinonimias del segundo punto que permitirán cambiar estos enunciados por otros, manteniendo el mismo significado pero aportando nuevas estructuras prosódicas.

Una vez completada la métrica endecasílaba, se debe trabajar en la rima. A este efecto, se buscarán las palabras finales de los versos endecasílabos, averiguando rimas que puedan prevalecer. Terminaciones como “-ado” o “-ido” son muy numerosas, al igual que otras como “-elo”, “-ero”, “-ón” y “-or”. Por el contrario, hay términos que un poeta no debería utilizar, como la mayoría de las esdrújulas (espíritu, ánima) o palabras llanas con dos consonantes consecutivas (dulce, calma).

Tras seleccionar la rima, se hará un análisis de palabras que compartan esta terminación silábica, recopilando una pequeña serie de vocablos rimados. Se optarán por aquellos que conserven un significado similar al final de los versos o que incluyan las ideas clave del soneto.

Una vez hallados, se intercalarán estas nuevas palabras al final de los versos, reconstruyendo, si fuera necesario, la métrica.

Finalizado este arduo trabajo, el poeta tendrá ante sus ojos dos cuartetos de rima consonante y métrica endecasílaba.

Los tercetos

El proceso de gestación de los tercetos es idéntico al de los cuartetos. Primero transformarlo en versos endecasílabos, posteriormente escoger la rima y buscar términos afines, y finalmente insertar estos vocablos rimados al final de los versos.

Sólo hay que tener en cuenta que los tercetos ofrecen mayor variedad que los cuartetos en cuanto a rima se refiere: CDD-CDD, CDE-CDE, CDC-DCD, CDC-EDE y otras variantes.

Conclusión

Estos pasos ayudarán a elaborar un soneto en su correcta forma y medida. Quizá, al principio, pueda parecer complicado, especialmente a la hora de incluir la rima, pero con práctica, tiempo y buena voluntad, se puede conseguir. La experiencia en la poesía es tan buena aliada como un diccionario.

Como anexo a este texto, publicaré próximamente un artículo práctico de elaboración de sonetos. En él, seguiré el orden expuesto en este texto para conformar paulatinamente los cuartetos y los tercetos del poema, dando forma definitoria a un soneto clásico.

Espero que pueda servir de ayuda.